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viernes, 23 de noviembre de 2018

La impunidad se alimenta del olvido por @CECODAP @FERNANPEREIRAV


Por Fernando Pereira


Por años, diversas organizaciones sociales en Venezuela han trabajado en defensa de los Derechos Humanos de la infancia y la adolescencia haciendo hincapié en la construcción de una sociedad más justa y libre de violencia.  Son instituciones que tratan de proteger el futuro, que se vinculan con las historias muy dramáticas para hacer lo posible por darles a quienes las padecen un respiro en medio de la hostilidad. Todo esto para tener un mundo más equilibrado y menos implacable para nuestros niños.

La tarea ha sido ardua. Crear conciencia y mantenernos firmes ante la desesperanza es parte de la lucha de quienes siguen creando espacios para el desarrollo y la sana convivencia de los maltratados. Una labor que no puede ser aislada ni tampoco debe dejarse a unos pocos.

Creo que esto que he dicho y las referencias que he dado sirven para adentrarnos en Corazones con Memoria. Óscar Misle y Fernando Pereira de Cecodap ponen en nuestras manos un libro que nos invita a reflexionar, pero que sobre todo nos presenta las causas que nos han llevado a padecer estas situaciones tan terribles. Realidades que son frecuentes y que han dejado un mal sabor de boca a los venezolanos, por decir lo menos.

La invitación es para que cada uno de los actores que formamos parte de la colectividad empecemos a movilizarnos en acciones concretas. Las historias del horror deben motivarnos a ser promotores de un cambio.

Todos hemos sido marcados en algún momento por un hecho delictivo. En cada página de nuestra memoria existe un incidente violento imposible de olvidar. Maya  está en el mío, al igual que los hermanos Faddoul o el caso de Dayan González. ¿Cuántos niños hay afectados por la criminalidad pero también por la indiferencia? Para mí, para todos es crucial mantener vivo cada uno de estos incidentes y así evitar que el sufrimiento se siga propagando”, Luis Olavarrieta en el prólogo del libro.


¿De qué va?

Victoria dedica su vida a la defensa de la niñez y la adolescencia. Como tantos venezolanos, sintió una fuerte conmoción al conocer que, tras un prolongado secuestro, los hermanos Faddoul, de 12, 13 y 17 años, habían sido asesinados.

El cruel suceso, ocurrido en abril de 2006, la impactó de tal modo en su condición de madre, abogada y defensora de los derechos humanos desde sus tiempos universitarios, que decidió fundar una organización civil que llamó La Zaranda. Usando como símbolo el ruido y el movimiento de este juguete tradicional, Victoria llenó de sentido su vida y comenzó una cruzada en compañía de seis amigos, profesionales de distintas disciplinas, para documentar cómo la violencia  y la impunidad truncan las vidas de los niños y adolescentes del país. Su propósito es sensibilizar a la sociedad sobre este grave flagelo que ha tomado cuerpo sin que el Estado haga nada para frenarlo.

Contra la impunidad

Óscar y yo creamos el personaje de Victoria como una suerte de espejo de nuestra propia experiencia por 34 años como defensores de los derechos humanos, y escribimos esta novela basada en hechos reales, que tiene como telón de fondo la Venezuela del siglo XXI.

Cada cifra, cada caso de los tantos que han enlutado al país, aparecen aquí reseñados en medio de una trama de relaciones de amistad, amor y resiliencia. Es otra forma de decirle al país, con una lectura amena y de fácil comprensión, que todas esas vidas arrancadas por la violencia deben permanecer en nuestra memoria para recordarnos que los niños y adolescentes son un corazón que late y clama por nuestra protección.

Este sábado 24 de noviembre, en el marco de las actividades por el Día Internacional de los Derechos del Niño, realizaremos la presentación pública a las 10:00 en el Hotel Ambassador Suites, Campo Alegre.

Dicho en palabras de Victoria Lizcano: “No permitiremos que nos los arrebaten afectivamente. Seguiremos honrando sus nombres y pidiendo justicia. La impunidad se alimenta del olvido”.

22-11-18

http://efectococuyo.com/opinion/la-impunidad-se-alimenta-del-olvido/


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