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martes, 28 de agosto de 2018

Pobreza controlada, por Ramón Peña




Ramón Peña 28 de agosto de 2018

¿Es coherente el plan de recuperación económica del régimen, presumiblemente ideado para sacar al país de la pobreza? Veamos qué puede tener en común con la manera cómo otras dictaduras comunistas han enfrentado situaciones comparables derivadas de su propio modelo económico.

En 1921, Lenin, ante ante la miseria que se agudizaba en la temprana Unión Soviética, propuso un sistema económico mixto, La Nueva Política Económica (NEP), que toleraba libre mercado y capitalismo y exigía rentabilidad a las empresas estatales, para generar riqueza y contener el deterioro de las condiciones de vida. En 1976, en China, Deng Tsiao Ping, para frenar la hambruna que diezmaba a millones, sencillamente abrió el camino hacia el capitalismo económico. Para infortunio de los ciudadanos soviéticos, la NEP no sobrevivió al dogmatismo de Stalin y la URSS, con su infinito potencial natural, terminó hundiéndose, en tanto que China, respetando la ruta trazada por Deng, inició la erradicación de su inmensa pobreza y hoy es la segunda economía del mundo. En ambos casos, naturalmente, la alternativa económica no perturbaría el poder político del partido comunista.

En 1991, en Cuba, tras el colapso de la Unión Soviética, nodriza de su economía durante tres décadas, el país se hundió en feroz miseria. Castro ideó formas alternas de sobrevivencia ciudadana, de agricultura, de transporte, permitió las remesas mayameras, atrajo inversiones extranjeras, turismo, entre otros recursos. Sobrevivió política y económicamente hasta que en 1999, la largueza de Chávez reflotó de nuevo su economía.

Las soluciones propuestas por esas dictaduras comunistas, fueron bastante congruentes con su propósito. Al revisar el plan económico de la nuestra, también lo encontramos bastante coherente, porque no persigue acabar con la pobreza, sino domesticarla, administrarla sin interferencia de empresarios y comerciantes, comprimirla mediante la emigración y controlarla policialmente. Su propósito: salvaguardar su perpetuidad en el poder, único medio para mantenerse a salvo de la justicia nacional e internacional…

Ramón Peña

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