Carolina Jaimes Branger 18 de noviembre de 2024
El
exrector Benjamín Scharifker lo tiene claro. Y también en la Asociación de
Egresados. Va a costar sacar a la USB de la postración, pero el trabajo ya se
está haciendo. ¿El Estado va a hacer lo que le corresponde?
l más
que preocupante deterioro que ha experimentado la Universidad Simón Bolívar,
USB, es un reflejo del desafiante panorama que enfrenta la educación en todos
los niveles en Venezuela. Una institución que, en su momento, fue reconocida
como una de las mejores de América Latina y sobre la cual consultamos a
destacadas personas vinculadas al ámbito educativo para explorar en las causas
y consecuencias de esta situación, así como las posibles vías para rescatar y
revitalizar a esta casa de estudios que ha sido un pilar fundamental en la
formación de tantas generaciones.
Consultamos
a Benjamín Scharifker, quien desempeñó un papel fundamental como rector de la
USB, guiándola durante años de excelencia académica y prestigio internacional.
También a Mineau Reyes, presidenta de la Asociación de Egresados, quien ha sido
una firme defensora del legado de la universidad y su papel en la formación de
profesionales de alto nivel. Y para ofrecer una visión desde la experiencia
estudiantil, hablamos con Diana Mayoral y Jesús Del Vecchio, egresados que
vivieron de primera mano la riqueza académica de la institución en sus momentos
más destacados.
Benjamín
Scharifker, lo que había
–¿Cómo describiría la involución de la Universidad Simón Bolívar desde su época como rector hasta la actualidad?
-Cuando
uno entra al campus universitario de Sartenejas, lo primero que llama la
atención es que los jardines ya no existen. Solían estar esmeradamente
mantenidos. Ahora lo que se ve son árboles y arbustos moribundos y un descuido
total. La «Laguna de los patos», a la entrada de la universidad, desapareció.
El «Espejo solar», de Alejandro Otero, una estructura de siete metros de altura,
no se ve. Si todavía está ahí, si no lo han desmantelado, está oculto tras la
maleza que lo supera en altura.
Lo
segundo que impresiona cuando uno visita el campus es que no se ve un alma. La
Universidad Simón Bolívar llegó a tener cerca de 12 mil estudiantes, más de mil
profesores y un número similar de trabajadores administrativos, además de
obreros, concesionarios y proveedores. Hoy está desierta.
La
universidad reportó la inscripción de 1.614 estudiantes regulares en Sartenejas
y 650 en el Litoral para el trimestre septiembre – diciembre de 2024, lo cual
indica una deserción estudiantil de más de 80% con respecto al número de
estudiantes matriculados algunos años atrás. Y con respecto a los profesores,
la deserción es similar. Sumando salarios y bonos, sus remuneraciones a duras
penas alcanzan los 100 dólares mensuales. Considerando además las dificultades
de acceso tanto a Sartenejas y Camurí, la carencia de transporte público, la
falta también de transporte universitario y de servicios de alimentación, no
hay forma en la que profesores y estudiantes puedan mantener su actividad
académica como es debido. Los que aún lo hacen, hay que reconocerlo, son unos
verdaderos héroes y son los que, a fuerza de una voluntad y un ánimo
inquebrantables, mantienen viva a la universidad.
–¿Cuáles
eran las principales fortalezas de la Universidad Simón Bolívar durante su
gestión y cómo cree que se han visto afectadas?
-Teníamos
la percepción de que la universidad era una institución sólida. A lo largo de
medio siglo de funcionamiento habíamos consolidado una hermosa y funcional
planta física en los campus universitarios, habíamos podido incluso construir
una nueva sede en el Litoral después de que el deslave de 1999 arrasara sus
edificaciones, y ponerla en funcionamiento con programas académicos y una
plantilla profesoral vigorizada.
