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domingo, 26 de junio de 2022

Noruega: ¿negociar con quién? / Piero Trepiccione

 Por Piero Trepiccione

@polis360

Nuevamente se abren las expectativas sobre un posible diálogo entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro. Algunas imágenes, gestos, declaraciones y otras menudencias así parecen mostrarlo las últimas semanas. Ante ello, el país entero, buena parte de la región y otros actores geopolíticos globales como la Unión Europea, EEUU, Rusia y China atisban las antenas para estar atentos.

Un evento como el conflicto bélico en Ucrania y sus consecuencias en materia de gas, petróleo y alimentos que está impactando al mundo entero, ha avivado la necesidad de búsqueda de fuentes confiables de energía por todas partes. Venezuela es puesta en el centro del radar por su importancia energética y su ubicación geográfica. Se desatan los resortes diplomáticos secretos para suavizar un conflicto político de larga data con graves consecuencias económicas, que ha exportado a más de seis millones de migrantes durante los últimos años, en función de facilitar la recuperación de la producción petrolera y gasífera venezolana para ponerla al servicio global.

Pero surge un grave problema adicional a las complejidades anteriores, y es con quién debe negociar Nicolás Maduro. Es difícil llevar la interlocución con un sector opositor demasiado fragmentado, demasiado dividido y debilitado ante la opinión pública nacional. No es que la figura de Maduro tenga mucho reconocimiento interno que digamos, la realidad es todo lo contrario, pero representa a la minoría más organizada del país; aún con muchos problemas en el seno del Psuv, pero manteniendo el liderazgo y control político en todo el territorio venezolano. Ante ello, qué se puede esperar en los próximos meses.

Aunque Estados Unidos ha mantenido un apoyo abierto a la figura de Juan Guaidó y su presidencia interina, tras bastidores ha alentado conversaciones de alto nivel con el gobierno de Maduro para reabrir canales de diálogo. En este momento, por el tema de las sanciones, junto a la Unión Europea, son los que tienen tarjetas de recambio para avanzar en la consecución de pasos concretos que ayuden a destrancar el juego de cara a las elecciones presidenciales de 2024.

El tiempo avanza inexorablemente y el tradicional efecto pendular en la política latinoamericana, está volcado hacia el favorecimiento popular de victorias electorales de candidatos con signos ideológicos claramente orientados hacia la izquierda y con tendencia a vincularse más económica y geopolíticamente con China en lugar de EEUU. Este fenómeno deja aún más debilitadas las posiciones asumidas por el fragmentado sector opositor en el país, que tendrá que actuar con demasiada inteligencia si quiere aprovechar la pequeña gran brecha u oportunidad que se abre en el espectro geopolítico global, para poder “negociar” unas condiciones mínimas de participación en el hipotético evento presidencial de 2024.

La clave de ello pasa por recuperar el fervor popular interno que hoy luce completamente despegado por las incongruencias del liderazgo. La realidad nos muestra claramente que Maduro está débil ante el respaldo popular, pero la oposición está peor y en ese escenario, se favorece abiertamente quien tiene el poder. Noruega abre de nuevo una oportunidad junto con la situación geopolítica global, esperemos que las pequeñas ambiciones y los instintos salvajes de figuración de la clase política no vuelvan a fracasar en este momento. Demasiado dolor ha pasado por debajo de los puentes en toda Venezuela como para que sus actores políticos sigan fumando una lumpia.

https://efectococuyo.com/opinion/noruega-negociar-con-quien/


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