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domingo, 14 de mayo de 2017

La ética de la mierda por @cgomezavila


Por Carolina Gómez-Ávila


Me gusta distinguir entre “pueblo” y “ciudadanos” atendiendo a deberes y derechos. La diferencia estriba en conocerlos y estar dispuestos a cumplirlos o ejercerlos. En general, se nota en los reclamos: unos se centran en aspectos que no están relacionados con el orden legal y los otros procuran ceñirse a él.
Pero esto se desvanece cuando nos convocan a una protesta. Entonces, pueblo y ciudadanos nos volvemos masa y, en la dinámica de la manifestación, se mezclarán artículos constitucionales con otras quejas igualmente legítimas: el hambre, la mortal escasez de medicinas, la delincuencia impune, el repudio e indignación creciente por la represión sufrida y la exigencia de justicia por las vidas arrebatadas.

Sucede que la masa exalta lo que hay de primitivo en cada uno, nos vuelve sugestionables e impulsivos y nos hace sentir invencibles. Durante la caminata nos contagiamos con las emociones que nos rodean, aceptamos consignas y acciones que quizás crucen el límite de nuestro comportamiento habitual y que imitamos o dejamos pasar sin objeciones.

Horas más tarde podríamos hacer una evaluación confusa, sobre todo si aún nos sentimos indignados: ¿Fue o no fue correcto? ¿Fue bueno o malo en función de los objetivos planteados? Las respuestas pueden herir la opinión que tenemos de nosotros mismos.

Usted puede torear la confrontación -interna y externa- declarándose incapaz de juzgar, sin darse cuenta de que ese es un juicio en sí mismo. Puede apuntar a la ineficiencia del método ante la espantosa ausencia de medicamentos: herida, infección y muerte, ¡como si no tuviéramos pocas que lamentar! Puede advertir que el método desestimulará la convocatoria porque se habrá acabado el miedo, pero no tanto el asco.


O puede reclamarle al liderazgo, conmigo, que falta ofrecerle cauce a la frustración; que para prevenir reacciones desordenadas se necesita militancia a modo de brigadas de orden, que se deben programar actividades llenas de significado para no dejar espacio al desahogo grotesco. Lograr mayor convocatoria será posible si podemos protestar sin infiltrados, manteniendo a raya a los extremistas y apelando siempre a la civilidad.

¿Civilidad ante criminales? Sí. Si no le resulta tolerable es porque entiende que usted debe ser civilizado para otros en vez de serlo para sí mismo. La civilidad es nuestra garantía de trascendencia. Ningún valor tendrá la libertad si cuando la logremos no ha quedado a salvo nuestra dignidad.

Civilidad, para no convertirse en lo mismo que se ha usado de proyectil.

Sí, somos como manifestamos.

13-05-17




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