Habíamos
logrado implantar políticas de ingreso, permanencia, progreso y egreso de
estudiantes y profesores que aseguraban la calidad académica y el prestigio de
la USB en los ámbitos académicos, sociales y económicos tanto de Venezuela como
en el exterior. Manteníamos relaciones fluidas con el sector productor de
bienes y servicios y realizábamos con y para ellos importantes proyectos a
través de la Fundación de Investigación y Desarrollo, el Parque Tecnológico
Sartenejas y otras instancias universitarias. Contribuíamos también
significativamente al desarrollo social a través de programas de extensión,
cultura, deportes, la editorial Equinoccio, los bomberos universitarios, y de
muchas otras formas.
Siendo
una universidad relativamente pequeña, de la Universidad Simón Bolívar
se originaba cerca de 15% del conocimiento que se producía en Venezuela.
Teníamos laboratorios bien equipados, talleres, bibliotecas con libros,
suscripciones a revistas, comunicaciones y accesos a la información acordes con
los programas académicos de la institución. Ofrecíamos servicios estudiantiles
que incluían becas, alimentación, transporte, proveeduría y un sistema de
residencias, y administrábamos también la cobertura de los riesgos de salud y
la previsión social de nuestro personal.
Como
cualquier otra institución en nuestro país o en cualquier otra parte del mundo,
confrontábamos constantemente conflictos y problemas, pero teníamos los
mecanismos y estructuras para resolverlos apropiadamente y salir adelante.
Ahora ya no disponemos de esos mecanismos.
A lo
largo de la docena de años que estuvo al frente de la institución, el rector
Planchart tuvo que enfrentar la negación de presupuestos por parte del
Ejecutivo nacional, la centralización de los recursos de funcionamiento en la Oficina
de Planificación del Sector Universitario, la eliminación de los seguros de
salud y los sistemas de previsión social en las universidades, el pago de la
nómina del personal a través del Sistema Patria, y un sinnúmero de limitaciones
que fueron mermando las capacidades operativas de la institución.
El
golpe mortal a la gobernabilidad de la USB ocurrió hace más de tres años tras
el fallecimiento del rector Enrique Planchart, con la designación arbitraria
por parte del Consejo Nacional de Universidades de un rector y dos
vicerrectores interinos. En concordancia con la Ley de Universidades y el
Reglamento de la Universidad, las autoridades interinas han debido convocar a
la elección de un nuevo equipo rectoral dentro de los 180 días de su
designación, cosa que por supuesto no han hecho. Sin auctoritas ni
capacidad para generar consensos dentro de la institución, estas autoridades
interinas no tienen cómo dirigir la institución hacia el rescate de su
esplendor.
–¿Cuáles
considera que son las principales causas del deterioro actual de la Universidad
Simón Bolívar?
-De
alguna manera esto ya lo respondí en la pregunta anterior cuando me referí a
cómo se han visto afectadas las fortalezas de la institución. Entre sus
fortalezas fundamentales está el mecanismo de gobernanza matricial, en el que
ninguna decisión puede ser tomada por una instancia sin involucrar a otras, lo
cual obliga a la generación de consensos. La imposición de autoridades
interinas que debieron durar a lo sumo seis meses y ya llevan más de tres años
sin convocar a elecciones rectorales es una de las principales causas de su
actual deterioro. La carencia de recursos, la precariedad de los
salarios, la falta de servicios, que también se deben a decisiones arbitrarias
tomadas por el Ejecutivo nacional, son también causa importante del deterioro.
La emigración de profesores y estudiantes hacia otros países también ha
contribuido y, por último, la pandemia de Covid-19. La universidad no tuvo
capacidad real para sostener su funcionamiento durante la pandemia, entró en un
estado catatónico, suspensión de la que todavía no ha salido porque, en medio
de la parálisis pandémica, quedó acéfala.
–¿Hubo
alguna señal o evento específico que marcó el inicio del declive?
