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miércoles, 27 de marzo de 2013

El miedo, la esperanza y el futuro: una conversación con Henrique Capriles



Por Daniel Lara F. 26 de Marzo, 2013

Somos un país tan peculiar que pocas veces notamos lo fácil que puede ser que hasta el ciudadano más encumbrado del país se te cruce en la calle en la que caminas a diario. Venezuela es un pañuelo y si tienes en mente encontrarte por azar alguna vez con alguien muy conocido deberías, al menos, tener también ensayada la pregunta que le harías.

Henrique Capriles debió decidir ser candidato presidencial en dos elecciones especialmente raras. En 2011, su partido Primero Justicia presentó su nombre para enfrentar a Hugo Chávez en las elecciones del año siguiente. Luego de sortear el tránsito de las primarias, se encontró con el peor Chávez posible: el disminuido por la enfermedad, quizás intocable por la opinión pública conmovida por un presidente agobiado en su batalla contra el cáncer. Ese cáncer que, a la postre, acabaría con su vida, pocos meses después de ganarle a Henrique las elecciones. Hoy, Henrique Capriles es candidato contra la memoria de Chávez y, además, contra el candidato ungido por Chávez antes de retirarse a su último tratamiento médico en Cuba.

También es candidato contra todo el poder del Estado, ese Estado moldeado por Chávez a su imagen, semejanza y necesidades. Es candidato contra un estado de cosas, contra una cultura del abuso, contra unas mafias enquistadas en el poder. Y, sinceramente, parece tener muy poco que ganar.
II
-Bueno Henrique, vamos a comenzar
-¿Pero ahí te graba bien?
-Sí, tranquilo. Es la cuarta visita que haces Vargas desde las primarias
-Sí. Pero yo vengo a Vargas desde que era un pelaopelao. Yo conozco La Guaira. Son muchos años viniendo.
-Como la gran mayoría de la gente de Caracas.
-Sí, de Caracas y Miranda. Pero, digamos, soy un visitante de La Guaira desde hace muchos años. Muchos años.
III
Cuando Capriles presentó su candidatura en 2011, buscando ganar las primarias, me chocó desde el principio. Sinceramente, sentí que no había nada en él que pudiera llevar a que me identificara con cualquier propuesta que hiciera. Sentí, desde el principio, que ser adeco y apoyar a Capriles era imposible y ni siquiera me planteé la idea  de que pudiera ser candidato finalmente. Cuando ganó las primarias, además, supe que íbamos a perder, porque ese muchacho rebosante, sin quererlo quizás, de la arrogancia de la clase media venezolana, autosuficiente e impertinente, no iba a poder convencer a la base chavista de que había “un camino” distinto al de Chávez y su revolución “de los pobres”.

El problema, en todo caso, era ganar las elecciones. Y con él no ganaríamos.

Efectivamente: no ganamos. El tipo que pasó la campaña hablando pausadamente se conformó con decirnos que “El tiempo de Dios es perfecto”, que se iría a su gobernación del estado Miranda por otro período y que, al fin y al cabo, ya se vería. Dios proveerá. Que la virgen nos acompañe. Y que los ángeles digan Amén.
IV
Murió Chávez. Se desató la ola de misterio sobre el destino del país. Y sobre todo, se despertó una sensación de necesidad con Capriles: ¿Para qué buscar otro candidato, si tenemos a Capriles, que sacó más de 7 millones de votos, recorrió el país y no tiene, en apariencia, nada que perder?

Yo mismo lo pensaba, pero con cinismo: ‘Bueno, para que se queme otro en unas elecciones que lucen perdidas. Que pierda Capriles y así de una vez nos lo quitamos de encima’. Así, evidentemente, pensó buena parte del estamento político del país, incluso los del propio partido de Capriles. Porque la política de Venezuela es un permanente cálculo, una proyección del futuro, una demolición del presente. ‘Quémalo, para que yo pueda pasar después’. ‘Quítalo, que ya no nos sirve’. ‘Empújalo, para que se cague y se vaya él solo para su casa’.

