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viernes, 29 de marzo de 2013

Conflicto y liberación


Demetrio Boersner 25/03/2013

Desde Cuba se alienta al oficialismo postchavista, con Nicolás Maduro a su cabeza, a tratar de instaurar en nuestro país el sistema explotador del colectivismo burocrático ­con el único y cínico fin de mantener abierto el chorro de las dádivas petroleras

El equipo gobernante de La Habana promueve dos políticas paralelas, tácticamente contradictorias pero complementarias en el nivel estratégico. Una de ellas apunta a modernizar y liberalizar a Cuba, y la otra, a hundir a la neocolonia cubana que es Venezuela en el estancamiento sociopolítico del cual Cuba misma espera salir.

Así como en los tiempos del imperialismo occidental clásico, el progreso industrial de las metrópolis exigía el mantenimiento de sus colonias en un estado de inmovilismo preindustrial, hoy Cuba quiere superar el colectivismo burocrático e impulsar su propia reintegración al mundo moderno, al precio de un mayor aislamiento, autoritarismo y explotación económica de su satélite ideológico, que es Venezuela.

Mientras en la patria de Martí se da luz verde a la iniciativa privada y alguna diversidad de opiniones, en Venezuela los "asesores" cubanos se esfuerzan por implantar la dictadura de los elementos más obtusos y estalinistas.

Por ello, la lucha de Henrique Capriles y la oposición democrática venezolana ­calificada de "derecha" por una "izquierda" internacional imbécil­ no es menos que una insurgencia nacional contra una nueva dominación foránea, más descarada que la que en épocas pasadas ejercían los yanquis, y antes de éstos, los ingleses y franceses.

En esta lucha de liberación nacional, Capriles cuenta con el apoyo incondicional de republicanos venezolanos de izquierda, de centro y de derecha democrática.

Desde Cuba se alienta al oficialismo postchavista, con Nicolás Maduro a su cabeza, a tratar de instaurar en nuestro país el sistema explotador del colectivismo burocrático ­con el único y cínico fin de mantener abierto el chorro de las dádivas petroleras y financieras venezolanas a Cuba­, hasta tanto ese país, reformado y reabierto al sistema capitalista global, ya no dependa de esa ayuda.

Llegará el día en el cual los sectores imbéciles (o subvencionados) de la izquierda internacional deberán responder ante los pueblos del mundo por su grave responsabilidad en contribuir a que la autocracia chavista haya durado catorce años, durante los cuales de ningún modo "sacó a millones de venezolanos de la miseria" (como lo afirman, sin apoyo estadístico alguno, ciertos izquierdistas internacionales irresponsables).

Sino simplemente fortaleció, y llenó de fervor ideológico, al asistencialismo paternalista que alivia ligeramente la pobreza, mientras por el otro lado, con insensatas expropiaciones y vociferaciones maniqueas, ahuyentó a talentos y capitales y destruyó la economía nacional, retrotrayéndonos a una condición neocolonial de dependencia de las importaciones de bienes y servicios extranjeros. La historia ­que exige hechos y no ilusiones­ dictará su juicio.

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