Pablo Pérez 03 de diciembre de 2014
El humorista mexicano, Roberto Gómez
Bolaños, deja un importante legado cultural y humorístico no sólo en su México
natal, sino en nuestros países ya que sus personajes traspasaron las fronteras
y se hicieron famosos para muchos venezolanos y de otras nacionalidades.
Su fallecimiento ejemplifica la
desaparición física de uno de los artistas que más nos hizo reír, no sólo de
pequeños, sino también de adultos, porque pareciera que sus historias no
perdían vigencia y sobre todo eran un bálsamo ante la crisis casi que
permanente que vivimos en los países de la América de habla hispana.
Por eso su éxito, ya que no sólo los
mexicanos se sentían identificados, sino que cualquier venezolano, ecuatoriano
o peruano podía sentir que ese personaje estaba en sus calles y en sus
penurias. Eran la representación del latino y sus dificultades.
Cuando “El Chavo del 8” y “El Chapulín
Colorado” comenzaron a difundirse a través de la TV, eran tiempos de crisis en
México y en otras naciones dónde aún hoy esos programas tienen elevada
audiencia. En ese momento servían como una distracción oportuna ante los
problemas de inflación y desempleo que los latinoamericanos vivían.
En Venezuela era distinto, cuando dichos
programas comenzaron a televisarse eran mejores tiempos. La inseguridad no
alcanzaba cifras tan trágicas, la inflación y el desempleo eran manejables y la
escasez de productos de primera necesidad no era ni siquiera un problema
incipiente.
A pesar que la crisis venezolana no
estaba tan magnificada, Chespirito con sus personajes nos hacía reír, nos
sacaba de la rutina diaria y marcó la vida de muchos que ayer de niños
disfrutaban de sus personajes y hoy de adultos le agradecen los divertidos
momentos que les hizo pasar.
Hoy la situación se invierte. En la
mayoría de los países donde “El Chavo del 8”, por ejemplo, mantuvo elevadas
audiencias, hoy se viven momentos de estabilidad, crecimiento y baja inflación;
mientras en Venezuela los problemas se han desarrollado de tal forma que
parecen no tener solución.
Los venezolanos actualmente necesitamos
muchos Chespiritos, no sólo para que nos hagan reír un poco y alejarnos de la
agobiante dinámica diaria, sino para recordar que con esfuerzo se pueden hacer
grandes cosas. El con sus relatos nos presentaba a seres normales, a veces poco
trascendentes, pero que si los analizamos encontraremos que simbolizaban los
problemas comunes que tenemos en las sociedades latinoamericanas. Y algunas de
esas sociedades han logrado revertir buena parte de los males que
caracterizaban su realidad social.
Nuestra realidad es compleja y difícil.
La crisis es profunda, pero por más difícil que sea la situación, el venezolano
necesita diversión, más no distracción. Pero en medio de ese necesario
relajamiento temporal, nunca perdamos la esperanza y las ganas de luchar por
una Venezuela más justa, más equitativa y de progreso.
Así como en el resto de los países
latinoamericanos donde Chespirito triunfó han comenzado a salir de las crisis
que parecían eternas, en Venezuela podemos hacer lo mismo siempre y cuando usted
como ciudadano entienda que hay que luchar por nuestro país. No pierdas la
esperanza. Tenemos una nación por la cual trabajar. Te invito a ser parte de
esta lucha.
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