Por Ismael Pérez Vigil
Para algunos los partidos
políticos también son parte de la sociedad civil; pero en Venezuela son
instancias bien separadas, legalmente, y hay varias decisiones del TSJ que así
lo determinan y que excluyen a los partidos como parte de la sociedad civil.
Pero, además, partidos y
grupos de la sociedad civil, actúan de manera muy diferente, aun cuando en la
práctica ambos ejercen o se dedican a la política. Naturalmente que hay semejanzas
también, pero son sobre todo las diferencias, que definen pautas y áreas de
acción de cada uno, las que me interesa analizar.
Siempre se ha dicho que la
diferencia fundamental entre partidos y sociedad civil es el objetivo que ambos
persiguen. Para los partidos es el poder, lograrlo, alcanzarlo y la posibilidad
de ejercerlo para llevar adelante sus programas, sus ideas, las metas del
sector al cual representan. Mientras que para los grupos de la sociedad civil
—vamos a llamarlos Organizaciones No Gubernamentales (ONG) — los objetivos son
diferentes y variados dependiendo de cada uno de ellos. El primordial no es el
político, aunque se ven lanzados a él por diversas circunstancias y por una muy
particular, el ejercicio de la ciudadanía; es este —la ciudadanía— el elemento
distintivo. Por lo tanto, en materia política, el objetivo de las ONG, en mi
opinión, es en todo caso controlar la gestión pública y la de los partidos.
Tema sobre el que volveré en otro momento.
Con respecto al tema del
poder, es necesario evaluarlo más allá de un objetivo externo. Es preciso
también considerar la forma de ejercerlo de manera interna y en la manera de
relacionarse sus miembros, pues hay allí otras diferencias importantes. Unos,
los partidos, por lo general, aunque no siempre y no solo, lo ejercen por
autoridad, por estatutos, legitimados en una elección; los otros —las ONG— por
“auctoritas”, por el llamado “poder espiritual”, ese “algo” que aceptamos de
algunas personas que no se nos imponen porque un estatuto diga que ellas son la
“autoridad” o que ejerce un determinado cargo, sino que se nos imponen por su
saber, su ejemplo, su acción, su dedicación, por lo que ellas “son”.
Esa forma de ejercer el poder
determina también formas de liderazgo y la forma en que sus líderes luchan por
las posiciones internas en sus organizaciones. En los partidos la lucha por el
poder puede revestir situaciones muy agudas y muy intensas, divisiones,
rompimientos; porque el poder interno significa acceso al gobierno, acceso a un
cargo legislativo, acceso a recursos, prestigio. Por lo general esa lucha esta
normada o estatuida, aunque se acepte que, por tratarse de política, todo vale.
En las ONG, el liderazgo suele
estar —o debería estarlo— relacionado con mayor trabajo, mayor dedicación a la
causa de la organización. Sin embargo, no están exentos de esos rompimientos,
que en las ONG también son frecuentes, sobre todo en las de carácter y acción
política. En las ONG los problemas personales entre sus miembros y las disputas
con relación a la utilización de recursos escasos o el celo por la mayor
proyección que alcancen unos u otros, se terminan convirtiendo en problemas
organizativos. Se anteponen las lealtades personales a las lealtades a la
organización, las ideas y los objetivos.
Hay otro tema o diferencia
importante: la representación; las ONG, no concurren a procesos electorales que
los lleven a representar a alguien, salvo a sí mismos o a unos pocos. Por lo
general las ONG son la expresión de algo, pero expresión de la unión de
voluntades individuales y su legitimidad viene dada, reconocida, por esa
“auctoritas” — ya mencionada—, como organización, su prestigio, su trabajo, la
calidad de sus líderes, la claridad de sus ideas. Ese es uno de los problemas
graves de las ONG, que usualmente no representan a nadie, por más que muchos se
presenten como sus representantes, voceros autorizados, aunque las
organizaciones cuenten con muchos miembros; y eso se nota especialmente a la
hora de asumir triunfos y fracasos. Todos hablamos por la sociedad civil cuando
se trata de logros y méritos, pero nadie asume los errores objetivos que ha
cometido la “sociedad civil”, que en esas circunstancias se vuelve más
abstracta que nunca.
Seguiremos evaluando algunos
detalles de estos dos sectores, que se nos presentan como diferentes y que en
realidad no lo son tanto, sobre todo ahora que parece resurgir la “sociedad
civil”, ante el evidente “reflujo” de los partidos.
09-04-18
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