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domingo, 24 de julio de 2016

El “miedo a la vida” en la UCV: “¿Ustedes nunca han agarrado una pistola? “ por @willymckey


Por Willy McKey


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“¿No sabes lo que es tener una pistola en tus manos?”, les pregunta como si estar saliendo de una universidad le estimulara una cruel pedagogía, como si de pronto le dieran ganas de enseñarles algo que no sepan a pesar de haber estudiado. Los está apuntando desde el asiento de atrás del vehículo, pero su pistola no es el principal elemento diferenciador de los dos estudiantes aterrados: es el teléfono convertido en cámara y elemento documental de su triste épica.

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En la campaña presidencial de 2012 se dieron a conocer unos datos que, incluso sin estar actualizados cuatro años después, resultan conmovedores. Cada año, en Venezuela, hay unos 200 mil niños que salen del sexto grado de primaria y no entran en la educación secundaria. Ese dato tiene dos extremos igual de  tristes: sólo 3 de cada 10 niños pasa por la educación preescolar y  apenas 3 de cada 10 jóvenes entran en la universidad. Un dato más: de cada 10 que entran en la universidad, sólo 3 terminan sus estudios.


Y el martes 19 de julio de 2016 al menos dos estaban siendo amenazados por otro joven una pistola, saliendo de la Universidad Central de Venezuela.

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“¡Verga marico! Los estoy grabando de lacreo y todo así”. Él es quien tiene el control: los dos muchachos están aterrados. ¿Pero por qué los graba? ¿Quiere recordar que durante un instante fue el dueño de todo? ¿O es un documento que debe enviar por WhatsApp a un malandro de mayor jerarquía como prueba de su valentía? ¿Se trata de un ejercicio de morbo, algo para ver luego con sus colegas y burlarse de esos muchachos que, cuando les pregunta si “¿Ustedes nunca han agarrado una pistola?” responden, en una inocente cita del Bartelby, que preferirían no hacerlo? ¿Por qué los graba?

Las respuesta es mucho más cruel: los graba porque puede, porque no va a pasar nada si lo hace.

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Es difícil reducirlo todo a números: cuesta mucho entender todo el desastre que hay detrás de que de cada 10 niños que entren en la educación primaria sólo 5 la terminen. Al parecer sólo se habla de educación durante las campañas presidenciales, aunque en nuestras casas se habla todos los días de secuestros, robos y asesinatos, sin entender que estamos hablando de lo mismo.

Desde junio de 2013 existe una Ley de Desarme que no tuvo reglamento sino hasta abril del año siguiente. Todos los muros de los locales comerciales tiene inútiles letreros obligatorios  que pretenden prohibir las armas de fuego mediante logotipos.‎ Aún así, resulta que todavía ni siquiera nos queda claro cómo tenemos que inventariar nuestros muertos.

En Venezuela existe un déficit que supera los 900 preescolares y casi alcanza los mil liceos. Visto así, justo cuando un niño se transforma en adolescente debe decidir entre quedarse en su comunidad o irse para poder estudiar. Y la impunidad que desde hace años es moneda común muchas veces transforma esa diatriba en elegir entre el cuaderno o la pistola. Una presa fácil para cuando llegue alguien y le pregunte por primera vez: “¿No sabes lo que es tener una pistola en tus manos?”

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Los nervios del joven que va de copiloto lo empujan a cometer un error que, en medio del juego macabro de grabar su triste épica e incluso dejarnos su sonrisa anclada en la pantalla, pasa desapercibido para el malandro.

— ¿’Tan cagaos?
— No… bueno, más o menos, hermano. De verdad que el miedo a la vida es jodido…
— ¿Ustedes nunca han agarrado una pistola?
— No, pero preferiría no hacerlo.
— ¡Es que no pienso dártela! ¿Tú crees que yo soy güevón o que soy gafo? ¿Ah?
¿Yo soy         gafo? Dime, pues: ¿yo soy gafo?
—No, hermano. Tú no eres gafo. No eres gafo. No eres gafo, te lo prometo,
pero no me          mates.

“De verdad que el miedo a la vida es jodido”, dice el copiloto. Es evidente que se refiere al terrible miedo a la muerte que implica tener a un hombre capaz de asesinarte apuntando a tu nuca mientras se graba.

Ninguno de los muchachos parece pasar los 25 años, así que han crecido viendo cómo se vuelven virales los videos de linchamientos, de presos jugando con cabezas degolladas, de enfrentamientos filmados por cámaras de seguridad.‎ Intentan hacer vida universitaria en medio de la violencia, pero pertenecen a una generación que no ha podido testimoniar la simple idea de que los delincuentes tengan al menos un poco de miedo a equivocarse. Estudiar e intentar crecer conviviendo con la impunidad: eso también es muy jodido. No debería extrañarnos que ante la idea de quedarse también respondan que preferirían no hacerlo.

“De verdad que el miedo a la vida es jodido”. Muy jodido.

Hoy en Venezuela no es la muerte lo que nos da miedo: es la vida. Es esta vida la que nos aterra, pero aún así hay quienes tienen la oportunidad de imaginar lo que significa tener menos de 25 años y una pistola en las manos, pero preferirían no hacerlo.

Es terrible: la frase “De verdad que el miedo a la vida es jodido” ya es capaz de resumirnos.

21-07-16




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