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miércoles, 19 de septiembre de 2012

100 DÍAS


Escrito por Ramón Guillermo Aveledo  Miércoles, 19 de Septiembre de 2012

El hecho de que Henrique Capriles Radonski esté realizando una campaña formidable, dando varias vueltas a nuestra geografía y visitando pueblos por donde hace mucho no pasaba un candidato presidencial, si es que alguna vez fue uno, no le ha impedido pensar seriamente en qué hacer tan pronto llegue a Miraflores.

Porque su responsabilidad actual es ganar esta elección decisiva para los venezolanos, en esta que ha sido como la lucha de David frente a Goliat, pero tan pronto haya logrado ese cometido, comenzará su responsabilidad mayor, histórica, trascendente, que será gobernar para el progreso de todos por igual.

El líder de la alternativa democrática anunció el lunes 10 de este mes su plan para los primeros cien días de gobierno. Compromisos claros y concretos para atender los problemas reales de la vida real de los venezolanos de carne y hueso. Cero bla-bla-bla. Nada de lo que venezolanamente llamamos paja o gamelote. Precisión de un servidor público que ha aprendido de la política a conocer y entender lo que está pasando y lo que el pueblo necesita, y en el ejercicio del gobierno a establecer prioridades y a gestionar recursos necesariamente escasos para sacarles máximo provecho a favor de los ciudadanos.
Capriles no va a llegar al gobierno para hacer bullpen.

Va a montarse en la lomita a fajarse con los bateadores que le han caído a palos a este gobierno de brazo cansado que con esfuerzo la llega a la goma y casi siempre en zona mala. El line up del fracaso son la inseguridad, el desempleo, el alto costo de la vida, la escasez, la falta de vivienda, los malos servicios, la vialidad deshecha, y los fracasos en dar educación y salud de calidad. El lanzamiento predilecto del agotado pitcher rojo es expropiar para estatizar, y eso lo que hace es abultar el score en contra del pueblo.

Capriles va a llegar gobernando. Políticas bien pensadas. Medidas decisivas. Un agresivo plan de obras públicas en áreas sensibles con resultados que se empiecen a sentir pronto. Audacia y ganas de hacer las cosas. Energía y vitalidad. Conocimiento real y capacidad gerencial. Administración ordenada y honesta, limpia de corrupción y firme ante ella. Si con tan poco, en Miranda ha hecho tanto, cuánto no podrá hacer en el país.

En cien días no se habrán arreglado los problemas que este gobierno amontonó y empeoró, pero Venezuela tendrá un camino claro, despejado, seguro, hacia el progreso, la paz y la convivencia de todos.


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