Hernán Castillo 11 de diciembre de 2014
Nicolás Maduro durante varios años fue
Canciller y hace pocos días como presidente planteó la revisión de las
relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. En vista de la jerarquía del
personaje y de la importancia de Estados Unidos; me tomé en serio las
declaraciones. Pensé en la posibilidad de un cambio en la política exterior
venezolana. Pero no ha habido ninguna revisión; al contrario, todo ha sido más
de lo ampliamente conocido.
Una verdadera revisión de las relaciones
entre Venezuela y Estados Unidos plantea un giro en la orientación de las
relaciones internacionales venezolanas; ya que a partir de la declaración de
Chávez de la neutralidad de Venezuela en el conflicto entre el Estado
colombiano y los guerrilleros terroristas de las FARC, entre otras
declaraciones importantes, Venezuela fue sacada del Hemisferio Occidental.
Venezuela territorialmente está ubicada en Occidente, pero no pertenece al
mundo de las democracias Occidentales. Venezuela hoy está más bien asociada a
los problemas del Medio Oriente, el terrorismo internacional, a China y Rusia,
a las dictaduras de Corea del Norte, Bielorrusia, Siria, a las sistemáticas
violaciones a los Derechos Humanos, a la herencia de muerte y atraso del
castrocomunismo, y al militarismo.
Luego de esas declaraciones de Maduro,
pareciera más bien que quienes están llamados a revisar las relaciones con
Latinoamérica, y en ella Venezuela, es Estados Unidos quien, a mi modo de ver,
no tiene una política sólida y un plan de relaciones multilaterales de largo
alcance como por ejemplo, con grandes resultados, lo tiene con otras partes del
mundo. Incluso hasta la política bilateral estadounidense de relaciones con
algunos sectores, luce improvisada, probablemente Colombia y en menor medida
Perú, son excepciones.
Venezuela históricamente fue un
proveedor seguro de petróleo, pero para la nueva situación política es claro
que no existe un plan de relaciones bilaterales entre Estados Unidos y
Venezuela. Ocasionalmente nos vemos sorprendidos por iniciativas y medidas
motivadas por la presión coyuntural. Pero incluso, en algunos foros mundiales
sobre la seguridad y la cooperación internacional, Venezuela no existe.
Ahora bien, también es crónico el
desinterés de Estados Unidos por Latinoamérica, tal como dice Robert Evan Ellis
en: “La relevancia estratégica de Latinoamérica para Estados Unidos”, donde
señala que grandes pensadores como Kissinger, Brzezinski y Scowcroft, entre
otros, no escriben sobre Latinoamérica y África. Y por otra parte plantea Evan
Ellis que gobiernos como el de Venezuela, y tal vez otros, han llegado a la
conclusión que las hostilidades hacia Estados Unidos y sus aliados y las
violaciones a los derechos humanos de los opositores democráticos en Venezuela,
entre otras cosas, no tienen costos significativos que pagar; y el problema que
significa la intervención de Venezuela en la política interna de otros Estados
con el socialismo petrolero del siglo XXI, no tiene resistencia.
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