Pero Henrique Capriles, el mismo que hizo campaña con un rosario en la mano, invocando a Dios y a la virgen y recordando las palabras de su abuelita, sorprendió a todo el país. Aquel domingo, cuando en los corrillos políticos se decía que el hombre iba a arrugar, salió de la nada un tipo desconocido hasta el momento: la versión malandra de Capriles. Un tipo que condensó en sus palabras el hartazgo de mucha gente, cansada del atropello, de la amenaza, de las mentiras del gobierno. Apareció un Capriles dispuesto a abrirle la puerta a la Historia, cuando ésta, amenazante, se le presentó a su casa.

Tuteando al presidente encargado. Hablando de mentiras sobre la muerte de Chávez. Incluso, carajeando y manoteando a las cámaras, como si tuviera enfrente al mismísimo Nicolás Maduro. Y a medida que hablaba, contagiaba con entusiasmo a la gente, adormecida por el desconsuelo post 7 de octubre.

Ese día, pensé: ‘¿Quién es este Henrique Capriles? A éste no lo conozco’.
V
Cuando empezó el nuevo Capriles a encender con su verbo la campaña, habló directamente al contendor, insultando incluso, haciéndose eco de la arrechera popular presente en cada cola de amas de casa buscando azúcar, mantequilla o harina pan, de cada varguense padeciendo por el agua o de cada ciudadano víctima del hampa. Ahí pensé: ‘Si me encuentro a este tipo, solo le preguntaré algo: ¿No te da miedo todo esto? ¿No te da miedo que toda esta gente, con todo este poder, te aplaste, se desaparezca, te mate?’

La oportunidad surgió hoy, cuando en su visita a Vargas, el Comando de Campaña encabezado por Fabiola Colmenárez, me pidió que gestionara una entrevista al candidato en alguna emisora del estado. El miedo está presente en los medios regionales. No hubo manera de encontrar una emisora dispuesta. Así que decidimos, simplemente, grabar la entrevista y hacerla llegar a los medios.

Pero mi objetivo, más que una entrevista, era preguntar lo que para mí es capital en este caso: para un líder que anda desatado por el país encendiendo la calle, ¿cómo haces con el miedo? ¿Con el tuyo y con el de la gente?

