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viernes, 25 de diciembre de 2020

Rompiendo el silencio por @cecodap @fernanpereirav

 Por Fernando Pereira

El joven José Antonio Godoy sacudió el inconsciente colectivo con sus denuncias como víctima de un pederasta. Todo comenzó cuando tenía 10 años y, un allegado a la familia, valiéndose de su cercanía abusó de él durante varios años. La denuncia ha sido secundada por otras víctimas del mismo perpetrador, Leonardo Herrera.

Una persona que participa en actividades deportivas, campamentos, con habilidades para socializar, ganarse la confianza de los familiares, manipular a las víctimas, hacerles ver que todo está bien, es natural y, cuando ya son adolescentes, hacerlos sentir corresponsables, que todo fue bajo su consentimiento.


Esta denuncia nos ratifica que solo se habla del tema  cuando surgen los problemas. No hay o es muy débil la prevención. La educación sexual brindada en los colegios suele centrarse en lo biológico, reproductivo y para evitar las infecciones de transmisión sexual;  no se imparte como eje transversal en los diferentes niveles de educación.  

Se cree que abuso sexual es solo penetración. El abuso sexual es toda acción en la que una persona con más poder utiliza a otra para satisfacerse. El abusador puede realizar el acto mostrando los genitales, invitando a ver películas pornográficas o grabar videos de contenido sexual, así como con manoseos, masturbación, penetración oral, anal o genital con objetos o partes del cuerpo (dedos, pene). La violencia sexual también se expresa a través de la explotación sexual cuando los y las adolescentes son utilizados para obtener dinero o cualquier otro beneficio a cambio del intercambio sexual. 

El abuso sexual puede realizarse con violencia, amenazas, engaños o a cambio de privilegios, premios. 

Un delito cuyo cómplice es el silencio. La Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA) establece que quien realice o participe en actos sexuales con adolescentes, sin su consentimiento, será penado; sin embargo, hay que considerar que no siempre el o la adolescente está preparado para defenderse del acoso de otras personas adultas y detrás de un aparente consentimiento puede haber miedo, vulnerabilidad, intimidación. 

También los varones son víctimas de abuso. Ciertamente quienes son más agredidas son las mujeres; pero el caso que mencionamos al inicio corrobora que también se da la violencia sexual contra varones y tiende a silenciarse especialmente cuando es perpetrada por otro hombre, por temor a que se pueda poner en duda la orientación sexual de la víctima por todos los prejuicios sociales existentes.

Poco se habla sobre el abuso sexual. Por desconocimiento los adolescentes pueden ser víctimas de hostigamiento sexual, personal o virtual, pudiendo sufrir un daño físico o emocional.

En las familias y centros educativos son pocas o nulas las oportunidades, con algunas excepciones, para hablar sobre este tema.

¿Qué podemos hacer?

Informar y formar sobre salud sexual y reproductiva. Según la ley, todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser informados sobre su sexualidad para que puedan adquirir una conducta sexual, una maternidad y paternidad responsable, sana, voluntaria y sin riesgos (Art. 50 LOPNNA).

Denunciar situaciones de violencia sexual. Estas prácticas constituyen un delito que no puede ser resuelto a través de conciliación o negociación con el victimario. Es necesario que la víctima cuente con apoyo y tratamiento psicológico oportuno.

El Tribunal Supremo de Justicia dictaminó de manera vinculante (Sentencia N° 91, Marzo 2017) que no prescriban los delitos sexuales contra niños y adolescentes. Es así que una vez que cumplan los 18 años, las víctimas pueden hacer la denuncia. Disponen de varios años para hacerlo, pues el lapso de prescripción depende de la gravedad del delito. “Las razones de considerar la prescripción de una manera especial, es evitar la impunidad en el enjuiciamiento de estos delitos de violencia, dado que los estudios al respecto han determinado que las víctimas padecen lo que se denomina “traumatismo del silencio”, “traumatismo de incesto” o “traumatismo de pedofilia”; esto es, la tardanza de manifestar o exteriorizar el sufrimiento como víctima de ese hecho prohibido, que justifique la denuncia del delito”. El o la joven, adquieren la fortaleza para denunciar, toman conciencia del hecho o deciden hacerlo porque en su momento la familia no quiso.

La sexualidad genera mucha ansiedad y cuando la violencia está involucrada, más. Es un tema signado por el silencio. José Antonio con su testimonio rompe el silencio. Un signo de la época que vivimos, de luz en la oscuridad, de palabra cercana en el silencio. Es signo de esperanza para cientos de víctimas que sufren en silencio, es Navidad.

24-12-20

https://efectococuyo.com/opinion/rompiendo-el-silencio/


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