Sí. En
2009 se aprobó la Ley Orgánica de Educación, se centralizó en la Oficina de
Planificación del Sector Universitario la asignación de estudiantes a las
universidades nacionales prohibiéndose las pruebas de ingreso, y a partir de
ese año se redujeron sustancialmente los presupuestos universitarios. En ese
año se inició también la grave contracción económica de Venezuela, producto de
las expropiaciones y nacionalizaciones y de la imposición de controles a las
actividades económicas, produciendo una crisis de inflación, desempleo y
escasez que disparó la emigración masiva de venezolanos. En ese año se enmendó
también la Constitución para permitir la reelección presidencial indefinida,
resquebrajando fuertemente el sistema de pesos y contrapesos, alejando la
posibilidad de la alternabilidad en el ejercicio del poder y rompiendo
definitivamente el hilo democrático. La señal o evento específico que marcó el
inicio del declive de la Universidad Simón Bolívar fue el autoritarismo.
–¿Qué
medidas cree que podrían implementarse para recuperar la calidad y el prestigio
de la universidad?
-La
calidad y el prestigio de la universidad son del tamaño de la calidad de sus
profesores y sus estudiantes, y lo que atrae a profesores y estudiantes a la
USB es la actividad académica. Por tanto, para recuperar la calidad y el
prestigio de la universidad es necesario recobrar la actividad académica que en
el momento actual permanece severamente disminuida. Entonces hace falta
restablecer los transportes estudiantiles y de personal, los servicios de
alimentación en el campus, la biblioteca, los laboratorios, los talleres, los
edificios, los campos deportivos, las becas, los salarios, el seguro de
hospitalización, cirugía y maternidad… Debemos restablecer la confianza y para
ello, la elección de nuevas autoridades es una urgente necesidad. Si la
Universidad no es capaz de atraer y retener a sus profesores y estudiantes, la
Universidad no podrá recuperar su calidad y prestigio.
-¿Cómo
podría la comunidad universitaria, incluyendo a ex alumnos y docentes,
contribuir a este proceso?
-Sabemos
que la recuperación de la Universidad no puede esperar a que llegue ayuda de
afuera, debemos empezar por algún lado. A principios de los años noventa del
siglo pasado, con la democracia venezolana ya haciendo aguas, fuimos a visitar
a Ernesto Mayz Vallenilla, quien desde hacía años se había alejado de la USB.
Queríamos traerlo de vuelta. Pensábamos que, frente a las incertidumbres y las
amenazas, su presencia fortalecería a la universidad. Le ofrecimos doctorados
honoríficos y otras distinciones, no aceptó ninguna. “Nómbrenme jardinero”,
ripostó.
Nos
reímos. No se rían, dijo, Platón fundó su escuela en el jardín de Academo, en
las afueras de Atenas. De ahí viene el nombre de la Academia y el jardín es
fundamental porque ahí preparamos la tierra, sembramos la semilla, la regamos
para que germine, cuidamos la planta, florece y nos da el fruto, que finalmente
nos devuelve la semilla que podemos volver a plantar. Así que el jardín es
importante, es lo más importante, nómbrenme jardinero. Y así fue Mayz
Vallenilla nombrado jardinero de la Universidad Simón Bolívar.
Empecemos
por el jardín, acomodémoslo. Durante décadas la USB logró
mantener sus jardines impecablemente con mínima erogación del presupuesto de la
institución.Parte del mantenimiento se solía hacer bajo los auspicios del señor
Martín Da Silva, coordinador del vivero que funciona en Sartenejas, que con la
tecnología apropiada y en ambiente protegido producía hortalizas de alta
calidad, procurando a la vez recursos que aplicaba en favor de los jardines de
la Universidad. Asimismo, el Laberinto Cromovegetal, obra icónica de Carlos
Cruz Diez, más de cincuenta mil plantas en colores rojo, verde y amarillo, cuyo
cuido y mantenimiento estuvo durante años a cargo de la Asociación de Amigos de
la USB. Exalumnos y docentes no podemos por nuestra cuenta, de sopetón,
restablecer salarios, contratar HCM, reabrir la biblioteca o revertir la
desinversión en los laboratorios. Pero debemos empezar a hacerlo porque el
Estado por sí solo no puede ni podrá.
