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sábado, 25 de agosto de 2018

Huyendo del exterminio: los Caminantes por @MIRLAMARGARITA



Por Mirla Pérez


Somos un país casi devastado. Sobran las cifras negras que nos colocan ya como una sociedad cada vez más débil. La inviabilidad está en casi todas las esferas de la vida desde la política hasta la imposibilidad de comer, subsistir. Todavía nos queda el espacio de la cultura como anclaje y como posibilidad de re-significación de la dominación.

Las imágenes son de lo más dolorosas, van desde la cara de un niño que languidece por falta de comida hasta las enormes filas humanas que transitan sin esperanza a lo largo de las fronteras de este país que un día fue próspero. En Ecuador nos llaman los Caminantes, la más dura metáfora de la serie exitosa denominada The Wolking Dead. No sólo caminamos, huimos despavoridos de una realidad que busca eliminarnos como persona y como sujetos políticos.

Inevitablemente viene a nosotros esas crudas imágenes que jamás pensamos vivir: la del holocausto. Los escritos de Hannah Arendt que nos parecían atroces y desde lejos emitíamos el juicio: ¡hasta dónde puede llegar la humanidad!

Esa humanidad maligna nos tocó, lo estamos viviendo, nos están matando de la peor manera posible.

Esa humanidad maligna nos tocó, lo estamos viviendo, nos están matando de la peor manera posible. Las nuevas políticas de Maduro nos lanzan a un barranco sin fondo, nos condena a la muerte, al genocidio.

Para los que aún tenían dudas de tipificar el sistema como socialista totalitario, el avance estrepitoso de este viernes 17 de agosto, ubica nítidamente el único sujeto económico y político posible: el Estado totalitario, en su esencia. Ya Arendt dedicó parte de sus estudios a explicar cómo sociedades no totalitarias son convertidas por el totalitarismo en terrenos fértiles para la dominación.

En el artículo de hoy me centraré en esas condiciones totalitarias; específicamente basadas en la destrucción sistemática del espacio público como lugar de encuentro. Desde la ausencia del transporte que aísla y desmoviliza, hasta el exterminio por hambre y desplazamiento migratorio. Han sido maestros de la eliminación.


Ellos son fuertes en el aislamiento nosotros en la relación y en la solidaridad; un anclaje que como sociedad y política todavía tenemos a disposición y que es necesario potenciar. Antes de estas dos décadas muertas para la organización y activas en el control totalitario, en nuestras comunidades se producían organizaciones autónomas de corte social y político, tanto la Iglesia como los partidos eran parte de ese entorno que constituyeron espacios públicos importantes en el desarrollo comunitario.

Hoy, en las distintas comunidades populares, escuchamos con frecuencias frases como estas: “la política [chavista] fue como… aplastando, esta, esto…” Acabaron con todo, eliminaron la verdadera participación e impusieron una estructura condicionante, corporativizaron la organización local y rompieron con el poder de la democracia basada en la pluralidad y en la libertad. Hoy caminan hacia el total aislamiento.

Efectivamente hemos visto cómo se eliminó la participación política descentralizada, autónoma y fue sustituida por una artificial, impuesta y falsa como la que se expresa en los consejos comunales.

La mayor expresión centralizada y de dominación, el primer eslabón del Estado comunal que pasa por la eliminación de la libertad y, por tanto, de la democracia misma.

Despojaron del sentido político a la sociedad civil-comunitaria, y han ido re-significando la política como un hecho que le concierne solo al aparato gubernamental partidista, principio básico del totalitarismo. Eso lo fueron haciendo de modo silente primero, y contundente, después. Sacaron de los barrios a las organizaciones políticas, a las fundaciones, sustituyeron las asociaciones de vecinos y metieron un sujeto que aún hoy no es digerible: la comuna.

Nunca pudieron sacar a la Iglesia, de ahí la gran importancia que tiene en este momento de resistencia, de anclaje socio-simbólico en la reconquista de la democracia.Un punto clave en la re-confección del poder comunitario por encima de la tiranía comunal.

Arendt (1998, p. 575), en Los Orígenes del Totalitarismo, plantea una visión importante para interpretar la situación que hoy vivimos en Venezuela, veamos: “El aislamiento puede ser el comienzo del terror; es ciertamente su más fértil terreno; y siempre su resultado. Este aislamiento es, como si dijéramos, pre-totalitario. Su característica es la impotencia en cuanto que el poder siempre procede de hombres que actúan juntos, que actúan concertadamente; por definición, los hombres aislados carecen de poder.”

Me parece que esta interpretación es fundamental para todo aquel que quiera hacer política en Venezuela en este momento. No es un detalle menor el colapso del transporte público y privado, de la vialidad y las comunicaciones. No es sólo ineficiencia, es parte del plan estratégico de dominación, aislados somos más vulnerables y por tanto dominables.

Estamos llegando al aislamiento total, no esperemos que el colapso acabe con la poca posibilidad de hacer política, el poder está en el grupo, en la coordinación, en la organización. En la red de solidaridad y en la posibilidad antropológica de la convivencia del venezolano.

Teniendo en frente un quiebre significativo de la convivencia, tenemos, por lo menos, dos opciones: primero, que ellos se consoliden, tipo Cuba, porque el colapso no implica el cambio de régimen y, el segundo, entender que urgen acciones políticas efectivas con base en nuestro modo de ser y en las organizaciones propias.

Ellos han dado un paso a delante, ¿qué haremos como sociedad civil y política? Explorar en nuestro modo de ser pueblo es un buen camino. ¡Adelante!

24-08-18




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