Esa era mi intención. Pero Henrique tenía otros planes.
VI
- Ok Henrique, desde la primera visita que hiciste a Vargas, como precandidato en las primarias, los problemas que teníamos en Vargas son los mismos.
-Sí, siguen allí.
-Claro. Tenemos el problema, en este momento, de 37 días con una crisis de agua en la mayoría de las parroquias del estado. En lo que va de semana (y apenas es lunes) van 3 muertos por inseguridad. El problema de movilidad en el estado y el consabido problema de los apagones que ya en Vargas se ha convertido en una situación bastante grave. ¿Qué tiene Capriles que ofrecerle al pueblo de Vargas… (Interrumpe)
-Pero eso hay que sumarle algo que sí se ha agravado que es el tema económico. La inflación, es como un impuesto que golpea al más pobre, porque si tú ganas un salario mínimo y al final del año la inflación es de 30 o 40%, tú terminas el año con 30 o 40% menos en el bolsillo. Los alimentos ahora son más costosos…
-Cuando los encuentras
- Sí, cuando los encuentras. Y cuando los encuentras no los encuentras al precio regulado sino que terminas pagándolo hasta más del doble del precio regulado. No solamente los alimentos, súmale a eso el cemento, la cabilla, los materiales de construcción,  todo incrementándose. Y se ha agravado durante estos últimos meses. Estos últimos 100 días se ha acentuado la inflación, la escasez, la devaluación que mucha gente dice que “yo no compro dólares, en que me afecta a mí si yo no compro dólares”…
- Ése es el argumento del gobierno
-Sí, pero nuestro pueblo, que vive por ahí en un barrio de Vargas o del país, dirá ‘Bueno, eso afecta a quienes tienen dinero o a quienes tienen comercios’, pero no. La devaluación, el paquetazo afecta al más pobre, le pega más duro porque tiene menos recursos, no tiene capacidad de ahorro y, como los alimentos son importados y como casi todo es importado, si ahora cuesta más la importación pues ahora te golpea porque, digamos, ha habido devaluación y no ha habido incremento de sueldo. Yo estoy proponiéndole al país, a todos los venezolanos, un incremento del salario mínimo del 40%, porque yo quiero enviar una señal clara a todos los trabajadores de que nosotros  vamos a recuperar su poder adquisitivo. Más nuevas fuentes de empleo. Abrir nuevas fuentes de empleo, nuevas fuentes de trabajo e ingreso para quienes viven en Vargas como en otro estado del país, entonces, tú me dices…
-Pero Henrique, ¿tú tienes certeza de que este gobierno te está dejando dinero para que  hagas aumento de sueldos? ¿Tú conoces el estado real de nuestras finanzas?
- Claro. ¿Qué pasa? Tú dirás: bueno, ¿cómo vas a financiar eso? Bueno, vamos a dejar de regalar el petróleo. Vamos a empezar por ahí.
-Ajá…
- El petróleo se produce todos los días. La explotación petrolera. El país produce… debemos estar en 2 millones 600 mil barriles. Esto es un dato importante: la producción petrolera, hoy en 2013, está a los mismos niveles de los años setenta. Gracias a dios el precio está por encima de 100 dólares. Si no, imagínate el problema de los ingresos en el país…Entonces, vamos a dejar de regalar el petróleo. No es cierto que ese petróleo es a cambio de médicos. No. Todo eso se paga. Esto es regalo. Regalos que son 7 mil millones de dólares al año, “regalaos” para financiar, para tener amigos en el exterior. A nosotros no: ésa no puede ser la prioridad del país. La prioridad del país tiene que ser el que vive por allí. Yo venía ahorita en la vía y tú ves en los cerros de Vargas personas que están en viviendas que son de cartón, de latón, en situación de riesgo. Uno las ve y, caramba, dice: mira la situación en que está esa gente allí. Dios no lo quiera, un palo de agua, un deslizamiento y vienen más damnificados, sin vivienda y bueno, salvaguardando la vida. Entonces te digo: las importaciones. ¿Tú sabes cuánto se está yendo en importaciones ficticias, sobrefacturación? Digamos más bien que no facturan según el costo, sino que lo aumentan…
-Para que les den más dólares
-Exacto. El propio ministro Giordani reconoció que han importado chatarra. (En este momento de la entrevista, empieza un festival de gritos afuera, “Se ve, se siente, Capriles presidente” que nos acompañó durante  el resto de la entrevista, siendo el sonido de fondo en un lugar al que pocas personas conocían previamente como el sitio en el que el candidato se reuniría con su equipo de campaña en Vargas) Para pedir dólares, se calcula que son 15 mil millones de dólares al año, solamente. Tú dices que de dónde voy a sacar recursos: ahí te estoy diciendo. Soy el presidente, ¿qué hago yo con Vargas? Vengan, señores de la inversión extranjera, vamos a construir hoteles, complejos de turismo como hay en otros países que tienen, bueno, una costa que tiene kilómetros de playas como hay en Vargas y extenderlo hasta Miranda. Hacer de la costa un centro de desarrollo, toda nuestra costa. Eso genera empleos en los hoteles, comercios, toda la actividad asociada a la hostelería. Bueno, los muchachos que ponen sillas en las playas, los que venden comida, ¡porque los varguenses pueden soñar en grande! Los varguenses. Y además esto no es para el gobierno, ¿porque quién se beneficia de esto? El gobierno cobra impuestos, pero quien se beneficia es quien tiene un buen empleo, un buen ingreso, que va a poder comer, garantizar recursos en el bolsillo, dormir tranquilo. Ah, las misiones: muy buenas. Los programas sociales, perfecto. Hay que fortalecerlos, pero eso no es suficiente, porque además la vida es más costosa y difícil. Ya ni la misión alcanza. Por eso digo que tenemos que cambiar este modelo. Nicolás no tiene ninguna experiencia para… mira,  lo estamos viviendo estos 100 días: Nicolás habla de cosas que no tiene ni idea de lo que dice.
VII
Este Capriles que me concede una entrevista corta, de no más de quince minutos, no es el monaguillo frustrado de hace unos meses. Dispara cincuenta palabras por segundo, con propuestas, con recriminaciones a su contendor y sobre todo recordando algo que quizás en una campaña corta sería difícil demostrar: que él sí tiene experiencia gobernando y Nicolás Maduro no. Sería más difícil demostrar esa incapacidad del contendor, de no ser por un elemento inesperado: la inmensa capacidad del presidente encargado de embarrar su propia campaña. Nicolás Maduro se convirtió en contendor de sí mismo, hasta el punto de convertir la campaña en un festival de respuestas a Capriles, más que en una exposición de propuestas. Al parecer, Nicolás Maduro está empeñado en demostrar su incapacidad en dirigir un gobierno, al no poder siquiera dirigir una campaña con orden, sin que le fallen los micrófonos, las luces y hasta las herramientas de oratoria de las que tanto se jactaba Chávez, cuando llamaba a Capriles hace apenas unos meses “majunche que no sabe ni hablar”.

