El Debate 03 de junio de 2024
Ricardo
Hausmann: “Venezuela es el colapso económico más grande que se ha dado en la
historia de la humanidad fuera de guerras”
El
economista de Harvard y antiguo asesor de Carlos Andrés Pérez desentraña en El
Debate el colapso de la economía venezolana
«Venezuela
es el colapso económico más grande que se ha dado en la historia de la
humanidad fuera de guerras, registrado desde que hay estadísticas económicas.
El Producto Interno Bruto es algo así como un cuarto de lo que era en 2013,
para no ir más atrás», señala Ricardo
Hausmann con la
autoridad que le confiere su trayectoria. Y sin pararse en barras: «Quiero
decir que habrá caído como 75%, después de un pequeño rebote que tuvo; cuando
se produjo la gran recesión española de 2011, el Producto cayó menos de un 9 %.
Nueve contra 75».
–Eso es una contracción generalizada de la capacidad productiva.
–Nosotros,
en teoría, teníamos instalados 33.000 megavatios de potencia. No logramos
generar 12 o 13. Cuando Hugo Chávez asumió la Presidencia, producíamos 3,4
millones diarios de barriles de petróleo y las reservas petroleras más grandes
del mundo. Si hubiéramos mantenido nuestra cuota en la OPEP, estaríamos en seis
millones de barriles.
–¿Y
hoy?
–Estamos
en 700.000. Teníamos varios millones de hectáreas destinadas al cultivo y hoy
solo tenemos 200 o 300.000. Se han ido
de Venezuela ocho millones de personas. Chávez la quitó tres
ceros a la moneda y Nicolás Maduro le ha quitado once más. Catorce ceros entre
ambos: son cien billones.
–Venezuela,
prácticamente, se queda sin moneda.
–Mi
centro hace un índice de inflación que construyo con unas fotos las enseña que
me mandan del mercado los jueves: todos los precios están fijados en dólares.
No en bolívares: el bolívar físico no existe.
–¿Cómo
pagan a la gente?
–Con
saldos bancarios. Más allá de eso, a los empleados públicos les pagan algo así
como 20 dólares al mes, cantidad que no da ni para pagar el transporte para ir
a trabajar. De ahí la estampida que ha desembocado en el colapso de muchas
funciones del Estado.
–Se
trataría, pues, de reconstruir desde los escombros.
–Hay
que recrear esas capacidades: el petróleo, la electricidad, la seguridad, las
infraestructuras, la educación.. Lo que ocurre es que, para relanzar la
máquina, se necesita, en primer lugar, inyección de fondos. Eso significa un
aumento en el gasto público. ¿De dónde se sacan esos fondos?
–Ha
declarado que, de momento, para relanzar la máquina es mejor abstenerse de
debates ideológicos (liberalismo frente a intervencionismo) y «cortar el traje
a medida».
–Lo
que quise decir es que, ya sea uno lo más liberal posible, o lo más
intervencionista posible, se necesita, en cualquier caso, una capacidad del
Estado muy superior a la de este momento. Todos han de estar de acuerdo en eso.
Si no, no habrá recuperación, paz y seguridad. El debate de Estado frente a
mercado presupone que hay un Estado. Y no lo hay.
–¿Qué
implica reconstruirlo?
–Muchas
cosas, pero entre ellas una cierta narrativa pública sobre la dignidad del
servicio público. No vale el «como soy liberal, no voy a trabajar para el
Estado». Alguien tiene que hacer la tarea.
–¿Empieza
la tarea por unas cuentas públicas saneadas?
–Han
de estar en la base de cualquier estabilidad financiera. En Venezuela, el
chavismo agregó 14 ceros a la moneda porque no cuadraban las cuentas. Cada vez
que Maduro intenta dar un aumento de sueldo, se dispara el dólar y se dispara
la inflación. Precisamos de cuentas bien financiadas sin el uso de la maquinita
de hacer dinero. Será necesario una financiación en dólares, que los organismos
internacionales no darán sin condiciones.
–Hablando
de las cosas de la vida diaria: muchos critican a Maduro por preferir las
«bolsas coyunturales» frente a un salario mínimo, más adaptado a una economía
dolarizada.
–Las
bolsas son un método de control político: ellos deciden a quien se la dan y a
quien no. Es una dádiva, no un derecho.
–¿Y de
cara al futuro?
–Hay
que devolver a los venezolanos sus derechos para que se sientan empoderados
para pensar, soñar e imaginar e iniciar cosas. Eso empieza por la reforma de
una gran cantidad de leyes.
–¿Puede
dar un ejemplo?
–En
tiempos del Gobierno de Juan Guaidó hicimos un proyecto de ley que llamamos ley
ómnibus, porque se paraba en todas leyes restrictivas de la libertad económica
como el bus se para en todas las estaciones. Algunas había que derogarlas,
otras había que reformarlas. No olvide que 25 años de chavismo-madurismo han
cercenado casi todas las libertades.
–También
insiste en que es más importante recuperar la confianza política que una bajada
de tres céntimos del precio de la gasolina.
–Eso
se refiere a un debate dentro del Gobierno estadounidense, a raíz de la
agresión rusa a Ucrania en febrero de 2022 que causó la subida del precio del
petróleo. Eso era malo para la popularidad de Joe Biden. Entonces, mandaron una
misión a Venezuela para negociar algo con Maduro a cambio de levantar las
sanciones y producir más petróleo. En ese momento, Estados Unidos rebajó la
presión sobre Maduro –para que instaurase la democracia en Venezuela– y empezó
a priorizar aspectos de política interna como el precio de la gasolina.
–Grave
error estratégico.
–Sí,
ni en el mejor escenario la producción petrolera iba a subir, ni lo suficiente
como para impactar el mercado internacional como para que valiera la pena
confundir las señales políticas. Ese sector de la Administración Biden se ha
difuminado con la salida de Juan González de la Casa Blanca.
–¿Se
muestra escéptico respecto de las intenciones reales de Estados Unidos?
–No.
Estados Unidos es una palabra muy grande en el que hay debates internos: la
democracia es un tema, la frontera es un tema y el precio del petróleo es un
tema. La pregunta es cómo se balancean estos intereses. Venezuela es demasiado
pequeña para afectar al precio del petróleo y lo que va a reducir la
inmigración hacia Estados Unidos es la esperanza de un cambio político.
Tomado
de: https://notiferias.blogspot.com/2024/06/ricardo-hausmann-venezuela-es-el.html
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