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martes, 26 de noviembre de 2024

El efecto Trump: las dictaduras de América Latina ya están entrando en pánico, por Arturo McFields


Arturo McFields 25 de noviembre de 2024

No tenemos que esperar hasta enero de 2025, el efecto Trump ya está en marcha.

En Venezuela, la dictadura de Nicolás Maduro está liberando a los presos políticos. En Nicaragua, Daniel Ortega y su esposa aprobaron una reforma constitucional radical que consolidó el poder. En Cuba, el régimen está intensificando su represión y vigilancia sobre sus ciudadanos.

Los autócratas están en modo de pánico.

En julio de 1980, el entonces candidato Ronald Reagan dijo: "Sabemos demasiado bien que la guerra no llega cuando las fuerzas de la libertad son fuertes, sino cuando son débiles. Es entonces cuando los tiranos son tentados".

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que promoverá la "paz a través de la fuerza", una estrategia que Reagan implementó como parte de su visión de política exterior. Y los vientos de cambio tienen temerosos a tiranos como Nicolás Maduro y sus compinches.

Maduro ha felicitado a Trump por su decisiva victoria, ha elogiado el civismo de los ciudadanos estadounidenses y le ruega a su archienemigo que dialogue. Con casi 2.000 presos políticos, el ungido de Hugo Chávez pide ahora clemencia. No está dispuesto a transferir el poder de una manera o forma democrática, pero el régimen quiere un nuevo comienzo.

Maduro ha escuchado a los mismos analistas y expertos en Washington que predijeron la derrota de Trump. Diferentes analistas juran y creen que habrá negociaciones, porque Trump, según ellos, es transaccional y le gustan los hombres fuertes como Maduro. Ese no parece ser el caso.

El régimen bolivariano chavista de Venezuela quiere repetir los juegos de sombras que jugó con el presidente Biden. Maduro es un dictador, pero no es estúpido. Prometió elecciones libres para que se levantaran las sanciones, se liberara a sus sobrinos narcotraficantes y se devolviera a su gerente financiero, Alex Saab, de la custodia estadounidense. Y, por supuesto, era mentira: de todos modos amañó las elecciones.

Ahora, Venezuela vuelve a estar hambrienta y sedienta de un nuevo acuerdo con Estados Unidos. Pero los tiempos han cambiado y hay un nuevo sheriff en la ciudad.

El nicaragüense Daniel Ortega también está en modo miedo. Las actividades de espionaje de su estado policial se han redoblado a todos los niveles, dentro y fuera de su partido. Está desterrando a sacerdotes, músicos y a cualquiera que se atreva a decir lo que piensa.

En 2018, durante la rebelión cívica en Nicaragua, el canciller Denis Moncada y el embajador Francisco Campbell llegaron arrastrándose de rodillas a la oficina del senador Marco Rubio  (R-Fla.), prometiendo diálogo y paz. Pero el régimen de Ortega nunca cumplió su palabra de elecciones justas.

Cuba, por su parte, ha respondido al miedo con más represión. El régimen, con 1.200 presos políticos y 65 años en el poder, sabe que se avecinan días amargos. La administración Trump, y en particular su anunciado secretario de Estado designado, conoce muy bien al régimen. Rubio es hijo de inmigrantes cubanos que vivieron de primera mano la brutalidad del régimen de Castro.

Cuba está sumida en la oscuridad y bajo represión. El Estado comunista no puede gestionar la industria ni los servicios básicos. Ha destruido los sectores agrícola y pesquero del país. La única excusa del gobierno para sus fracasos, que ya nadie cree, es que es víctima de un embargo internacional que ya no existe.

Rubio y el representante Michael Waltz (R-Fla.), elegido por Trump para asesor de seguridad nacional, son las dos pesadillas de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pondrán los abusos de estas dictaduras en la agenda de Trump. No olvidemos que estos regímenes son las principales causas de la migración masiva a Estados Unidos.

Y las relaciones de Cuba, Nicaragua y Venezuela con Irán, Rusia y China representan una grave amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. La nueva administración no apoyará la política de diplomacia blanda, el multilateralismo o la flexibilización de las sanciones. Esos días han terminado.

Los dos primeros años son primordiales. Este es el momento en que la administración tendrá todo el apoyo del Congreso para asegurar el fin de las tiranías comunistas. El tiempo es esencial. Una política exterior sólida y un enfoque de seguridad nacional serán componentes clave para garantizar cambios significativos en el hemisferio occidental.

Los líderes opositores de Cuba, Nicaragua y Venezuela ya han comenzado a acercarse a la administración Trump. Están convencidos de que tal vez esta sea la última oportunidad para deshacerse de las dictaduras y restaurar la democracia. Es el momento adecuado, y también lo es el liderazgo.

Manos a la obra.

Tomado de: https://thehill.com/opinion/international/5005815-trump-effect-autocrats-panic/


  

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