Laureano Márquez 18 de noviembre de 2019
@laureanomar
“En España, de cada diez cabezas,
nueve embisten y una piensa”
nueve embisten y una piensa”
Antonio Machado (Poeta Español
Realmente
España es un país de difícil comprensión, incluso para nosotros los
hispanoamericanos. Sánchez es el presidente de un gobierno denominado “en funciones”, porque no ha podido, desde
que sacaron a su antecesor, ser presidente con todas las de la ley (aunque
algunos prefieren llamarlo “en defunciones”, por aquello de que, de momento, su
único logro ha sido desenterrar a Franco). Negado rotundamente (“no es no”) en
los meses precedentes a formar gobierno con el partido de Pablo Iglesias, tras
múltiples negociaciones sin acuerdo, convocó
a unas nuevas elecciones, para ver si, en una de esas, no necesitaba el apoyo
de nadie. Resulta que en las elecciones que acaban de hacer, a pesar de que
tanto el partido Socialista como Unidas Podemos, redujeron su votación,
lograron en menos de 48 horas el acuerdo -que en meses no habían alcanzado-
para formar gobierno y con Iglesias -nada menos- que de vicepresidente.
Para
Venezuela esto es una mala noticia. Pablo Iglesias apuntala incondicionalmente
todas las dictaduras Iberoamericanas, apoyó y asesoró el chavismo en nuestro
país y -a su vez- fue financiado por él para torcer el rumbo de España (otro
logro post mortem del comandante eterno). Suponemos que la política de España
hacia Venezuela cambiará para pasar de la alcahuetería actual, al abierto
respaldo. De hecho, no es casual que el primer mensaje haya sido para nosotros
la tocata y fuga del Pollo Carvajal, cuya extradición solicitaba los Estados
Unidos. Parece que todos en la madre
patria se asombraron de que Carvajal supiese de la sentencia de la Audiencia
Nacional, encargada de tramitar su extradición, antes que nadie. Risible
asombro, a los venezolanos ya nada nos sorprende, menos de alguien de la calaña
del personaje, portador de pasaportes falsos, especialista en
contrainteligencia militar (que en nuestros países quiere decir brutalidad
contra civiles) y en todo tipo de ilegalidades. Curiosamente, en vísperas de
tan trascendente decisión, el gallinero de Carvajal en Madrid, permanecía sin
vigilancia y ahora que se ha fugado han puesto un riguroso control policial en
su casa, (je,je,je) será para evitar que regrese, dice uno.
Eso
de que nadie aprende en cabeza ajena es una gran verdad. Los españoles
consiguieron luego de la muerte de Franco, un gran acuerdo para la construcción
de una de las naciones de mayor avance, progreso y bienestar del mundo,
orgullosa de su diversidad cultural. En estos tiempos todos los bandos
politicos, aunque a veces incluso lo ignoren, se han puesto de acuerdo para
destruirla. Sánchez necesita, además de el de Iglesias, el apoyo de los
separatistas. Algo muy propio de la contradicción del alma española: “para
formar un gobierno en España, se requiere del apoyo de los que no creen en
ella”. Si yo fuese independentista catalán consideraría que no hay mejor
momento que este para mis (des)própositos.
La diáspora venezolana no sale de un susto, en
Argentina vuelven la Kirchner, Chile se desestabiliza, en Perú y Ecuador
nuestra presencia no es del todo grata, México asusta, Trump pone restricciones
a los asilos, que supone uno España comenzará a negar. Para un venezolano,
emigrar se está convirtiendo en casi lo mismo que “cambiar de camarote en el
Titanic”. No está fácil, nos va quedando Islandia, Groenlandia y los países
escandinavos. Ese cuento de que “España
no es Venezuela” con el cual los españoles evalúan lo que les sucede, no
consuela a ningún venezolano. Nosotros, que dijimos al comienzo de esta
pesadilla nuestra con mucha seguridad y no poca vanagloria: “Venezuela no es
Cuba”, mira ya por dónde vamos.
Es
curioso comparando a España y América podríamos decir que tanto la pobreza como
la abundancia extrema, producen monstruosidades políticas. En america se es de
izquierda por estar mal y en España por estar bien. Devolver la política al terreno del
pensamiento visionario y lúcido, sustentado en ideas y principios, para
arrebatarselo a la embestida oportunista del populismo demagógico, parece ser
la tarea más urgente de la democracia actual para evitar que ésta se convierta
-nuevamente- en Caballo de Troya de peligrosos totalitarismos.
Laureano
Márquez
@laureanomar
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