Tenemos
que acostumbrarnos a la idea de que es toda la sociedad la que debe
involucrarse en el desarrollo y sostenimiento de la universidad, en particular
sus egresados y las comunidades y empresas en las que se desempeñan, tanto en
Venezuela como en el exterior. Así que empecemos por ahí, ocupémonos de los
jardines: preparemos la tierra, sembremos la semilla. Hagamos del campus un
lugar atractivo para profesores y estudiantes, abramos la puerta para la
recuperación de la actividad académica, para el renacimiento de la USB.
Mineau
Reyes, presidenta de la Asociación de Egresados
–¿Cuál
es el papel actual de los egresados en el apoyo a la universidad?
-Los
egresados de la Universidad Simón Bolívar siempre hemos estado activos apoyando
proyectos que contribuyan a la continuidad académica y administrativa de la USB
y en defensa de la excelencia y de sus valores y principios rectores.
Fuimos
pioneros, ya que la Asociación de Egresados de la USB (AEUSB) es la primera
asociación de egresados del país, tanto de universidades públicas como privadas
en Venezuela y está celebrando su 30 aniversario. Seguimos siendo pioneros en
los proyectos y programas de apoyo en beneficio de la comunidad universitaria
de egresados, estudiantes, profesores y administrativos que lleva adelante la
AEUSB. Ante la crítica, difícil y prolongada crisis financiera e institucional
de la universidad, los egresados han asumido un importante rol de apoyo a la
institución y la comunidad universitaria.
-¿Existen
programas o iniciativas lideradas por egresados para contribuir
a la recuperación de la universidad?
-Hay
varios programas y proyectos de apoyo liderados por la Asociación de Egresados.
En
el área académica propusimos el Programa Egresado-Docente,
dentro del Proyecto “Volver a la Simón” y promovimos el Reglamento de “Profesor
Invitado”, aprobado por el Consejo Directivo, para la participación e
incorporación de egresados residenciados dentro y fuera del país como
“Profesores ad-honorem”, para suplir las vacantes de los profesores que
migraron y evitar el cierre de asignaturas. A través del «Programa Todos por la
Simón» se realiza la donación de equipos, materiales y apoyo y patrocinio de
actividades y requerimientos de profesores, administrativos, estudiantes y
organizaciones estudiantiles, la reparación de equipos de laboratorios, la
dotación de equipos de impresión y computadoras a salas de lectura y consultas
y otras dotaciones a través de este fondo de proyectos.
En
el área institucional, a través del «Programa Conecta a la Simón»,
en alianza con empresas y corporaciones privadas, se implementó el préstamo de
equipos de computación y comunicaciones para el trabajo a distancia de personal
docente y administrativo de manera de contribuir a la continuidad académica y
administrativa de procesos clave para la USB, también apoyamos con el «Programa
de Manejo del Cambio» al personal administrativo ante la importante reducción
del personal en funciones en la USB, que hasta el momento es de casi 40%.
También
es de destacar el apoyo institucional a la USB, en la defensa de la autonomía
universitaria, para la realización de elecciones libres de autoridades
rectorales, suspendidas desde 2013, promocionando foros de debate en la
comunidad, recogiendo firmas de apoyo, realizando consultas a egresados sobre
la propuesta de reglamento electoral y participando en la formulación y entrega
del Reglamento Temporal de Elecciones al consejo directivo y a la ministra de
Educación Superior, en ese momento Sandra Oblitas. Hemos insistido en la
importancia de la renovación de autoridades y el liderazgo académico, sin que
haya sido atendida esta solicitud.
