Por Andrés González Camino
Cuando Miguel Pizarro llegó a juramentarse en su segundo período como diputado
vio algo extraño. En el estacionamiento de la Asamblea Nacional de la Esquina
Pajaritos se encontró con un parque automotor normal: Gol, Fiat,
vehículos de media y baja gama. Carritos. Ya no estaban los flamantes nuevos
modelos de Fortuner, 4Runner 2016, 2015 o quizá los más viejos que
databan de 2014. Tampoco estaba el Infinity de un personaje que ahora
es ministro. Ahí se dio cuenta de un cambio.
“Nosotros no sólo tenemos que
cambiar al Gobierno y al modelo económico. Tenemos que cambiar la política. No
podemos acostumbrarnos al molde. No puede resultar normal que tú seas político,
llegues a cualquier lugar con 30 escoltas, con siete carros último modelo y que
la gente diga sencillamente que eso fue que se robó unos reales. Eso viene
desde arriba, porque uno como diputado instala categorías en la cabeza de la
gente y no lo puede hacer con patrones incorrectos. Aquí se eligen reyes y no
servidores. Eso debe cambiar. Las elecciones no existen para elegir una
monarquía. Ese problema de fondo hay que resolverlo en paralelo a todas las
cosas que debemos resolver.”
Miguel Pizarro viene del seno
de una familia de izquierda. Su abuelo chileno fue cercano a Allende. Su madre
fue secretaria de la izquierda en el congreso hasta que llegó el Movimiento V
República (MVR) y, muchos años antes, fue perseguida por su colega y amigo
Henry Ramos Allup.
“Hay que saber perdonar y
asumir nuevos tiempos políticos”, comenta al respecto. Su padre fue guerrillero
urbano en los ochenta “Creía que echándole tiros a adecos y copeyanos iba a
cambiar las cosas. Pasó de regalarme el ¿Qué hacer?” de Lenin a hacercoaching.”
Sus inicios políticos fueron marcados de manera evidente desde pequeño: “¿Tú
sabes que es peor para un padre izquierdista? No es que te intereses por el
capitalismo o la derecha. Es que te metas a anarquista.” Apunta como su
particular anécdota en la que dice que de adolescente se movía entre lecturas
de Bakunin yKropotkin. Además de escuchar punk. Sus brazos tatuados
sólo pasan desapercibidos cuando viste con paltó y camisa manga larga.
- La cosa ha estado ruda ¿no?
-Vivimos en un país que tiene
un ritmo como el de película de acción de los 90. Estamos en permanente cambio
de opinión, cambio de tema, en una dinámica que a veces hace que lo importante
se te olvide porque todo es urgente.
- ¿Cómo es tu historia con los
tatuajes?
- Es culpa de mi mamá que
metió alquilado a un tatuador en mi casa (risas). Yo tenía 13 años cuando me
hice mi primer tatuaje en la pierna. Es una foto de una marcha de Desobediencia
Civil en México. Un tipo lanzando una molotov a la policía en las
manifestaciones de cuando metieron preso a Mumia Abu-Jamal. En
esa época yo era bastante ortodoxo con la política.
- ¿No crees que Primero
Justicia es medio conservador?
-Yo creo que todos los
partidos en este país son muy conservadores, en parte es porque estamos en un
nivel muy primitivo de la política. Mientras el mundo está discutiendo
calentamiento global, masificación de internet, desarrollo sostenible. Nosotros
estamos pendientes de que llegue el agua a las casas, de que las capitales
tengan luz. Tenemos que superar este escollo tan frustrante para nuestra generación.
Las discusiones sobre matrimonio igualitario, legalización de las drogas,
aborto despenalizado no se dan, porque el primer obstáculo es el tabú de
nuestra sociedad. Y el segundo, es en qué circunstancia puedes participar en la
idea. Yo estuve en las discusiones en Uruguay sobre el tema de la marihuana. La
visión que tienen hay que explorarla. Pero ojo, aquí hay un problema social qué
resolver. En algún momento va a tener que darse el tema de la legalización,
pero hay que resolver el problema estructural de los estratos más bajos para
que tenga condiciones mínimas cubiertas y el narcotráfico o el crimen no sean
opción.
