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viernes, 16 de noviembre de 2018

¿Cómo es la relación entre independencia, libertad y petróleo en Venezuela?, por @leopoldolopez




Leopoldo López 15 de noviembre de 2018

A lo largo de nuestra historia republicana y de manera muy clara en nuestro presente, los regímenes despóticos han querido igualar independencia y libertad como términos y condiciones mutuamente incluyentes. “Somos independientes, entonces somos libres; o somos libres por el hecho de ser independientes”. La verdad es que un sistema de gobierno puede ser independiente pero no libre, o también libre pero no independiente.

La independencia es un concepto que define el tipo de relación, la dependencia o no de una nación con respecto a otras, así como a organismos internacionales, mientras que la libertad se define a partir de la vigencia del pleno disfrute de las libertades de sus ciudadanos. La libertad tiene que ver con la manera en que se desempeñan los derechos y libertades de los ciudadanos y la independencia con el sometimiento o no a los intereses y leyes de otra nación.

El interés de los regímenes despóticos siempre busca transitar la ruta de confundir estos dos conceptos. Con el propósito de apalancar sentimientos y movimientos libertarios desarrollando falsos mitos en torno al principio de independencia.

Este interés de confundir ambos conceptos ha estado en plena vigencia en nuestro país durante los últimos años. Supuestamente somos independientes y por eso somos libres, reza la consigna oficial. Fue transparente la manera como el difunto presidente Hugo Chávez condujo al país bajo una explícita, reiterada -hay quienes la evalúan de enfermiza- relación con el régimen de los hermanos Fidel y Raúl Castro, así como con una serie de movimientos comunistas o simplemente dictatoriales, destruyendo nuestras reservas, comprometiendo nuestra industria petrolera hasta excluirla de la lista de las mejores del mundo, desmontando fábricas, industrias, conglomerados y puestos de trabajos de venezolanos, excluyéndonos de escenarios y oportunidades de modernidad, avance, progreso e inclusión social. Eso no es independencia, mucho menos ciudadanos libres. Todo lo contrario.

Con la ligereza con que el denominado chavismo trata el tema de libertad, no solo debemos estar en desacuerdo, sino también insistir en combatirlo y en derrotarlo. Desde el mismo comienzo de su gestión, Hugo Chávez insistía en igualar libertad con dominación.

Dominación que se manifiesta en la relación clientelar del ciudadano con el Estado, magnificado a través de una especie de trueque no declarado pero existente entre unas y otras libertades y derechos. “Te doy el derecho al trabajo, pero me entregas el derecho a elegir.” “Te doy el derecho a la vivienda, pero me entregas el derecho a la libre expresión.” Es decir, el Estado ha condicionado la materialización de ciertos derechos a la sumisión política y de conciencia de otros derechos.

Esta relación condicionada entre un Estado poderoso y el ciudadano débil lo han manifestado constantemente Hugo Chávez y Nicolás Maduro, muy especialmente cuando política y electoralmente les ha sido de urgencia recalcar la relación entre el estado poderoso y los ciudadanos más vulnerables.

El condicionamiento de acceder o no a derechos establecidos en la Constitución de acuerdo con la sumisión del ciudadano a los intereses políticos de quienes gobiernan, es una de las características de la relación entre el Estado y los ciudadanos en una dictadura, en cualquier sistema que si bien puede tener su origen en unas votaciones (aunque la legitimidad de estas también puede ser cuestionada), está muy alejado de ser verdaderamente democrático.

Soy de la opinión de que esta relación clientelar o de sumisión -contraria a ser verdaderamente libre- entre ciudadanos y el Estado es consecuencia de varias variables, históricas y estructurales. Pero pensando en inminentes soluciones en favor de una Mejor Venezuela, creo que debemos abordar con imaginación, con audacia, con creatividad lo referente a nuestra actual estructura económica, en la cual el Estado mantiene un control dominante sobre la economía y el hecho cultural, educativo y social. En el caso específico de estos primeros años del siglo XXI venezolano, es fundamental reflexionar sobre el dominio excluyente desde el poder ejecutivo de nuestra principal industria, la petrolera.

Mientras el Estado siga ejerciendo un control dominante y con altos niveles de discrecionalidad en el uso del ingreso petrolero, se mantendrá presente esta relación clientelar y de dominación para con el ciudadano. Para avanzar hacia una sociedad más democrática, en la cual el gobernante de turno no se imponga sobre la libertad del ciudadano, debemos dar pasos sobre la democratización del ingreso petrolero, a que los venezolanos podamos ejercer con plenitud nuestro derecho como propietarios del petróleo.

En mi opinión, la superación del clientelismo y el avance hacia una sociedad plenamente democrática, requiere de una transformación en la manera en que los venezolanos nos relacionamos con el petróleo bajo una premisa fundamental en la que todos los derechos, sin distinción, sean garantizados para todos los venezolanos. Y en el marco de ese postulado, lo que es de todos (el petróleo) debe ser distribuido entre todos. Esta tesis la he estado trabajando por más de cinco años y pronto, a pesar de las dificultades de estos últimos tres años, se publicará un libro donde pueda exponerle a los venezolanos, para su consideración, los detalles de lo que pretende ser, más que una política petrolera, una visión petrolera para los próximos 100 años.


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