José Ignacio Hernández G. 27 de noviembre de 2024
¿Podrá
Maduro vender Monómeros o hay vías legales para impedírselo? La empresa de
fertilizantes sigue siendo un sujeto sancionado por el Gobierno de Estados
Unidos
Un
mensaje en redes sociales del presidente de Colombia, Gustavo Petro,
permitió conocer los planes del Gobierno de Nicolás Maduro de vender
Monómeros Colombo-Venezolanos, en una operación a cargo del recién designado
ministro Alex Saab.
Los
detalles legales de esta opaca transacción permiten apreciar que estamos, en
realidad, ante una práctica que es ya recurrente: la cesión, en condiciones
opacas, de activos externos de Venezuela. Solo que esta vez, el intento ha
encontrado el rechazo, político y legal, del Gobierno de Colombia.
La turbulenta gobernanza sobre Monómeros
Monómeros
es una sociedad mercantil constituida en Barranquilla (Colombia), y cuyas
acciones pertenecen, en su mayoría, a Petroquímica de Venezuela, S.A.
(PEQUIVEN), cuyo único accionista es, a su vez, la República. La empresa fue
creada para la producción y comercialización de fertilizantes para la
agroindustria, con insumos proveídos, principalmente, por PEQUIVEN.
Es
decir que Monómeros es una empresa del Estado venezolano y, por tanto, es un
sujeto sancionado por el Gobierno de Estados Unidos, al formar parte del
Gobierno de Venezuela. Sin embargo, la OFAC dictó una licencia individual que
excluye a Monómeros de la regulación de sanciones.
Esta
licencia fue dictada luego de que el entonces presidente encargado designara a
la junta administradora ad-hoc de PEQUIVEN, a los fines de
nombrar a los administradores de Monómeros, previo control de la Asamblea
Nacional de 2015. El propósito del Gobierno de Estados Unidos al dictar la
licencia a favor de Monómeros fue apoyar los esfuerzos del entonces Gobierno
Interino por proteger activos externos de Venezuela.
Esta
junta administradora pudo representar a PEQUIVEN en Colombia, pues el entonces
presidente Duque decidió reconocer, con plenos efectos legales, al presidente
de la Asamblea Nacional de 2015 como el presidente encargado.
Sin
embargo, la gestión de Monómeros bajo la junta administradora ad-hoc de
PEQUIVEN resultó, desde el punto de vista jurídico, irregular, como explico en
este trabajo.
Así, la Asamblea Nacional de 2015 optó por intervenir políticamente en la
gestión de Monómeros, desconociendo las reglas de gobernanza que habían sido
dictadas en el Estatuto de Transición, y cuyo propósito era asegurar la gestión
eficiente y transparente de esta empresa del Estado.
Pero
en 2022 el nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, decidió reconocer a
Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, devolviendo a éste la
representación de PEQUIVEN y, por ende, el derecho a designar a los
administradores de Monómeros.
Sin
embargo, Maduro acordó que
el Gobierno de Colombia designaría a dos administradores en Monómeros, tal y
como fue anunciado por el entonces presidente de PEQUIVEN, Pedro Tellechea,
hoy en prisión bajo cargos de corrupción.
La
presencia de dos administradores designados por el Gobierno de Colombia era
claro indicio de la desconfianza hacia la gestión a cargo de Maduro, basada en
el rol estratégico de Monómeros en el suministro de fertilizantes e insumos.
Por ello, no es de extrañar que, en 2022, el Gobierno de Colombia considerase comprar
Monómeros.
¿Por
qué Maduro quiere vender Monómeros?
La
gestión de Monómeros generó pocas noticias, hasta que el 9 de noviembre de 2024
el presidente Petro envió una
carta a Nicolás Maduro, mostrando su preocupación por el plan del ministro Alex
Saab de vender Monómeros. De no haber sido por esa carta, quizás el
intento de venta de este activo hubiese seguido siendo un secreto.
Para
entender las razones tras el intento de venta de Monómeros, es importante
recordar que este no es el primer activo que Maduro intenta ceder, en
condiciones opacas.
Así,
en 2014 Maduro intentó vender Citgo, pero luego concluyó que era más
conveniente usar a la empresa para desviar 2.700 millones de dólares para
PDVSA. Pero en 2015, PDVSA se desprendió, en condiciones opacas, de su
participación en la refinería Chalmette, en Estados Unidos. Y en 2016, el
intento de ceder Citgo fue parcialmente logrado, cuando la totalidad de las
acciones de Citgo Holding fueron cedidas a acreedores extranjeros, al margen
del control de la Asamblea Nacional.
En
2020, PDVSA se desprendió de cerca del 35% de las acciones en Nynas, la empresa
de refinación en Suecia. Las condiciones bajo las cuales esa cesión se realizó
no son conocidas. Pero lo cierto es que Nynas ya no es una filial de PDVSA. En
2021, PDVSA también cedió, en condiciones opacas, su participación en la
refinería REFIDOMSA, en República Dominicana.