– ¿Hacia dónde vamos? La gente
se pregunta cuánto tiempo tomará estabilizar esto.
- Si hablamos de tiempos
nosotros no podemos tener un lapso para poder cambiar las cosas. Si te digo que
en dos semanas o un año es pura politiquería. El elefante va por pedazos.
Primero hay que superar el desmadre económico, porque si no, no puedes hacer
nada. Hay que eliminar gastos suntuarios y ese poco de plata que se va en
corrupción. Luego garantizar producción nacional. Por ejemplo, tenemos cobalto
para regalar. No deberíamos estar importando tarjetas madres. Tenemos de todo.
Y ahora mejor, porque hay más herramientas. Lo otro es que hay que salir del
político que llegó para hacerse rico y famoso y que le da flojera salir a
caminar. Basta del poder individual y que el privilegio de uno prevalezca en
detrimento de 300 personas. Eso no es la política, sino la tropicalización del
vivo criollo metido en política.
- ¿Y la partida trancada del
Tribunal Supremo de Justicia ?
-Esto te lo puedo explicar en
dos partes, la sencilla y la complicada. La sencilla: cuando nosotros ganamos
el 6D sabíamos que esto no era un regalo. Dejamos de ser oposición para
convertirnos en una alternativa. La primera legitimidad que logramos fue la del
voto. Derrotamos ese mito monstruoso en el que la Oposición nunca iba a ganar
unas elecciones. Ya no eramos el mexicano de Rocky, que lo noqueaban a la
primera, sino Iván. Nos montamos a pelear. Ahora estamos en una confrontación
distinta. Se ganó con los votos de siempre, sumado a unos votos que no eran
nuestros. Esos votos son de venezolanos que nos están dando la oportunidad por
primera vez. Yo saqué 37 votos en la Misión Vivienda Willian Lara, por
ejemplo. Ahora viene la complicada: la confrontación con el resto de los
poderes. La hemos tratado de sortear indirectamente porque eso no le sirve a
nadie. Ni siquiera al gobierno, porque profundiza la crisis actual. Pero
nosotros no vamos a eludir la confrontación porque nos va a llevar por delante.
No podemos eludirla aún menos en esta crisis. En ese tablero de confrontación
¿qué debemos hacer? Administrar el tablero. No es una defensa etérea. Son cosas
concretas como hacer propietarios a los beneficiados de Misión Vivienda, o los
bonos, o los números del Banco Central de Venezuela que están escondidos. La
realidad se los terminará llevando por delante a ellos.
- Ese es el tema. Que un
poder les está negando una y otra vez las cosas.
- Ok. Continúo con lo del
escenario de confrontación. La oposición entendió que los problemas no eran de
los políticos, sino de la gente. Y no sólo supo capitalizar finalmente el tema
del voto, sino que le puso contenido. Ese cambio de tablero va a hacer que el
TSJ y el gobierno no van a pelar con Miguel Pizarro, o con Henry Ramos sino que
va a pelear con la gente. No entiendo esa miopía y tampoco entiendo en qué
medida al Gobierno esto le es favorable.
- O probablemente saben que el
cambio no les favorece a ellos.
- No lo sé. Quizá esa vida de
privilegios los lleve a simplificar las cosas. Pero yo creo que al gobierno le
está pasando lo de la película Hangover. ¿Qué pasó? Se rumbearon esos
reales y se despertaron con el tatuaje de Tyson, con el chino atrás y el tigre
en el jacuzzi. Se tiraron la mamá de las fiestas y tenían unos panas que,
cuando se le acababan los reales les volvían a prestar para seguir rumbeando.
