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martes, 2 de febrero de 2016

Una bomba de tiempo, por @yilales



Miguel Yilales 01 de febrero de 2016

Se dice que en política hay bombas de tiempo que no discriminan a los actores que arrasan. Las desigualdades sociales, las injusticias de un poder arrodillado a los designios del capataz, la falta de equidad ante un Estado todopoderoso, los abusos del poder por parte de quienes lo detentan, el hambre que padecen los pueblos son solo algunas de esas bombas con las que a diario se vive en Venezuela.


Ante el grave panorama que se nos avecina uno esperaría de quien temporalmente detenta el poder, y puede que hasta ilegalmente por la falta de pruebas de su lugar de nacimiento, hubiese designado una especie de 007, Ethan Hawke, Mc. Gyver y hasta la Rana René, con la intención de desactivar la bomba de tiempo que a todas luces nos mantiene en ascuas.

A Nicolás Maduro se le han presentado varias oportunidades para rectificar y no lo ha hecho, por el contrario su respuesta cada vez ha sido peor.

Si la crisis de la salud pública no fuese tan delicada, creo que le hubiese salido mejor colocar a uno de esos que firman récipes médicos plagados de horrores ortográficos que a quien designó. Alguien llamada, por el juramento hipocrático, a preservar la salud infantil se pronunció enemiga de que los niños se cepillen al levantarse, después de cada comida y al acostarse por ser un estereotipo capitalista e imperialista, que contribuye al desabastecimiento de los dentífricos en el país. Nada de que los dientes de arriba se cepillan hacia abajo o viceversa, que el cepillo debe ser cambiado regularmente o que se debe ir a chequeos dentales una vez al año, para ella agua y dedo son suficientes.

Corten el cable

En materia de abastecimiento ocurrió igual con las ministras de agricultura urbana. La primera no tuvo tiempo ni de calentar la silla y menos de desembalar alguna caja, pero le dio por proponer que todo el mundo anduviese con su sembradío de ají dulce, cebollín y cilantro para acabar con la carestía. Esa medieval técnica de los cultivos urbanos fue suficiente para que la enviaran nuevamente al nosocomio de donde debe haberse escapado. Pero no todo quedó allí porque la sustituta, en un acto de malabarismo discursivo, responsabilizó del desabastecimiento de los anaqueles a que la gente mantenía las neveras desbordantes de productos, sin percatarse que las únicas neveras llenas en el país son las de la morgue.

Pero la guinda, en eso de acelerar las bombas de tiempo, fue el flamante diputado que venía de dirigir las políticas educativas del país. A su entender despilfarraron 17 años al frente del Estado, no fueron eficientes en el manejo de los recursos y menos implementaron una economía productiva porque los venezolanos eran analfabetos. Es decir ahora el pueblo bañado en la sabiduría revolucionaria está dispuesto a comerse un cable para que, en épocas de vacas flacas, los bolichoros puedan preservar sus beneficios.

En todas las películas de acción siempre hay un aparato explosivo con un contador que lo activará en solo minutos y que es inutilizado en el último segundo por el protagonista.

Definitivamente saber que cable cortar es importante, hacerlo a tiempo es primordial. Los demócratas del país, hoy más que nunca, deben activar los mecanismos necesarios para salir de los explosivistas que están sentados en Miraflores y en los distintos poderes públicos, nuestra Constitución tiene distintas piquetas, alicates y tenazas para cortar los cables, antes de que nos estalle esta bomba de tiempo.

Llueve… pero escampa.

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