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viernes, 23 de octubre de 2020

Ocho semejanzas y una diferencia por @angeloropeza182

Por Ángel Oropeza

La velocidad de los acontecimientos que ocurren en nuestro país, aunado con la necesidad de prestar atención preferencial a las estrategias de supervivencia a la crisis, provocan –como está de hecho ocurriendo– que fenómenos sociales muy importantes se estén presentando y no mucha gente se dé cuenta de ello.

Dos de estos fenómenos son, por una parte, las progresivas rupturas y separaciones que se están sucediendo en las bases sociales y políticas de apoyo del madurismo, y por la otra, la cada vez mayor cercanía en las percepciones que sobre el país y el momento político están teniendo los sectores de la oposición democrática con organizaciones provenientes del chavismo.

En reuniones e intercambios informales que han venido ocurriendo entre estos dos sectores, los cuales –hay que decirlo– se han desarrollado en un ambiente de tolerancia y respeto mutuo, hemos podido identificar ocho áreas de coincidencias que nos acercan en la percepción e interpretación de la coyuntura política y social. ¿Cuáles son esas ocho semejanzas que se están presentando hoy entre grupos hasta hace poco enfrentados? Veamos muy brevemente a continuación en cuáles convicciones se está progresivamente coincidiendo.


1) Venezuela es un país sin Constitución. La que existía –la llamada “Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, aprobada en 1999– fue derogada de facto por Maduro y sus acompañantes como principal mecanismo para intentar mantenerse en el poder.  En consecuencia, Venezuela es hoy una nación sin ley, dónde lo que está escrito en esa Constitución se viola a diario a capricho de la clase política madurista. Por tanto, para poder garantizar la gobernabilidad, la paz y la convivencia, es imperativo rescatar a la Constitución de quienes se la robaron al pueblo venezolano.

2) Es necesario rechazar y superar el maniqueísmo polarizante que ha dividido artificialmente a la población en bandos enfrentados y excluyentes, y que  niega la realidad de un país plural y heterogéneo. Somos una sola nación, y no la tierra de parcialidades fabricadas para el beneficio de quienes persisten en su intención de dominio.

3) El país no puede seguir siendo una especie de latifundio primitivo donde algunos mandan a su real saber y entender, sin ningún tipo de controles o contrapesos, y donde prive en la población la inevitable incertidumbre de tener que esperar y depender siempre de la voluntad cambiante de quienes le gobiernan. Es una tarea inaplazable, si queremos construir un futuro viable para todos, institucionalizar al país.

4) Cualquier solución efectiva, estable y duradera de la actual situación tiene que ser política, esto es, construida a partir del rechazo a la tentación de la violencia como forma de dirimir los conflictos. Es imperativo rescatar en Venezuela a la Política como forma civilizada de resolver las crisis por encima de la pretensión de destrucción del otro.  En este sentido, somos partidarios de una salida democrática, electoral y constitucional a la crisis política de ilegitimidad originada en la usurpación del poder que ejerce Maduro. Rechazamos cualquier vía violenta como medio para superar la actual tragedia nacional, y exigimos el derecho al voto ciudadano libre para recuperar y ejercer la soberanía.

5) Es urgente destrancar el juego político de la situación que Gramsci describía como “empate catastrófico”, esto es, una etapa de la crisis de Estado en la que coexisten dos fuerzas políticas enfrentadas (en nuestro caso un bloque dominante y un bloque ascendente de cambio social), donde ninguna de las dos está en capacidad fáctica de superar a la otra, en detrimento del país que sufre entonces de parálisis y perpetuación de la crisis.

6) La pretensión del pensamiento único y de la imposición de la fuerza merecen el rechazo categórico de todos. Nadie tiene derecho a obligar al otro a que piense igual, y mucho menos puede ser criminalizado y reprimido el derecho humano sagrado a tener opinión propia y a expresarla libremente.

7) El diálogo y la negociación con quienes piensan distinto y a quienes se adversa es un producto de la evolución humana, y constituye una herramienta esencial en el morral de quienes luchan por una sociedad justa e incluyente. El debate, a pesar de las naturales diferencias, no sólo debe aceptarse sino estimularse, porque la riqueza de los pueblos se nutre de la tarea constante de construir juntos a partir de su diversidad y heterogeneidad.

8) Cualquier propuesta política de cambio y cualquier proyecto de superación de la crisis tiene que tener como absoluta prioridad la atención preferencial al sufrimiento social y económico de la población. Lo social es lo primero, lo más importante y lo más urgente.

Seguramente habrán más, pero éstas son las primeras 8 áreas, temas o convicciones en las que –a partir de los encuentros informales realizados hasta ahora- existe coincidencia entre la oposición democrática y sectores identificados con el chavismo pero que, por estas mismas razones, se están alejando, del madurismo como modalidad fascista de dominio.

Sí hay por los momentos una diferencia temporal. Algunas de estas organizaciones y sectores provenientes del chavismo creen, al menos por ahora, en la conveniencia de participar en el evento electoral organizado por el madurismo para diciembre, como una forma de impedir que éste se quede con la totalidad de la Asamblea Nacional y lograr un poder legislativo más plural.  A estos sectores (distintos a los “alacranes” y corruptos que se han vendido para cohabitar con la dictadura) les respetamos pero por supuesto no coincidimos. La oposición democrática en su totalidad está convencida que con las actuales condiciones es imposible que la voluntad ciudadana pueda expresarse, y que lo de diciembre es cualquier cosa menos una elección.  Luego de ese evento y verificada, incluso por ellos, su naturaleza fraudulenta y antidemocrática estamos en la obligación moral de reencontrarnos para seguir el camino de construir la unidad superior de la nación.

Habrá por supuesto algunas pocas personas que o no entiendan o incluso critiquen estos encuentros. Están en su derecho. Sin embargo, es necesario insistir en un argumento crucial. La construcción de un país viable pasa por el necesario reconocimiento mutuo de sus integrantes. Para ello es necesario reducir el desconocimiento de los venezolanos entre sí, que no solo nos hace más vulnerables como nación sino más desiguales como pueblo.  Y esta tarea pasa por el combate a los estereotipos y prejuicios que nos debilitan. De hecho, desmontar la creada arquitectura de estereotipos y prejuicios entre venezolanos es hoy una de las tareas más urgentes por emprender.

Parte de nuestros problemas para construir una sociedad adulta, tiene que ver con las dificultades e incapacidad para reconocer nuestra enorme complejidad social, y privilegiar las muchas cosas que nos unen por encima de las pocas que nos separan.  Por eso nuestro reto es intentar construir juntos siendo distintos, porque  la riqueza de una sociedad proviene precisamente de la diversidad de sus miembros.

Solo desde allí, del conocimiento, reconocimiento y aceptación del otro, es posible generar la fortaleza social necesaria para las necesarias transformaciones hacia la libertad y la justicia.

22-10-20

https://www.elnacional.com/opinion/ocho-semejanzas-y-una-diferencia/

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