SILVIA AYUSO Washington 11 DIC 2014
Obama no vetará una
propuesta de ley que amplía las sanciones contra el Gobierno de Maduro, al que
Washington acusa de no haber realizado los cambios necesarios
Estados Unidos y Venezuela no van a
acabar el año en buenos términos. Frustrado por lo que considera una “falta de
cambios” necesarios en el frente económico, pero sobre todo en el político, por
parte del Gobierno de Nicolás Maduro, Washington parece renunciar a cualquier
intento de acercamiento y el presidente, Barack Obama, ya no se opondrá a
imponer sanciones más duras a altos funcionarios venezolanos.
El camino para ello acaba de ser
allanado: la Cámara de Representantes ratificó la noche del miércoles la propuesta
de ley al respecto ya sancionada por el Senado el lunes. De este modo, el texto
está listo para que Obama lo convierta en legislación del país con su firma, un
gesto que tras meses de reticencias ya no eludirá.
“No nos oponemos a medidas adicionales propuestas
por el Congreso”, señalan fuentes oficiales bajo condición de anonimato. “Si la
Cámara de Representantes y el Senado aprueban nuevas sanciones (tal como ha
sucedido ahora), nos coordinaremos con miembros relevantes de este proceso de
implementación y seguimiento”, aseguran.
El proyecto de ley aprobado permite
congelar los activos y bienes en territorio estadounidense de alrededor de
medio centenar de altos cargos venezolanos señalados como responsables de la
represión de las protestas antigubernamentales que comenzaron en febrero o con
el arresto o enjuiciamiento de los manifestantes. Además, impide su entrada a
EE UU.
“El pueblo de Venezuela ha pedido a EE
UU y a todas las naciones responsables ayuda para protegerle de la brutalidad
del régimen de Maduro, la marioneta de Cuba”, dijo la congresista republicana
Ileana Ros-Lehtinen, impulsora del proyecto legislativo. “EE UU no puede
ignorar sus responsabilidades, debemos ser la voz de los silenciados por los
regímenes opresores”, subrayó la legisladora al pedir la ratificación de su
iniciativa, con la que, aseguró, Washington envía una “fuerte señal” a Caracas.
Maduro, por su parte, ha advertido a
Washington de que, de aprobar las sanciones, los responsables estadounidenses
“van a salir muy mal parados”.
"Quieren retar a Venezuela con
sanciones y amenazas. Creo que si se impone la locura de la vía de las
sanciones, van a salir muy mal parados, porque quien toca la tecla de la moral
del amor patrio a los venezolanos está jugando con la historia", dijo esta
semana el presidente venezolano. "No aceptamos sanciones imponentes
imperialistas, es la patria de Bolívar que ustedes deben aprender a respetar”,
agregó.
Pero a Washington se le ha acabado la
paciencia. Durante
meses, la Administración de Obama, que tras la muerte de Hugo Chávez
creyó avistar una posibilidad de diálogo con Caracas, resistió las fuertes
presiones de influyentes legisladores republicanos, pero también de demócratas
como el senador Bob Menéndez, que exigían sanciones ejemplarizantes contra el
Gobierno de Maduro. Incluso cuando arreciaron las protestas sociales en
Venezuela, que dejaron al menos 43 muertos y muchos más detenidos, entre ellos
altos dirigentes de la oposición como Leopoldo López, el Gobierno de Obama se
resistió a endurecer su política.
El argumento oficial norteamericano era
que cualquier sanción corría el riesgo de ser “contraproducente”. Su
razonamiento: complicar más aún las relaciones bilaterales con este tipo de
medida punitiva podía constituir una “distracción” del verdadero problema, que
es interno de Venezuela y debe ser resuelto por los propios venezolanos.
Además, Washington temía que pudiera poner en peligro los esfuerzos regionales
para buscar una solución negociada a ese conflicto doméstico venezolano,
especialmente el
intento de mediación de Unasur entre Gobierno y oposición.
Todavía a comienzos de julio, los dos
países hacían un tímido intento por “elevar”, si no recomponer, sus maltrechas
relaciones, con
el envío de nuevos encargados de negocios a Caracas -Lee McClenny- y
Washington, Maximilien Sánchez Arveláiz.
Con todo, el Gobierno de Obama nunca
cerró del todo la puerta a las sanciones. De hecho, a finales de ese mismo mes
de julio, anunciaba
la revocación o denegación de visados a “un grupo” de altos funcionarios
venezolanos considerados “responsables o cómplices” de las violaciones
de derechos humanos en las protestas de comienzos de año en el país
sudamericano.
La medida se quedaba por detrás de las
sanciones que se exigían desde el Capitolio y que ahora han sido aprobadas,
pero era ya un claro síntoma de la creciente impaciencia del Gobierno de Obama
con la falta de los avances democráticos esperados por parte de Venezuela.
Una impaciencia que ya no se esconde
“El Gobierno comparte la preocupación
del Congreso, y de otros actores regionales e internacionales, sobre la
situación en Venezuela”, señaló a EL PAÍS un portavoz del Consejo de Seguridad
Nacional de la Casa Blanca.
“No hemos guardado silencio, ni lo vamos
a hacer, frente a las acciones del Gobierno venezolano que violen derechos
humanos, libertades fundamentales y normas democráticas”, agregó en
declaraciones por correo electrónico.
El Gobierno estadounidense subraya que
esta “frustración” creciente no es exclusiva de Washington.
“Nadie comprende por qué no está
cambiando la política en Venezuela”, aseguraba recientemente una alta
funcionaria del Departamento de Estado en conversación con periodistas bajo
condición de anonimato.
“Nadie cree que no debería cambiar,
todos los países con los que hemos hablado, independientemente de su
lineamiento político, creen que debe cambiar. Pero nada cambia, y eso es muy,
muy preocupante”, insistió.
Sanciones,
un “irritante” entre EE UU y América Latina
S. AYUSO
Estados Unidos afirma que no es el único
país de la región “preocupado” por la falta de avances en el diálogo entre
oposición y Gobierno en Venezuela y por la situación económica del país
sudamericano. Pero para Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano,
entre esa preocupación a respaldar las sanciones a funcionarios venezolanos hay
una brecha demasiado grande como para superarla.
“Es difícil imaginar que el gesto de
Washington vaya a recibir apoyo de algún Gobierno latinoamericano”, asegura el
experto del influyente laboratorio de ideas de Washington.
Aunque en la región hay una
“preocupación extendida” por lo que está pasando en Venezuela y el Gobierno de
Nicolás Maduro, “estas sanciones serán consideradas contraproducentes de cara a
encontrar una salida a la profunda crisis”, sostiene Shifter.
Para el experto, este gesto podría tener
consecuencias añadidas para Washington: las sanciones, afirma, podrían ser un
elemento “irritante” ante la Cumbre de las Américas en Panamá en abril y
también en cualquier eventual intento de acercamiento hacia Cuba antes de esa
cita, si es que hay intención de hacerlo.
Las sanciones “van a dificultar la
creación de un ambiente armonioso de cara a la Cumbre de las Américas porque es
un tema que divide, en vez de unir, a EE UU y América Latina”, advierte.
Además Cuba, que tiene en Caracas a su
principal aliado, “será muy crítico y se preguntará cómo su relación con EE UU
puede mejorar si Washington aplica sanciones más duras a Venezuela”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico