Julie Turkewitz 20 de noviembre de 2024
En una
serie de entrevistas poco frecuentes, la líder de la oposición venezolana
afirmó que Trump podría obtener una pronta “victoria en política exterior”
expulsando a Nicolás Maduro de la presidencia.
Impulsó
a una nación a derrocar al autócrata de Venezuela en las urnas, pasando meses
rodeada de gente y llenando las avenidas de partidarios que se arriesgaban a
palizas y detenciones solo para oírla hablar.
Ahora, con el presidente Nicolás Maduro acusado de robar las elecciones y su gobierno amenazando con capturarla, María Corina Machado, la popular líder de la oposición venezolana, se ha escondido, sola.
En una
serie de entrevistas virtuales poco frecuentes y en profundidad desde que movilizó
a millones de personas a votar contra Maduro en julio, Machado dijo
que estaba escondida en un lugar secreto en algún lugar dentro de su país.
Debido a que quien la ayude podría ser detenido —o podría conducir a agentes
del gobierno hasta ella— dijo que no ha recibido visitas en meses.
Apodada
la “dama de Hierro” del país por su política conservadora y su férrea determinación,
Machado está, admitió, “deseando un abrazo”.
Su
madre la ha instado a meditar. Ella no lo ha hecho.
En
lugar de eso, la exlegisladora trabaja sin descanso, celebrando reuniones
virtuales con ministros de Relaciones Exteriores y organizaciones de derechos
humanos, instándoles a recordar que una amplia coalición de países reconoce que
su candidato elegido, Edmundo González, ganó la votación de julio por un amplio
margen y debería tomar posesión en enero.
Pocas
horas después de las elecciones, Maduro declaró la victoria, pero no presentó
ninguna prueba que respaldara su afirmación. En respuesta, el equipo de
Machado recogió y
publicó las actas de escrutinio de más del 80 por ciento de los
centros de votación.
Los
recuentos, dijeron, mostraban que González había obtenido casi el 70 por ciento
de los votos. (Temiendo por su libertad, González,
de 75 años, huyó a España en septiembre).
Machado
argumentó que Venezuela ofrece ahora algo extremadamente tentador al presidente
electo Donald Trump: “una enorme victoria en política exterior a muy, muy corto
plazo”.
En su
opinión, Maduro está ahora tan débil —rechazado por su propio pueblo, sufriendo
fracturas dentro de su partido— que una renovada campaña de presión por parte
de Trump y sus aliados podría de hecho empujar al autócrata venezolano a
negociar su propia salida.
Esta
campaña de presión, dijo, podría incluir la revocación de la reducción de las
sanciones establecida por Joe Biden y la presentación de nuevos cargos penales
contra los aliados de Maduro.
Elogió
la selección por parte de Trump de Marco
Rubio, senador por Florida, como secretario de Estado, y de Mike
Waltz, representante por Florida, como asesor de seguridad nacional, cargos
que serán clave en la definición de la política estadounidense hacia Venezuela.
Rubio,
a quien Machado conoce desde hace más de una década, ha apostado su carrera
política en parte a un enfoque sin concesiones hacia los autoritarios de
izquierda en América Latina.
Fue uno
de los artífices de la anterior política de Trump hacia Venezuela, una
campaña denominada de máxima presión que incluía amplias sanciones a la vital
industria petrolera del país y el apoyo a un joven legislador, Juan Guaidó, quien
afirmaba ser el presidente interino del país.
El
enfoque no logró derrocar a Maduro, quien tachó a Guaidó de títere de Estados
Unidos, y algunos analistas sostienen que incluso fortaleció al autócrata,
demostrando que podía resistir una ofensiva total de la nación más poderosa del
mundo.
Pero
Machado cree que este momento es diferente. Maduro está financieramente
quebrado, dijo, se ha distanciado de aliados clave como el presidente
Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, y ha perdido tanto apoyo público que se ha
visto obligado a lanzar su
campaña de represión más brutal hasta ahora para mantenerse en el
poder.
Y lo
que quizá sea aún más importante, el pueblo venezolano, dijo, está ahora en
gran medida unido en torno a un presidente elegido democráticamente, González.
Machado
aún no ha hablado ni con Rubio ni con Waltz tras sus nombramientos, pero dijo
que sus equipos y el suyo estaban en “comunicación permanente”.
Aunque
muchos analistas dicen que las recientes elecciones dejaron al descubierto las
debilidades de Maduro, pocos creen que el autócrata, que está siendo
investigado por crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional y
que podría ser arrestado si es destituido, tenga muchos incentivos para irse.
“Ella
dice: ‘Maduro no tiene opción, tiene que negociar’”, dijo Phil Gunson, analista
de International Crisis Group, quien ha estado radicado en Venezuela por más de
dos décadas. “Creo que sí tiene opción, y su opción es permanecer en el poder”.
