Por Francisco José Virtuoso
Sin el logro de acuerdos
políticos será imposible avanzar en la dirección correcta
Según las cifras emitidas por
el Banco Central de Venezuela, el balance del año 2015 es el de una nación en
quiebra. El ingreso de divisas por concepto de exportación sigue bajando
abiertamente, la producción nacional está en franca recesión y para cumplir los
compromisos internacionales se requieren 16 mil millones de dólares
aproximadamente.
Este panorama, unido a la terrible escasez e inflación que
padecemos, nos puede hundir en muy pocos meses en una abrumadora crisis
humanitaria.
En este escenario el
oficialismo ha desarrollado dos líneas de acción. La primera, puesta en
vigencia a los pocos días del triunfo de la oposición, ha sido buscar la forma
de maniatar a la Asamblea Nacional. En esta dirección se han ejecutado varias
acciones, que por ahora han logrado arrebatar a la oposición la mayoría calificada
de 2/3 y lo que ello implica: obstaculizar la designación por parte de la
Asamblea de dos de los rectores del CNE cuyos periodos vencen este año, impedir
la remoción de los Directivos del Banco Central de Venezuela y restaurar su
autonomía, paralizar la posible remoción de los magistrados recientemente
nombrados, frenar cualquier enmienda constitucional y dificultar la
convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
No obstante, la Asamblea
Nacional con mayoría de 109 diputados de oposición, logró instalarse, sesionar
y ser reconocida por todos los poderes del Estado. El acto de presentación de
la Memoria y Cuenta del Presidente de la República el pasado 15 de enero,
guardando todas las formas previstas en el ordenamiento constitucional y legal
de la República, así como el discurso de réplica que el Presidente de la
Asamblea Nacional pronunció a continuación, todo ello transmitido en cadena
Nacional de Radio y televisión, fue un claro y contundente mensaje de
reconocimiento de que hay un nuevo Poder Legislativo, emanado del voto popular
el pasado 6 de diciembre de 2015, en donde los representantes del gobierno son
minoría y están obligados a rendir cuentas y ser interpelados por la oposición.
Este hecho puede ser
considerado como un “acontecimiento” y marca ciertamente el signo más claro del
inicio en firme del proceso de transición política que se vive en Venezuela
desde el año 2013. La clave para ello ha sido el correcto uso de la razón
política. Los líderes de oposición entendieron que a pesar de la firmeza de sus
convicciones y propósitos debían “doblarse para no partirse”, como bien lo
dijera Ramos Allup, y buscar mediante el diálogo mecanismos de entendimiento
con el oficialismo. Por su parte, en el bloque del gobierno, también
entendieron que desconocer de plano la Asamblea Nacional era un paso muy
arriesgado, de consecuencias impredecibles nacional e internacionalmente, en
medio de una crisis económica y social cuyo manejo se puede escapar de control.
El gobierno juega rápido. El
mismo viernes 15 de enero se puso en marcha la segunda gran línea de acción.
Enfrentar la gran crisis económica y social que se avizora para el 2016,
emitiendo un Decreto de Emergencia Económica, en donde bajo la justificación de
la guerra económica y la reducción de los precios del petróleo, se propone más
discrecionalidad y la aplicación de mayores controles en toda la actividad
económica. Se pone de manifiesto así, que no hay ninguna intención de revisión
de las causas de la crisis y de rectificación profunda. En este otro round,
hará falta nuevamente hacer uso del arte de la política, mediante la
racionalidad, la sindéresis y la negociación. Sin el reconocimiento de los
errores y sin el logro de acuerdos políticos será imposible avanzar en la
dirección correcta.
01-02-16
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