Miguel Méndez Rodulfo 12 de diciembre de 2014
La más difundida leyenda, de las tantas
que propaga el régimen, expone que a partir de 2004 el difunto pudo llevar los
precios del petróleo a un alza continuada y permanente, hasta conseguir el
record de US$ 140 por barril. Aunque el de Sabaneta recurrentemente amenazaba
con llevar el precio a 200, lo cierto es que ese umbral nunca se alcanzó. De
esta manera no fue el mercado quien con sus misterios imponderables hizo subir
el precio del barril, sino que ello fue obra del finado comandante, el cual con
su poder infinito podía subordinar al mundo a sus caprichos. Así, para ventura
de Venezuela, el crudo alcanzó un precio que
le hacía justicia al país, gracias a la estrategia trazada desde
Miraflores, por el delfín del barbudo cubano; para ello se realizaron múltiples
reuniones, encuentros, conferencias, órdenes y arreglos, todos orquestados
únicamente por este personaje sobrenatural. Como quiera que Nicolás resultara
el ungido del comandante, existe entonces la posibilidad de que gracias a la
voluntad de este heredero del caudillo, los precios puedan volver a remontar,
para alivio de los venezolanos, pero sobre todo para salvación del régimen.
Por lo menos ya lo acaba de decretar,
falta entonces saber si tal deseo se puede hacer realidad. Mientras ligamos que
se revierta pronto la tendencia irrefrenable a la baja del crudo a escala
mundial, tal como públicamente se comprometió a lograr muy pronto Maduro, lo
que oímos de los analistas internacionales no son buenas noticias. Por una
parte los expertos del mundo financiero, ven un repunte del crudo a mediados
del año 2015, ubicándose el barril en los US$ 80 por barril; sin embargo, los
expertos petroleros coinciden en que hay una sobreoferta que no se equilibrará
el próximo año, sobre todo porque la producción de petróleo y gas de lutitas de
USA no va disminuir, ya que los avances tecnológicos han ubicado el costo de
producir un barril de crudo en menos de US$ 40 por barril. De manera que si los
financieros tienen razón y el barril se estabiliza a 80, este precio no
afectará a los nuevos productores americanos, con lo cual los hidrocarburos
producidos por fracking, seguirán fluyendo del subsuelo.
Siendo esto así, el panorama financiero
para Venezuela se presenta desolador. De un precio promedio en 2013 de US$ 96
por barril, pasaremos en 2015 a un precio de alrededor de US$ 60, en el mejor
de los casos. En reciente entrevista el ministro petrolero de Irán, luego de la
reunión OPEP en la que Arabia Saudita no aceptó recortar producción como lo
pedía ese país y Venezuela, mencionaba una cifra preocupante. Entre tantos
escenarios que se pueden hacer, la única cifra que manejó como ejemplo fue la de
30 dólares. Dios nos ampare y se conduela de los venezolanos, pero si el
petróleo llegara a ubicarse en ese precio, arderá Troya. Siendo un poco más
optimistas, otros analistas opinan que los precios actuales del WTI no se
corresponden con los fundamentos del mercado y que la paranoia debe dejar paso
a la cordura, para que los precios se recuperen, aunque el umbral de 100, será
un nivel que no se volverá a alcanzar, por lo menos en los próximos años.
A los precios actuales aunque claramente
ganan los países industrializados, también se benefician los países emergentes
y la economía mundial, lo cierto es que no solamente Rusia, Irán y Venezuela
pierden, sino que también salen muy afectadas las grandes compañías petroleras,
algo que pudiera poner en riesgos importantes proyectos de inversión en materia
de gas y petróleo, pero también en construcción de infraestructura tales como
oleoductos y gasoductos, refinerías, mejoradores, puertos, etc. Venezuela
necesita grandes inversiones para la faja y para recuperar los yacimientos de
crudos convencionales. En tanto esperemos que Maduro haga subir los precios y
que el rebote sea hacia la meta que no logró su antecesor.
Caracas, 13 de diciembre de 2014
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