No leyeron los indicadores y fueron negando la crisis.
– Y con el barril de petróleo
a ese precio de antes…
- Mira esta perversión. Tú
tienes el barril de petróleo a $110 cuando el presupuesto estaba calculando a
$60. Habían $50 extra que entraban a una caja chica administrada a gusto
gracias al Fonden, que no tiene reglamento ni nada. ¿Que pasó? Que agarraban,
metían la mano y sacaban plata de esa buchaca. Mientras que los árabes,
noruegos, gringos y el resto del mundo se prepararon para un mercado que no se
iba a sostener. Aquí se rumbearon esos reales. ¿Inversión social? Claro que
hubo, pero no fue estructural. La gente no salió de la pobreza extrema. La
educación no se volvió estable. La masificación de las viviendas no fue tan
notoria. La diversificación de la economía quedó en promesa. El excedente
petrolero no se convirtió en industria, turismo o seguridad. No se explica que
por lo menos ustedes no salgan ya en papel, por ejemplo. Todos los
esfuerzos web, como este, no se deben solo a que en Venezuela se haya
adoptado la ola tecnológica del Siglo XXI, sino porque no hay papel o tinta.
– ¿Cómo sientes ser ucevista?
La Central se te queda pegada
a la vida así como los tatuajes. A la Central le debo todo. Tiene
algo muy mágico que ojalá fuese así en todo el país: que en sus salones
conviven el hijo del rico y el hijo del pobre y con las mismas herramientas. La
Central es una de esas cosas que a mí me gustaría que fuera un producto de
exportación, porque a todos nos tiene que hacer sentir orgullosos. Hoy la
tienen en las peores condiciones. Esa Universidad tiene una historia que ojalá
todo el mundo conociera porque así la cuidaríamos de una forma distinta. Hoy
pasa una cosa: que la gente no está lanzando toga y birrete por celebración
sino porque sabe que va a salir a agarrar el taxi que la va a llevar a
Maiquetía. Ese drama hay que acabarlo. Se necesita de una universidad que
investigue; y para ello lo primero que hay que hacer es dignificar al docente.
“Tengo una familia que es
testimonio de haber salido de la pobreza a la clase media consolidada. Pero si
tú me pidieras que en una frase resumiera la injusticia más grande que hay
ahorita es que el lugar donde uno nace determina el futuro que uno va a tener.
Y eso es absolutamente injusto por donde lo veas. Esa frase la repito porque
eso es lo que este modelo político ha exacerbado. Se usa al pobre en discurso
sin que forme parte de una acción. Ahí se genera el resentimiento y el odio que
justamente hoy la misma crisis ha derrotado.”
-¿Que te hace mantenerte en
forma?
- Juego fútbol con un grupo de
panas. Trato de que sea semanalmente. Otra de las cosas que hago es correr,
pero el tiempo me lo impide un poco.
- ¿Cuál es tu equipo de
fútbol?
-Caracas FC. Creo que mi
afición me hace descender un escalafón en la escala evolutiva. Creo que al
único hombre al que le he cantado canciones en mi vida es a Chita Sanvicente,
cuando era entrenador del equipo. Ahora, el tema de la Vinotinto es más
complicado que el desempeño de Chita actualmente. Esa Federación debe ser
revisada de pies a cabeza. El deporte nos une. Pero hay que revisar demasiadas
cosas.
- ¿Hay alguien de la bancada
oficialista a quien podrías reivindicar?
Como creo, predico y practico,
la política no te debe hacer enemigo de nadie. Eso al final ha derivado en la
canibalización que quieren que vivamos. A la negación del otro de lado y lado
hasta llegar a la peor crisis de la historia. En cuanto a mis colegas
oficialistas, bueno, uno puede que no los pase, pero hay que tener el mínimo de
cordialidad para poder convivir durante cinco años. Yo conozco a Héctor
Rodríguez de cuando éramos dirigentes de federaciones universitarias.Cada uno
de su lado ha crecido políticamente. Y mantenemos cordialidad. Sin embargo, si
tuviera que reivindicar a alguien sería a Oscar Figuera. Siempre discutimos y
nos contradecimos, pero le respeto sus formas y su honestidad.
