Por Claudio Nazoa
I
Cariño:
Te odio tanto que soy capaz de
enamorarme de ti y de hacerte enloquecer de amor, para que, algún día, formemos
una familia. Sí. Nos casaremos. Nos acostumbraremos al extremo de fastidiarnos
y, como todo el mundo, terminaremos odiándonos.
Cariño, recuerda que lo que
hoy te gusta de mí, mañana será lo que detestes.
Si hoy, dices:
—¡Ay!, lo mejor de él es su
sentido del humor. Siempre tiene un chiste para todo.
Mañana, dirás:
—Es que ese hombre no se toma
nada en serio. ¡Estoy harta de sus chistes estúpidos a toda hora! Él no
entiende que es mejor caer en gracia que hacerse el gracioso.
Si hoy, dices:
—A mí nunca me ha importado su
físico sino lo que lleva por dentro. Él es puro corazón.
Mañana, dirás:
—Yo estaba ciega. ¡No sé qué
le vi a ese hombre! Calvo, retaco, feo y barrigón. Debe tener ese corazón lleno
de grasa. En cualquier momento le da un infarto.
Si hoy, dices:
—Lo mejor que tiene ese hombre
es que le encanta la cocina. Prepara unos espaguetis riquísimos.
Mañana, dirás:
—¡Ay!, pero qué fastidio. Ese
hombre todo el día cocinando. Yo creo que lo hace por la pichirrez de no
llevarme a un restaurante. ¡Estoy harta de la bendita pasta que siempre
prepara!
Cariño, en nombre del
sentimiento tan grande que nos profesamos, pienso que es mejor odiarnos desde
ahora para no vernos nunca más. Es la única manera de lograr añorar y
preservar, para toda la vida, el inmenso amor que hoy sentimos.
Tomando el riesgo de que algún
día te enamores y me odies, me despido, deseándote lo peor de lo mejor.
II
Amor:
Te lo di todo. Te di hasta lo
que no tenía.
Mamá tenía razón. Mira que me
lo dijo. Ella nos hizo la vida imposible para que nos dejáramos.
¡Qué vaina, amor! Ni tú ni yo
la escuchamos. En venganza, entre los dos, aquella aciaga noche, a hurtadillas,
mientras mamá veía su telenovela, le explotamos en la patica de la oreja una
bolsa vacía de cotufas. La pobre vieja murió de un infarto.
Después, tu papá y tu mamá,
también adversaron nuestro amor. Pero tampoco a ellos les hicimos caso.
No hay cosa que más llame la
atención a los amantes antagónicos que un amor al que todos se oponen. Como
Romeo y Julieta, quienes, por llevar la contraria, se empeñaron en un romance
potencialmente desastroso.
Amor, ¿recuerdas que los
muchachos nos decían que un día nos podíamos matar en una pelea? Lástima que
nunca los escuchamos.
Hoy es nuestro velorio. Ojalá
y nos entierren uno al lado del otro, porque ahora sí es verdad que no podemos
vivir juntos.
15-02-16
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