EL PAÍS 14 DIC 2014
Tienen que estar haciéndolo tan bien en
Venezuela que, entre 2004 y 2013, ninguna de las 45.474 sentencias que las
salas Político-Administrativa, Electoral y Constitucional del Tribunal Supremo
han fallado en contra de los Gobiernos chavistas. El abogado Antonio Canova ha
revisado, junto a otros colegas, esa larga pila de resoluciones jurídicas del
alto tribunal. Han quedado impactados: las tres salas que tienen como cometido
controlar los actos de Gobierno no le han puesto nunca ni la menor pega, ni
cuando estaba Hugo Chávez al frente, ni ahora que manda Nicolás Maduro.
Para cuantos se afanan en criticar lo
que ha pasado en el país latinoamericano desde que se impuso la revolución
bolivariana, ahí tienen la palmaria demostración de que la ejecutoria de sus
líderes ha sido impecable y que por tanto deberían dejar de lado tanta
monserga. ¡Ni una sola sentencia en contra! Todas a favor. Es para quitarse el
sombrero. Pero no es eso lo que han hecho los responsables de la investigación.
Canova considera, más bien, que “esto no es un tribunal, es una farsa”.
Las sentencias circulan ya de manera
clandestina por Venezuela reunidas en un libro que Canova y los suyos han
titulado El TSJ al servicio de la revolución. Lo que los autores demuestran en
sus páginas es que la justicia opera en aquel país de una manera harto
singular.
Más que ser la instancia que, según la
clásica división de poderes, debería estar vigilando escrupulosamente la
legalidad de las medidas del Ejecutivo, lo que hace es respaldarlas en cuanto
son cuestionadas. No vela por la seguridad jurídica de los ciudadanos, se ocupa
más bien de acompañar al Gobierno y poner la rúbrica legal a cada una de sus
iniciativas.
Es tal el fervor con el que aplauden a
sus máximos líderes que, en una de las sesiones del Tribunal Supremo de 2006,
los magistrados se lanzaron a corear el cántico “Uh, ah, Chávez no se va” en
cuanto supieron que el comandante en jefe estaba allí presente. No solo firman
sentencias favorables, es que incluso le sirven de coro al poder. En esta época
en que les llueven descalificaciones a las instituciones democráticas, quizá
haya quien tome nota de esta invención revolucionaria: un Poder Judicial que,
más que independiente, sea entusiasta y cantarín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico