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martes, 29 de diciembre de 2020

“Llevo tu luz y tu aroma en mi piel”, por @raguilera68


Reinaldo Aguilera 28 de diciembre de 2020

@raguilera68 

Nos encontramos ya en la recta final de un año horrible para muchos, en estas fechas parece que en definitiva llegamos al final de un juego tenebroso del destino, una especie de callejón sin salida.

La gente buscando sobrevivir, tratando de lograr algo de alegría en nuestra Venezuela; sin embargo, a pesar de los esfuerzos, el régimen chavista sigue implementando sus políticas piratas de ensayo y error para ver si sale del hueco donde metió al país, cosa que parece imposible por ahora.


Las noticias diarias no tienen nada de positivas, por donde se miren son en un 99% negativas para todos, lo que incluye, sin dudas, hasta a los más fervientes seguidores del gobierno, que se quejan por los perniles podridos que les envían. De verdad que uno ya no sabe qué pensar de esa gente.

Ya es una costumbre observar cómo los “chavistas-maduristas” se dirigen directamente a Nicolás por las redes sociales, diciéndole lo mal que la están pasando, lloriquean por los constantes engaños y, aun así, el mal gobierno simplemente se ríe y sigue en su estrategia de destrucción a todo nivel.

Con el manejo de la emergencia respecto al coronavirus, la historia es la misma. En unos días tan importantes para los venezolanos muchos se encuentran, sencillamente, atrapados por no poder ir a estar con sus seres queridos.

El asunto de la cuarentena se maneja a pleno antojo del régimen, otros andan en la calle como si nada.

Todo gira, entre otras cosas, en torno a los altos costos del transporte. ¡Y no se diga del asunto con los vuelos nacionales e internacionales! No hay transporte confiable y los pocos que se consiguen no son accesibles para la mayoría, por no tener un salario que les alcance. Esa es la realidad de la navidad 2020.

Con una verdad tan grande como el sol mismo, por otra parte, están los millones que desde lejos observamos el desastre, añorando estar junto a los nuestros, pensando en el día en el que todo acabe y estemos con nuestros seres queridos, amigos y conocidos. Ese es otro aspecto humano y sumamente importante que casi nadie menciona.

Vienen a mi mente fragmentos de la canción Venezuela, letra y música de Pablo Herrero Ibarz, junto a don José Luis Armenteros, pensando en el desierto de Falcón, mis selvas de Guayana, en la nieve de Mérida, y cómo se me arruga el corazón al recordar esa última mirada que di antes de que el avión girara frente al mar en la Guaira. Definitivamente llevo aún el horizonte en mis ojos, como dice la canción.

Por el momento nos toca, como dice mi querida Maryorie allá en Santa Mónica: “Rezar, esperar y no preocuparse”.

Dios siempre está de nuestro lado y nos acompaña; también debemos intentar buscar un punto de equilibrio, en medio de todo lo que sucede y ver lo positivo que tan amarga experiencia nos pueda dejar, del mismo modo sacar algún aprendizaje de todo lo que estamos viviendo.

Aprovecho esta columna para dar las gracias a “todos” quienes hacen posible que continuemos escribiendo, a mis fieles lectores que saben quiénes son y de manera especial a los que tan amablemente publican las cosas que escribo semanalmente y al equipo que les acompaña. Mi efecto y agradecimiento siempre. Quisiera mencionar a cada uno, pero no hace falta, pues sé que ustedes reciben mi mensaje. Así de simple y sencillo.

¡Y si un día tengo que naufragar

Y el tifón rompe mis velas

Enterrad mi cuerpo cerca del mar

En Venezuela!

¡Feliz Navidad 2020 en familia!

Reinaldo Aguilera

@raguilera68  

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