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domingo, 10 de noviembre de 2019

Las redes generan redes por @polis360



Por Piero Trepiccione


La tecnología ha favorecido en estas dos últimas décadas la eclosión de las redes sociales. Con una inusitada fuerza ha emergido este fenómeno que sin duda alguna, ha venido creciendo en su impacto sobre la forma de relacionarnos entre nosotros y con los diversos entornos. El resultado más evidente ha sido la característica multidimensional de las comunicaciones y esta particularidad, es la que viene impulsando la constitución de redes que van más allá de las tendencias digitales.

La facilidad e inmediatez con que podemos comunicarnos actualmente, ha permitido la asociación por temáticas que pueden combinar lo local, nacional, regional y global de acuerdo a las necesidades e impactos que se presentan. Esto ha generado una recomposición importante en las agendas internacionales con consecuencias en sociedades nacionales y locales. En paralelo a este desarrollo tecnológico, se ha potenciado todo un proceso de recomposición de alianzas estratégicas y tácticas entre diferentes grupos que ya está haciendo incidencia en instituciones y factores de poder y recomponiendo la distribución y redistribución de los centros de influencia en todo el mundo.

Tenemos un mundo donde las redes desarrolladas por los avances tecnológicos vienen dando un impulso determinante a las redes humanas que desde siempre se intentaban gestar pese a las limitaciones de espacio-tiempo de la geografía planetaria. Este formato de trabajo colaborativo viene trascendiendo las organizaciones formadas en los espacios locales y nacionales llevándolas con mucha fuerza a ámbitos regionales, hemisféricos y globales. Frente a ello, la mayoría de gobiernos e instituciones que conocemos están siendo desbordados.

No ha habido –hasta ahora- capacidad de respuesta ante este fenómeno y ello puede dar lugar a cambios impensados en el corto, mediano y largo plazo en las estructuras actuales de la organización del poder. Las redes humanas que se vienen constituyendo sobre la ecología, temas religiosos, temas políticos, derechos humanos, modelos de Estado, economía, comercio, tecnología y tantos otros intereses que se han vuelto comunes y organizados con alta incidencia en políticas nacionales y multilaterales desarrolladas por los Estados, son una realidad con la que convivimos y seguramente conviviremos con más fuerza en los próximos años.


Ante esta fenomenología del trabajo colaborativo en redes, tenemos que ser proactivos y no reactivos. Las sociedades requieren aprovechar al máximo las herramientas tecnológicas que nos está brindando el siglo veintiuno para ponerlas al servicio de la ciudadanía y no a intereses muy particulares que obstaculizan el bien común. La consolidación de las redes puede redistribuir el poder y hacerlo más humano y solidario pero también puede ser un elemento que sea utilizado para fortalecer estructuras de lobby internacional abocadas a influir la opinión pública con oscuras intenciones que nada tendrían que ver con la calidad de vida de millones de seres humanos.

En suma, las redes generan redes que pueden articular mejor los anhelos mayoritarios de las sociedades y fortalecer la calidad de la democracia. Trabajar en red nos amplía el horizonte del espíritu humano en su conjunción con la naturaleza y las instituciones que ordenan a la gente.

10-11-19




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