Por SJ Luis Ugalde
No es fácil transformar la
actual educación venezolana y ponerla al nivel de las enormes exigencias. Solo
con un acuerdo (no de mero papel) y consenso de la mayoría de los venezolanos
podremos dar el salto cualitativo necesario para un futuro de esperanza.
A pesar de los repetidos
intentos de estatizar en exclusiva la responsabilidad educativa, para que el
Estado-gobierno-partido imponga su educación-indoctrinación, la realidad es que
en la educación están actuando
tres grandes y distintos factores sociales: la
familia, la sociedad y el Estado. La Constitución afirma los tres. En su
Exposición de Motivos con una frase feliz exige el desarrollo de “la tríada
solidaria entre sociedad, familia y Estado”. Pero la excluyente
ideología estatista del gobierno “revolucionario” ha trabajado para que esos
tres factores no sean solidarios, ni se sumen, sino que uno anule a los otros.
En la escuela están presentes
–bien o mal– la familia, la sociedad y el Estado. La buena escuela es aquella
donde la presencia del Estado (ley fundamental, programas, financiamiento…)
refuerza, exige y estimula la presencia activa y constructiva de la familia y
de la sociedad, al tiempo que la familia y la sociedad exigen y promueven la
presencia fundamental del Estado. No tratando de sacar al otro, sino los tres
en solidaridad exigiéndose y potenciándose. Las familias solas no pueden con la
educación de sus hijos y los envían a unas 30.000 escuelas, construidas y
mantenidas por gobiernos, fundaciones, corporaciones, congregaciones religiosas
y particulares de vocación educadora. Un Estado excluyente no permite que la
familia y la sociedad sean educadores activos en la escuela con su
responsabilidad específica. Todo gobierno de partido único impone escuela
única, texto único e ideología única, como en Cuba. Pero en Venezuela el Estado
y la Constitución son democráticos, a pesar de los empeños “revolucionarios” en
contrario.
En los sectores de menores
recursos quizá son las escuelas de Fe y Alegría, e iniciativas educativas
similares motivadas desde el compromiso cristiano, las que mejor logran que se
den la mano solidariamente las familias, los educadores convocados por la gran
iniciativa de la institución promotora que mueve la colaboración de ciudadanos,
fundaciones, empresas y la solidaridad de contribuyentes internacionales.
Juntos y con el Estado logran construir, mantener y mejorar la calidad de la
escuela, con menos gastos y más eficiencia. Todo de un modo participativo, de corresponsabilidad
y sin perder un día de clase. La Constitución (artículos 102, 103, 106, 110 y
111) valora estos aportes; pero para el gobierno “revolucionario” son
contraproducentes, pues le quitan la exclusiva y el control
ideológico-partidista.
Con una nueva visión
productiva, con una Ley de Ciencia y Tecnología (Locti) actualizada y con un
INCE puesto al día en 2016, se multiplicaría el aporte financiero de las
empresas al tiempo que ellas se beneficiarían, pues es dramática la carencia
que tienen de jóvenes competentes en oficios y bien formados en valores
personales y ciudadanos. Lo mismo se diga del aporte educativo de las familias,
que no deben desentenderse de la educación de sus hijos. Los educadores están
en grave crisis y faltan decenas de miles para enseñar matemáticas, física,
biología, inglés… El ser educadora o educador no puede ser la última y menos
atractiva opción para un joven, como ocurre hoy.
Para empezar hay que saber el
monto de la inversión anual total en educación, que es mucho más que el
presupuesto oficial del Ministerio de Educación. Hay que sincerar y
contabilizar el aporte presupuestario educativo de millones de familias y las
de miles de instituciones no gubernamentales. Aportes que no son contrarios al
presupuesto oficial, sino complementarios y con valor estratégico adicional,
pues mejoran la participación, el aprendizaje y la calidad del centro
educativo. Es mucho lo que Venezuela puede cambiar avanzando en cada escuela y
en el Ministerio de Educación hacia el efectivo funcionamiento de “la tríada
solidaria entre sociedad, familia y Estado”. Un Estado democrático y
descentralizado que se expresa en diversos niveles con gobiernos diferentes y
plurales. Hacen falta decididas alianzas que se hacen presentes en el corazón y
la vida de cada escuela. De otra manera no lograremos más ingresos para la
educación, ni más eficacia, transparencia y corresponsabilidad.
18-02-16
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