Han transcurrido tan solo 8 días desde las elecciones del pasado 14 de abril, pero soy de quienes están convencidos que la historia de los últimos 14 años cambió definitivamente a partir de estas elecciones. No quiero utilizar esta oportunidad de hablar con ustedes para entrar en tecnicismos electorales, pero no tengo la menor duda de que el 14A, ganó El Progreso.
Antes de analizar lo que pasó, es fundamental recordar cómo paso. Gracias al indiscriminado uso de los recursos del Estado, perdimos las elecciones de Octubre del año pasado, luego perdimos 20 gobernaciones. Y finalmente vimos como el gobierno manipuló la muerte del Presidente Chávez para hacer campaña en cadenas de radio y televisión.
Así, ante un escenario tan adverso que hoy es difícil de recordar, Henrique Capriles decidió asumir el reto de hablar con la verdad. Sin duda alguna fue una campaña épica, en donde una vez más tuvimos que luchar contra el uso absurdo de los recursos del Estado. Una campaña en donde el resultado ya parecía estar cantado, pero que se convirtió en un terremoto político que aún puede tener muchas réplicas.
Para muchos el reto era volver a entusiasmar a los 6,5 millones de venezolanos que en octubre habían apostado al Progreso. Nunca nadie pensó que sería posible entusiasmar también, a cerca de un millón de personas, que pocos meses atrás habían votado por el oficialismo. Hay que ver lo que esto significa. Solo traigo algunos ejemplos de la variación de los resultados entre el 7-O y el 14-A en mi municipio, Baruta: En la U.E Tito Salas (Las Minas) pasamos de perder por 6 puntos, a ganar por casi 2. En el Modulo de Servicio de Ojo de Agua pasamos de perder por 18 puntos a perder por 2. Es cierto, aún hay mucho trabajo por hacer, pero estoy convencido de que si mantenemos nuestro rumbo nada ni nadie podrá detenernos.
Alguien citó en estos días un caso cercano que puede ser aleccionador: en el año 2000, luego de una clara manipulación a la Constitución, Alberto Fujimori fue electo Presidente del Perú por tercera vez en unas muy cuestionadas y poco legítimas elecciones. Muchos pensaron que se quedaría para siempre, no obstante, cada vez mas personas creían en que debía existir una alternativa. Tan sólo unos meses después estalló el conocido caso de corrupción de Montesinos, y poco después Fujimori fue destituido.
Sé que hay muchas razones para sentirse angustiados, preocupados e incluso hasta frustrados. Pero no podemos rendirnos, HOY más que nunca no podemos fallarle al país. El respaldo popular no se decreta ni se construye a través de cadenas, se gana a través del trabajo y la honestidad. Un gobierno sin legitimidad está destinado al fracaso, es por eso que el gobierno intenta intimidarnos y hostigarnos, es nuestro deber como ciudadanos alzar la voz ante cada atropello y ante cada injusticia, porque yo no tengo la menor duda, de que éste es un gobierno mientras tanto.
Juan Andres Mejía
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