Paulina Gamus Jueves, 2 de
mayo de 2013
gamus.paulina@gmail.com
Recientemente, un grupo de
intelectuales y afines, afectos al chavismo, se reunió en un seminario
denominado “Patria Socialista”. Uno de los participantes, el connotado marxista
y enfermizo antisemita Vladimir Acosta, presentó su ponencia de la cual
extraemos el siguiente párrafo: “Recibimos un buen susto que afortunadamente no
nos sacó del poder. Pero si a quienes nos gobiernan se las pasa el susto, lo
que va a pasar es que vamos a ir hacia el desastre y la oposición no va a
necesitar conspirar sino que nos va a ganar la elección. Por eso la tarea aquí
es gobernar asustado”. Luego insistió en el tema de la corrupción dentro del
proceso y dijo: Hay que enfrentar la corrupción y la impunidad que se ha
alentado desde el propio gobierno….” .
¿Le están haciendo caso, gobiernan
asustados quienes dicen que nos gobiernan? Aparentemente si, pero como el
mentado “Chivo” Acosta no les explicó la clase de susto necesario para
sostenerse en el poder, se presentan hechos bochornosos como el ocurrido en la
Asamblea Nacional el 30 de abril de 2013, fecha que quedará inscrita en la
historia universal de la barbarie contra la civilización. ¿Ayudan esos hechos
de violencia premeditada y cobarde a sostener a este gobierno y a ganarle
popularidad? ¿Se sienten representados en la canallesca condición del teniente
Diosdado Cabello los siete millones de votantes de Nicolás Maduro? ¿Son los
millones de seguidores de Hugo Chávez solidarios con la bajeza de ese sujeto a
quien en la Escuela Militar llamaban Diablodado por la crueldad con que vejaba
a los subalternos? Y la pregunta crucial: ¿Apoya Nicolás Maduro, presunto jefe
del Estado venezolano, esas acciones que transforman a Venezuela en una
dictadura en ciernes que sigue los pasos de las de Pinochet, Videla y otros
genocidas del Cono Sur?
En una de sus alocuciones, en las que
Nicolás Maduro demuestra que la ignorancia no tiene secretos para él, acusó a
la oposición liderada por Henrique Capriles Radonsky de querer realizar o
acometer una noche de los cuchillos largos. Seguramente el título de ese hecho
histórico le gustó porque de verdad suena hasta poético. Lo que sin duda ignora
el presunto es que entre los días 30 de junio y 2 de julio de 1934, Adolf
Hitler puso en práctica lo que en clave se llamó operación Colibrí e hizo
asesinar a la plana mayor de los S.A o Camisas Pardas (Sturmabteilung en
alemán), una milicia de asesinos que de la que se había servido para sembrar el
terror mientras el partido nazi se consolidaba en el poder. El jefe de ese
grupo, Ernst Röhm, mantenía una autonomía que no convenía a Hitler en su
propósito de concentrar todo el poder. Además, las milicias criminales de Röhm
eran mal vistas por el ejército alemán que aún no se había rendido a los pies
del Führer. Al ejecutar a Röhm y liquidar a la dirigencia de su movimiento,
Hitler ganó la adhesión del ejército y se consolidó como jefe absoluto de la
nación alemana.
Nicolás el presunto, tiene una
fijación con la Alemania hitleriana por lo que llega al exabrupto de acusar de
nazi y fascista a Henrique Capriles Radonsky, cuyos antepasados fueron
asesinados por ese régimen. La acusación se extiende a toda la dirigencia
opositora y suponemos que a los más de siete millones de venezolanos que
votamos por el candidato de la unidad democrática. En su infinita ignorancia ha
llegado al exabrupto de comparar el Holocausto, que fue el exterminio de seis
millones de judíos ejecutado por el nazismo alemán y sus colaboradores, con el
rechazo de los demócratas del mundo a la dictadura castrocomunista que impera
en Cuba desde hace más de medio siglo. Si un día se le ocurriera leer algún
libro de historia de la Segunda Guerra mundial, quizá pueda reconocer en la
figura siniestra del teniente Diosdado Cabello a una reencarnación de Ernst
Röhm y en los diputados azuzados para agredir salvajemente a sus colegas que
piensan distinto, como una reproducción tropical de los Camisas Pardas que
aquel comandaba. Y quizá, si se le prende algún bombillo en ese cerebro lleno
de sombras y no precisamente por fallas de Corpoelec, llegue a la conclusión de
que ese dictadorzuelo que hoy preside la Asamblea Nacional, resulta funesto
para su aspiración de ser un presidente con suficiente autoridad para ser
respetado primero que nada por su propia gente. No tiene que ser de noche ni
con cuchillos como ponga un poco de orden, apenas con una pizca de inteligencia
y las ejecutorias que de ella broten.
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