Yo estuve dispuesto a preguntarle desde el principio a Capriles por el miedo que recorre a la masa opositora. Pero él estaba empecinado en hablar del bolsillo de la gente. De  la incapacidad de Nicolás. Y de sus soluciones, pensadas a lo largo de su experiencia como alcalde y gobernador.
VIII
-Yo tengo una experiencia como gobernador.
-Y como alcalde.
-También como alcalde, como funcionario que le ha tocado gobernar, tomar decisiones, armar equipo, mi gestión como gobernador ha sido…
-Pero tú dudas de la capacidad de Nicolás…
-Pero, bueno. Nicolás. No hay ni una propuesta que haga a los venezolanos  de cómo le va a solucionar sus problemas. Yo le propongo a Nicolás resolver el problema del agua, el problema de los servicios públicos… ¿cómo resolvemos el problema del agua en Vargas? Plantas desalinizadoras, como hay en muchos otros países. Eso permite que todo el mundo tenga  agua potable las 24 horas. Después, ¿el problema eléctrico? Bueno, falta de inversión, falta de planificación. ¿El tema de la vivienda? Muy bueno que se construyan muchas, pero para todo el mundo. ¿Ahora que hay que darle a quien perdió su vivienda? Bueno, pero hay que darle su llave y su título de propiedad.
-Henrique, tenemos poco tiempo. Tienes una agenda corta e intensa en Vargas, pero ahora, más de 70 mil varguenses te dieron el voto en octubre. Cerca de 120 mil y un poquito más se lo dieron al fallecido presidente Chávez y la gran mayoría de esos votos que obtuvo Chávez fue en esos barrios que viste cuando venías. ¿Qué ha cambiado del 7 de octubre para acá para que en esos barrios voten por ti?
-Mira, mi prioridad es la pobreza. Ésa es la prioridad. Ésa ha sido mi gestión como gobernador. Yo no estoy estrenándome en esto. Yo tengo una experiencia como servidor público electo, porque además todas las posiciones que he obtenido han sido por votación popular. Yo nunca he ocupado una responsabilidad  que no sea por mandato del pueblo. Nunca. Mi currículo hasta ahora sólo tiene cargos de elección popular, por la confianza del pueblo. Y nunca he defraudado esa confianza. ¿Qué le digo yo al que está en el barrio? Piense en usted, no piense en el partido. El partido no le va a resolver el problema. Ese entorno que el propio presidente calificaba de ineficiente, ese entorno que el propio pueblo seguidor del partido oficial lo tildaba de irresponsable, de no dar respuestas, ellos son los que quieren gobernar. ¿Qué les digo yo? Que quiero el apoyo de todos, la confianza de todos. No me interesa un país dividido. Un país dividido no avanza. ¿Qué me quita el sueño? Que los varguenses progresen, que el que vive allí en el cerro tenga la posibilidad de tener una vivienda bien construida, que tenga su baño, su piso, su techo, sus recursos para poder comprar lo que quiera, la posibilidad de dormir tranquilos porque vamos a meterle el pecho al problema de la violencia. ¡Pero se lo vamos a meter de verdad! Con educación, cultura, deportes… ésa ha sido mi gestión.
IX
No es chocante ahora escuchar en la voz de Capriles el tema de la pobreza. Cuando dice que la pobreza es una prioridad no miente, porque no hay forma de mentir: aquí se hace política desde la pobreza y hacia la pobreza. Pobres son la mayoría de los activistas de oposición y pobres son la mayoría también de esos votos que deciden las elecciones. Pobres eran los que hoy gobiernan cuando llegaron al poder. Ellos sí acabaron con su pobreza.