Estos
son algunos ejemplos que demuestran una práctica consistente en ceder activos
externos de Venezuela al margen del principio de transparencia. Esta práctica
se formalizó en la inconstitucional Ley
Anti-Bloqueo, y que otorga a Maduro el control total sobre todos los
activos externos, incluyendo filiales de empresas del Estado y, entre ellas,
Monómeros.
El
intento de venta de las acciones de Monómeros no es, entonces, un caso aislado,
pues él responde a la práctica hoy consolidada en la Ley Anti-Bloqueo. Esto nos
permite identificar dos grandes razones tras este intento de venta.
La
primera razón es obtener recursos para paliar la delicada situación financiera
del Gobierno. La venta de Monómeros podría alcanzar los 300
millones de dólares, ingresos que percibiría Maduro sin control alguno. La
segunda razón es evitar que los acreedores de la deuda externa legada intenten
cobrar sus obligaciones en contra de este activo.
Cualquier
ingreso obtenido por la venta de Monómeros, sería usado para financiar la
cleptocracia del régimen de Maduro, debido a la ausencia de condiciones
institucionales que aseguren la gestión eficiente y transparente del patrimonio
público. Que esta venta esté siendo dirigida por el ahora ministro Saab solo
aumenta los riesgos de corrupción. Por ello, y como sucedió en todos los casos
comentados, pero en especial, en Nynas, la venta de Monómeros no redundaría en
el bienestar social de los venezolanos.
La
venta de Monómeros y los obstáculos regulatorios desde Estados Unidos y
Colombia
Debido
a la ausencia de controles formalizada en la Ley Anti-Bloqueo, Maduro no se
enfrenta a ningún control sobre la venta de Monómeros en Venezuela. Pero la
situación en Estados Unidos y Colombia es muy distinta.
Así,
Monómeros sigue siendo un sujeto sancionado por el Gobierno de Estados Unidos,
todo lo cual genera obstáculos para firmar el contrato de venta de acciones con
PEQUIVEN. La licencia individual otorgada a favor de Monómeros no cambia esta
situación, pues esta licencia permite a la empresa relacionarse con terceros,
pero no autoriza a PEQUIVEN a disponer de las acciones de Monómeros. Con lo
cual, cualquier posible comprador de las acciones de esa empresa se enfrenta a
riesgos por violación de la regulación de sanciones.
En
Colombia, la Superintendencia de Sociedades anunció,
el 18 de noviembre, el inicio del procedimiento administrativo para someter a
control a Monómeros. Esta sería la segunda medida de control adoptada por la
Superintendencia: en 2021,
la gestión de Monómeros bajo la Asamblea Nacional de 2015 motivó una medida
similar de control.
En
esta oportunidad, el procedimiento iniciado por la Superintendencia se orienta
a asegurar la continuidad operativa de Monómeros, debido a su importancia para
la agroindustria en Colombia. Con ello, no solo podría impedirse cualquier
operación de venta que atente en contra de esa continuidad, sino en especial,
cualquier operación financiera que, para extraer ingresos de la empresa, pueda
comprometer su operación. De hecho, según los medios, Monómeros habría desviado
cerca de 30
millones de dólares a Maduro, lo que evidencia malas prácticas que
pueden afectar la continuidad en el suministro de insumos a la
agroindustria.
El
intento de venta de Monómeros es un capítulo más en la privatización
de facto del Estado venezolano, emprendida por el régimen de Nicolás
Maduro al amparo de la Ley Anti-Bloqueo.
Esa
privatización, como ha reseñado Transparencia
Venezuela, ha afectado a diversos activos del Estado, dentro y fuera de
Venezuela. El ejemplo más dramático es Nynas, que después de Citgo, era la
filial de refinación más importante de PDVSA.
Más
recientemente, las licencias otorgadas por la OFAC a favor de empresas
petroleras han permitido la privatización de facto del ejercicio de derechos
exclusivos de PDVSA. Al amparo de estas licencias, el régimen de Maduro recibe
importantes ingresos en regalías y tributos, administrados con total opacidad.
Que esos ingresos sean percibidos en bolívares es irrelevante: sin
transparencia, estos recursos favorecen la corrupción y la violación a derechos
humanos.
Muy
probablemente el intento de venta de Monómeros, como fue inicialmente diseñado,
fracase, debido a las trabas regulatorias en Estados Unidos y Colombia, aun
cuando el Gobierno de Colombia puede retomar su intención de adquirir a esta
empresa, para proteger a la agroindustria. En cualquier caso, mientras persista
la política de privatización de facto, ningún activo externo de
Venezuela estará a salvo.
José
Ignacio Hernández G.
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