Confiando
en que las limitaciones presupuestarias y debilidades institucionales de la USB
podrán ser superadas en el futuro, la AEUSB está desarrollando el proyecto de
fortalecimiento institucional “La transformación de la USB”, que tiene por
objeto debatir las propuestas de nuevos modelos de modelaje académico, de
enseñanza, de trabajo a distancia, de utilización de tecnologías y sistemas de
comunicación para la automatización de procesos. También incluye revisar y
proponer nuevos modelos de gestión, administración y financiamiento mixto, con
la participación del Estado, del sector empresarial privado y de la sociedad
civil. Organizar a la USB como una corporación para emprender servicios en la
economía global del conocimiento, generar valor a través de sus fundaciones e
institutos con el apoyo de sus egresados, para la diversificación de ingresos
que apuntalen su sostenibilidad operativa y financiera, a través de la
iniciativa «Programa USB Mundo».
La
idea es repensar a la USB para asegurar la formación de profesionales con los
más avanzados conocimientos, generadores de cambio y desarrollo sostenible,
respetando al medio ambiente, que promuevan la elevación de las condiciones y
calidad de vida de la sociedad, que estén comprometidos con el desarrollo del
país. El proyecto será sometido a la consideración y aprobación del Consejo
Directivo de la USB. Confiamos en lograr, como dice su lema original, que la
Universidad Simón Bolívar continúe siendo “La universidad del futuro”.
En
el área social, mantenemos con el apoyo de egresados y padrinos
corporativos desde hace 16 años el «Programa de Becas Aquiles Nazoa», otorgadas
a estudiantes de alto desempeño académico con condiciones socio económicas que
ponen en riesgo la terminación de sus estudios de pregrado. Desde el año pasado
implementamos el «Programa de Becas de Verano» para estudiantes de cursos de
verano para recuperación de materias sobre todo de estudiantes de primer año.
Igualmente, para mejorar las condiciones de vida de los profesores creamos
desde el año 2021 el Fondo de Seguridad Social y de Salud de Profesores en
alianza con la Asociación de Profesores (APUSB) y la Federación de Centros de
Estudiantes (FCEUSB) para prestar los servicios de atención médica domiciliaria
y ambulancias, administrado por el Instituto de Previsión de Profesores (IPP).
La
AEUSB ha establecido alianzas con organizaciones y empresas privadas para
ofrecer beneficios especiales a los egresados afiliados a la asociación, en la
inscripción a cursos, seminarios y conferencias de mejoramiento profesional.
También ofrece una póliza colectiva de salud para egresados y sus familias;
recientemente se extendió el plan de seguros a toda la comunidad de la USB.
En
el área de infraestructura, ante la precariedad de las
instalaciones y servicios del campus universitario, se ejecutó la recuperación
de servicios básicos, con el apoyo de egresados y de empresas privadas aliadas
de los sistemas de drenaje y aguas, así como la reparación parcial de la red de
distribución de agua, a través de un financiamiento otorgado por la CAF con la
AEUSB como ejecutor del proyecto. Igualmente, se ejecutaron reparaciones del
sistema de distribución de electricidad y la recuperación de infraestructura de
algunas edificaciones.
-¿Cómo
describiría la relación actual entre los egresados y la universidad?
-A
través de la Asociación de Egresados participamos con la comunidad en el
patrocinio de actividades, ofrecemos cursos de mejoramiento profesional,
realizamos proyectos institucionales, mantenemos programas sociales y
académicos, ejecutamos proyectos de recuperación de infraestructura,
actividades deportivas, etcétera. El egresado cuenta con el aprecio y
reconocimiento de nuestra comunidad.
La
situación de la Universidad Simón Bolívar requiere de grandes inversiones para
la recuperación de servicios, infraestructura, política salarial y de
beneficios a su personal docente administrativo y obrero que no se pueden
resolver sino con la acción mancomunada de diversos actores, principalmente del
Estado a través de un adecuado plan de presupuesto.
Igualmente,
los propios egresados, disfrutan de los beneficios que ofrecemos y confiando en
nuestro desempeño y rendición de cuentas, financian los programas y proyectos
que llevamos adelante.