Pero el miedo y el tema del miedo para mí siguen ahí. ¿Es que no le da miedo a este tipo, nacido en un hogar sin preocupaciones económicas, andar hablándole al pobre de pobreza, desde la comodidad de su cuna de oro? ¿No le da miedo subirle el tono a una campaña, agitando incluso la paciencia de los más radicales chavistas que se ven atacados en cada grito que pega Capriles, señalando a la cámara y tuteando al presidente encargado, llamando “discípulo de Edmundo Chirinos” al alcalde de Caracas Jorge Rodríguez, tildando de ineptos al tren de gobierno, llamando sinvergüenza al Ministro de la Defensa y marcando como corruptos a quienes gestionan el régimen cambiario en el país?
X
-La gente tiene la opinión generalizada, Henrique, de que tienes al CNE en contra, al Estado en contra…
-Sí pero lo importante es…
-¿Tú no tienes miedo?
-Lo importante es la esperanza que tenga nuestro pueblo…
¿Y el miedo de la gente?
-No se le puede tener miedo a tener un futuro mejor. A lo que sí se le tiene que tener miedo es al estancamiento, al echar pa’trás. A eso sí hay que temerle: al retraso, al ir para atrás. Y Nicolás no tiene nada que ofrecerles a los venezolanos. Lo único que hace es esconderse detrás de la imagen del presidente. Él está en una silla prestada. Era el presidente de la República el que tenía el liderazgo. Ésta es la oportunidad de tomar una decisión pensando en el futuro y pensando en las conquistas que son de nuestro pueblo. Nadie puede quitárselas. Pero nuestro pueblo también tiene derecho a estar mucho mejor. Y puede estar mucho mejor.
-Excelente, Henrique. Muchas gracias y mucha suerte.
-Gracias a ti.

XI

“No se le puede tener miedo a tener un futuro mejor”. He ahí la respuesta que busqué desde el primer minuto de la entrevista.
Al terminar, le dije a uno de los asistentes de Henrique: “Éste no es el mismo candidato del 7 de octubre, ¿no?” El colaborador sonrió, como queriéndome decir “Es evidente”.

Acompañé a Henrique a su reunión con el liderazgo político de Vargas. Escuché las palabras que le dirigió a su equipo. Y, al salir de allí, fui a la concentración opositora más grande que se haya hecho en Vargas en estos  años: miles de personas colmando una amplia calle de Caraballeda, parroquia opositora pero también con muchos barrios.

“Las conquistas que son de nuestro pueblo nadie puede quitárselas”, me dijo Capriles cuando le hablé del miedo. ¿Qué conquistará el pueblo el 14 de abril? ¿Le tocará a Capriles, otra vez, ponerse en las manos de la perfección de Dios? ¿O comienza un camino de conquistas, no inmediatas, que el pueblo se negará a dejarse arrebatar?
***
Daniel Lara es internacionalista de la UCV. Pueden seguirlo en twitter en @DLaraF

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