Por Susana Morffe, 13/05/2017
Es tan difícil tener perspectiva clara sobre la
situación de crisis política, económica y social en Venezuela, en momentos en
que la vida vale tan poco como nuestra moneda nacional. Solamente por vivir
cada venezolano está jugándose el futuro con un presente demasiado
comprometido.
En esta furia de bandos desatada a lo largo de la
geografía nacional, estamos aprendiendo cómo vamos a superar el país desde el
punto de vista de su reconstrucción. De modo que, observando cada uno de los
acontecimientos que se desarrollan día a día, para tomar el rumbo democrático, este aprendizaje
lejos de disminuirnos como nación, nos permite acercamos a un crecimiento como
país productor, en genuino desarrollo, sin tener que pensar lo que fuimos o
dejamos, sino más bien enderezar una mejor obra hecha por los hombres y mujeres
jóvenes que hoy pelean por su espacio con pertenencia y arrojo.
Europa es un claro ejemplo para nosotros los
venezolanos. Después de librar tantas guerras, hambrunas, destrucción y éxodos,
cada país volvió a enderezar las trochas con un aprendizaje bárbaro pero al
mismo tiempo fortalecido. Sin la menor duda, Europa se enrumbó a lo que es hoy.
Evidentemente que persisten las luchas sociales, pero se creó una fortaleza que
no permite nuevas debilidades como las vividas en épocas pasadas.
Solo es un ejemplo para vernos en un espejo que tiene
mucha consistencia histórica, con el reflejo de no permitir amilanarnos por
fuerzas brutales que afectan el propósito de continuar en la lucha hasta
vencer.
¿El precio? Es alto, doloroso. No es un disparate
emprender la batalla y seguir en ella. Se ha dado un paso muy importante por
parte de la población, enmudecida ante tanta injusticia. Pero una vez
conscientes de los peligros que afectan la vida en el contexto social, no
podemos hacer otra cosa que seguir atravesando las trincheras. “Esfuérzate y sé
valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo
por dondequiera que vayas”. Josué 1:9
Permitir un cambio constitucional o la pretensión del
régimen con un modelo constituyente a su talla, uso y voluntad, nos coloca a
las puertas de un retroceso llamado esclavitud. Eso no lo quiere ningún
venezolano, mucho menos cuando nuestros jóvenes han buscado oros rumbos y los
más audaces solidarios con su país en una fuerte batalla en las calles como la
que libró José Félix Ribas, joven militar que mantuvo sus insignias con
dignidad y gran valor.
Por ahora faltan muchas batallas y tenemos la
esperanza y la gran firmeza de haber comenzado a revivir la vía hacia la
conquista, sin retroceder ante la embestida del poder omnímodo, de las huestes
enemigas en punto de quiebre.
Nuestra experiencia como país es única, no admite
interferencias foráneas que pudieran entorpecer la ruta que hemos decidido
transitar. Estamos dispuestos a defender cada porción de tierra que tanta gente
perversa manipula y roba sin piedad. Esos
seres perversos, genocidas, son tan diminutos como una hormiga, no les
pertenece el territorio que intentan ultrajar con más engaños, salvajismo
espeluznante. Todo lo han hecho por sus ansias de poder.
En el trajín también están los que pescan en rio revuelto
para obstaculizar las acciones
opositoras. Sin embargo, los que saben hacia donde lleva la misión, deben
redoblar esfuerzos para no caer en las jugadas y trampas. Estamos comenzando a
crecer para empezar otra vez.
“Aunque un
soldado salve la patria, rara vez es un buen magistrado. Acostumbrado al rigor
y a las pasiones crueles de la guerra, su administración participa de las
asperezas y de la violencia de un oficio de muerte”.
Simón Bolívar.
Susana Morffe
@susanamorffe
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