En el
primer mandato de Trump, Maduro caracterizó al presidente estadounidense como
el enemigo imperialista número 1. Pero en los días transcurridos desde que
Trump ganó un segundo mandato, Maduro ha intentado ganarse su favor, expresando
públicamente su esperanza de que ambos puedan trabajar juntos.
Es
evidente que Maduro necesita que Estados Unidos levante las sanciones, mientras
que a Trump, quien ha prometido llevar a cabo deportaciones masivas, le vendría
bien la ayuda del líder venezolano para cumplir su promesa.
Hablando
recientemente en uno de sus programas, Maduro abogó por un nuevo momento
de relaciones en las que “apostemos a ganar-ganar”.
No
está claro si el gobierno de Maduro conoce la ubicación de Machado.
Laura
Dib, experta en Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos
Latinoamericanos, dijo que es difícil creer que no lo sepan.
“Mi
lectura es que ellos saben el costo político que tendría privarla de libertad”,
continuó Dib, “y en este momento no están dispuestos a hacerlo, más bien
quieren jugar al desgaste”.
Muchos
líderes de la oposición han ido y venido en Venezuela a lo largo de los años;
pocos han construido una coalición tan amplia como Machado. Machado, hija mayor
de una importante familia de empresarios del acero, lleva casi dos décadas
intentando sacar del poder a Maduro y a su predecesor, Hugo Chávez.
En
2002 fundó una organización de defensa de los derechos de los votantes, Súmate,
que intentó sin éxito derrocar a Chávez mediante un referéndum revocatorio.
Súmate recibió financiación estadounidense.
Solo
recientemente, tras una
aplastante victoria en las primarias de 2023, Machado se ha erigido en
la líder de la oposición venezolana. Cuando el gobierno de Maduro le
impidió presentarse a las elecciones generales, logró que González se
presentara en su lugar.
En
campaña, fue recibida casi como una figura religiosa, a menudo vestida de
blanco, prometiendo restaurar la democracia y reunir a las familias desgarradas
por la crisis económica y la migración masiva.
“¡María!”,
gritaban sus seguidores, antes de echarse en sus brazos.
Escondida
estos días, se despierta sola, cocina y reflexiona sola sobre el futuro del
país. Sus tres hijos adultos viven en el extranjero; no está claro cuándo
volverá a verlos. Cuando aparece en videos compartidos en internet, utiliza un
fondo blanco, un esfuerzo, quizá inútil, por ocultar su ubicación.
Machado
se negó a decir si podría salir a la calle. Dijo que el aislamiento es una
prueba difícil.
González,
ahora en España, se ha enfocado en impulsar su causa en reuniones con líderes
europeos.
En las
entrevistas, la voz de Machado a menudo se aceleró a un ritmo casi de pánico, y
expresó su frustración de que algunas naciones no estuvieran haciendo más para
aislar a Maduro.
“Los
venezolanos hemos hecho todo lo que la comunidad internacional aspiraba y
muchísimo más. Y lo hicimos con las reglas de la tiranía”, dijo en referencia a
los millones de personas que se arriesgaron a represalias para votar por su
movimiento. “Ahora le toca a la comunidad internacional hacer lo que le
corresponde”.
Casi
2000 personas han sido encarceladas en la represión postelectoral del gobierno
de Maduro, según la organización Foro Penal. Entre ellas se encuentran algunos
de los asesores más cercanos de Machado. Al menos dos personas han muerto tras
ser detenidas y otras
dos decenas fueron asesinadas en medio de las protestas que se
produjeron justo después de los comicios de julio. El más joven, Isaías Fuenmayor,
tenía solo 15 años.
Que
tanta gente sufra tras haberla apoyado pesa mucho.
“¿Cuántas
muertes más?”, preguntó, alzando la voz. “¿Cuántas desapariciones más?”.
Al
pedir a Trump que ayude a restaurar la democracia de su país, Machado apela a
un presidente electo de Estados Unidos que sigue negándose a reconocer el
resultado de unas elecciones que perdió en su propio país en 2020.
Sin
embargo, Machado dijo que también hacía hincapié en que expulsar a Maduro
redunda en interés de Estados Unidos “en el sentido de la seguridad
hemisférica”, dijo. Maduro es un importante aliado de Rusia, Irán y China.
A la
pregunta por el tiempo que puede permanecer en la clandestinidad, Machado dijo
que estaba “trabajando para que sea el menor tiempo posible”, y confió en que
todos los venezolanos puedan pronto “reencontrarse en libertad”.
“Pero
yo estoy dispuesta a hacer lo que haya que hacer”, dijo, “el tiempo que sea
necesario para hacer valer la verdad y la soberanía popular”.
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