-¿Qué
acciones se están tomando para fortalecer esta conexión?
-Ese
esfuerzo es permanente y se ha construido a base de trabajo y resultados
positivos y efectivos. Somos parte integral de la comunidad y la relación que
mantenemos es de confianza, compromiso y pertenencia con la USB. Los egresados
de la USB somos más de 47.000, de ese total más de 60% está residenciado y
trabajando fuera del país, lo que significa que mas de 30.000 egresados han
migrado y forman parte de la llamada diáspora. Eso ha requerido un importante
esfuerzo por parte de la AEUSB de ubicación, comunicación y motivación para
mantener la conexión con el país y la universidad.
-¿Cómo
pueden los egresados que residen en el extranjero colaborar con las
iniciativas de recuperación de la universidad?
-Como
parte de ese permanente esfuerzo de comunicación y conexión con nuestros
egresados en el exterior por parte de la AEUSB, a final de noviembre tenemos un
evento en Madrid para presentar los proyectos institucionales que lleva
adelante la AEUSB y el tema del evento es: «La red de talento de la universidad
del futuro, encuentro y reflexiones de los egresados USB en el exterior». Se
presentarán varias ponencias, se presentará la alianza con la Asociación
Hispano Venezolana de Ingenieros y Arquitectos y la Comisión de Actividades en
España de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela y se
entregarán botones de aniversario de graduados a un grupo de 180 egresados,
hasta el momento, de manera presencial y virtual. En este evento se plantearán
varias acciones para que participen y se integren activamente en los proyectos
que estaremos presentando.
-¿Han
establecido alianzas con otras organizaciones o universidades para apoyar
a la USB?
Tenemos
alianzas corporativas que permiten la realización de actividades de apoyo a la
comunidad como, por ejemplo, nuestra alianza con Conindustria, así como con
organismos multilaterales como la Corporación Andina de Fomento (CAF) que
permitió el financiamiento de las obras de Dotación de Suministro Sustentable
de Agua Potable a través de un préstamo no reembolsable otorgado por la CAF.
Con
las alianzas logradas esperamos impulsar el «Proyecto USB Mundo» para la
diversificación de ingresos que apuntalen la sostenibilidad operativa y
financiera. La universidad financiada 100% por el Estado ya no es posible,
factible ni sostenible.
Diana
Mayoral y Jesús Del Vecchio, egresados
–¿Cómo
fue su experiencia estudiando en la Universidad Simón Bolívar y qué impacto
tuvo en su vida profesional?
-DM:
Mi ingreso en la USB fue un shock total. Venía de un colegio católico de puras
niñas y me encontré con una diversidad con la que nunca había vivido. Eso me
sirvió de mucho para poder aprender lo que es realmente el mundo. Ahí aprendí,
además, que la educación es un continuo y que no podemos nunca dejar de
aprender.
1.
JDV:
Estudiar mi carrera de ingeniero en la USB fue maravilloso. Mi vida estudiantil
estuvo llena de actividades como estudiante, participando en los deportes y de
manera social con mis compañeros de promoción y de otros años dentro de la
universidad. Mi formación como ingeniero me permitió desarrollarme en mi vida
profesional de manera exitosa y hoy puedo decir que gran parte de mis logros
profesionales se debieron a la formación que tuvo base en mi casa, mi colegio y
mi universidad.
–¿Qué
recuerdos o anécdotas guardan con más cariño de su época universitaria?
-DM:
¡Tantos recuerdos, tantas anécdotas! Los sobrenombres de los profesores y los
alumnos, por ejemplo. Las múltiples horas que pasábamos todos conviviendo
dentro de la universidad, fueron momentos maravillosos que nos fundieron, como
si fuéramos una gran familia, y que hasta el día de hoy hace que nuestra
amistad perdura.
2.