- ¿Cuando tú te levantas a
parlamentar en la Asamblea tú crees que la otra bancada te escucha?
- Siempre escuchan. Hasta
cuando no quieren y disimulan. No lo comparten, lo cual tampoco quiere decir
que entiendan. El Parlamento es una instancia en que no sólo se discute entre
bancadas, sino que se habla para una audiencia superior. Hay verdades que se
tienen que discutir y hacer contraste. Al menos, hay muchas cosas que hay que
dejar a la reflexión de aquellos que nos adversan, pero también uno le está hablando
al país.
- ¿Y te gritan cosas?
- A mí no me pasa tanto. Pero
hay colegas que sí reciben todo tipo de improperios.Uno a veces piensa:
“¡Cooño, bájale dos papá!” De las pocas veces que yo he dicho algo fuera
de lugar, fue cuando Francisco Torrealba dijo: “es paja que a la gente no le
alcance la plata”. Eso hizo que yo dijera la frase que he proferido con más
intestino en mi vida: “Como terminó su discurso el diputado Torrealba lo voy a
empezar yo ¿Tú sabes que no es paja, mi pana? Que la gente se muere porque no
hay medicina, que no alcanza el sueldo de un mes. Eso no es paja.” Así en sus
propias palabras. Lo mejor fue que el video de ese día tuvo más de un millón de
vistas en Facebook. La cosa permeó.
- Desde el mes pasado se le ha
subido el nivel al debate. ¿Crees que lo siente el oficialismo?
- Claro. Después de cinco años
de barbaridades y cosas que rayan en lo escatológico, el nivel ha subido sin
duda. El PSUV ha perdido la cadera. Parece Chilavert en la última etapa.
Cada vez se ve más viejo. EL PSUV no controla la agenda ahora y no sabe vivir
fuera de la burbuja ni dentro del debate de la gente. Entonces, la Guerra
Económica no puede ser la respuesta a todo.
– Eres jóven ¿Cómo se comparte
eso de salir por ahí con lo de la política?
- Hay que recatarse. Hay
políticos que se echan mucho palo y al día siguiente no sirven. No los critico,
pero hay muchos políticos que van a beber excusandose en nombre de la
política. Yo he llegado a donde he llegado sin echarme una pea con nadie. Salgo
muy poco, porque los fines de semana hay que hacer recorridos desde muy
temprano. Lo otro es que yo le tengo poca paciencia a los borrachos. No a
todos, pero es que hay unos que son muy atorrantes. Pero yo más joven iba a
cuanto toque había: Espacio 2, la Bronka, Okupa. Pero por las condiciones que
tienen los políticos aquí en Venezuela, que son como muy visibles, si sales por
ahí puede llegar uno del otro bando a agredirte, o todo lo contrario. Sin
embargo, cada vez que puedo echo cuento y hablo con la gente que haya.
- ¿Ibas a los toques de punk?
Sí. En la buena época. Soy fan
de Misfits y recogí cables cuando vino y se presentó en el City
Market. Y así vi a Strungout también. A Voodoo Glow Skulls. Tuve hasta una
banda de grindcore anarco. Todo eso quedó en esa buena época que ya no se ve.
Donde la primera banda se montaba a las 12 am. Es lamentable y eso hay que
arreglarlo también.
- ¿Qué opinas del reguetón?
- No lo entiendo. Al
principio tenía un ritmo y ahora lo cambiaron. Es raro. O siempre están
despechados o le dicen de todo a las jevas sin nada bonito en el camino.
Fotografía: Alejandro Cremades
18-02-16
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