JDV:
Recuerdo con gran satisfacción mis días en la USB compartiendo en las clases,
estudiando en grupos y luego irnos de bonche, los juegos de futbolito, béisbol
y los paseos en grupo a diferentes lugares de Venezuela y, muy especialmente,
un par de viajes a Margarita donde estuvimos más 40 personas de diferentes
carreras compartiendo en unas vacaciones de trimestre.
–¿Cómo
perciben la situación actual de la universidad desde su posición como
egresados? ¿Qué sentimientos les genera ver el estado actual de su alma mater?
-DM:
Había escuchado muchos cuentos del estado de deterioro de nuestra universidad,
pero nada te prepara para lo que yo encontré. Está en total abandono. Los
jardines que fueron espectaculares, están todos recrecidos. Las obras de arte
necesitan mantenimiento. Pero lo que más me afectó fue ver que no hay
estudiantes ni profesores: esa vibración que producen los seres humanos cuando
están interactuando no está presente en la universidad, y eso da un dolor muy
grande.
JDV:
Muy triste y a la vez preocupante el ver a nuestra Alma Mater en un estado
deplorable de su infraestructura por falta de presupuesto y por haberse
presentado una situación de conflicto por su dirección y orientación. Se perdió
el norte y las prioridades de formación y desarrollo de profesionales cada vez
es más precaria. Hoy la autonomía universitaria en la USB no existe. Todo esto
me genera tristeza, impotencia por querer ver y lograr un cambio hacia lo que
fue la USB de los años 70, 80 y 90. Además, esto está impactando la formación
de profesionales en áreas científicas y otras de interés para la nación. Lo más
triste que no estamos firmando nuevas generaciones que puedan reemplazar a los
que estamos próximos a retiro y eso es muy preocupante para mí.
–¿De
qué manera creen que pueden contribuir personalmente al mejoramiento de la
universidad?
-DM:
En la Universidad Simón Bolívar está todo por hacerse. Yo comenzaría por
decretar un estado de emergencia para concientizar sobre lo que está
ocurriendo, que no es normal. Hay que tomar medidas drásticas y urgentes para
poder recuperar lo que queda de ella.
JDV:
Hay varias iniciativas que hemos estado tratando de desarrollar para mejorar la
situación de la USB y de hecho a través de la AEUSB hemos aportado fondos de
los egresados y de donaciones privadas para ayudar en el mantenimiento de
algunos servicios básicos para su funcionamiento. Sabemos que han sido
paliativos, la USB hoy requiere de un presupuesto muy alto que permita ponerla
operativa y a operar dignamente.
–¿Están
involucrados en alguna iniciativa específica para apoyar a la USB?
-DM:
Soy parte de la Asociación de Egresados de la Simón Bolívar. Y adicionalmente
acabo de ser electo como miembro suplente al Consejo Directivo, desde donde
espero poder influir en las decisiones de rescatar a la universidad.
JDV:
Sí lo estamos. Tenemos un grupo de egresados que participamos en la AEUSB y
otros estamos integrados a los diferentes comités o consejos donde se discuten
temas relacionados a la operación universitaria. En lo particular, opino que
estas participaciones no han logrado todo lo esperado por la comunidad
universitaria, debido a la falta de coordinación y entendimiento con las
actuales autoridades y la no disponibilidad del presupuesto que requiere la
USB. La USB no escapa de la problemática actual del país y también se puede
palpar la migración de estudiantes, profesores y empleados administrativos para
su correcto funcionamiento. Recientemente se efectuaron las elecciones para
representantes de los diferentes actores que hoy forman la comunidad
universitaria, en la cual fui reelegido para representar a la USB en el Concejo
Superior Universitario y espero con ansias que en este periodo podamos
reactivar y trabajar de manera armoniosa todos los que lo conformamos y así
poder encaminar a la USB para que cumpla la misión para la cual fue creada.
Tomado
de: https://elestimulo.com/educacion/2024-11-18/rescatar-a-la-usb-egresados/
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