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sábado, 21 de junio de 2014

Precariedad laboral y pobreza, Jesús A. González



Por Jesús Alexis González, 20/06/2014

El empleo precario se caracteriza por involucrar inestabilidad, desprotección social, relación laboral endeble, limitados aumentos salariales y muy especialmente una vulnerabilidad frente a la inflación que se traduce en un impulso hacia la exclusión social. Es así, que la calidad del empleo depende del equilibrio económico imperante como condición vital para evitar la merma en la capacidad productiva nacional (y volverse dependiente de las importaciones), cuyo comportamiento implica tanto la generación (o no) de empleos como la disminución cualitativa de los existentes; al igual que en un incremento de los desocupados, en una revitalización del sector informal de la economía y de un aumento en los niveles de pobreza.

Sea oportuna una primera reflexión: Hace una década el “Gobierno Revolucionario” formalizó un conjunto de medidas de carácter social bajo la denominación de Misión Vuelva Caras (“la misión de las misiones”), enfocado como un proyecto clave para la gestión y desarrollo de una “economía social” a la luz de un “modelo de real economía social” en aras de procurar la inclusión al proceso productivo de los estratos sociales menos favorecidos.

Es de obviedad manifiesta, que en la actualidad Venezuela presenta, por un lado, un estancamiento económico observado por el decrecimiento del PIB que en lo especifico de finales del 2013 reflejó un 2,6% resultado menor al 5,55 registrado en 2012; y por otro lado una elevada inflación básicamente estimulada por un incremento persistente  de la liquidez monetaria, la cual durante el período mayo 2013 a mayo 2014 creció cerca de 76% desde 807.000 millones hasta 1.416.000 millones de bolívares. Ambas situaciones, desde una visión holística, dibujan un escenario nada apropiado para inducir crecimiento económico ni para generar empleos productivos de calidad, más aún cuando es suficientemente conocido que la emisión continua de dinero inorgánico no se convierte en un multiplicador de la inversión  dado el alto componente de inflación reprimida que genera, ante la imposibilidad de ajustar los precios en el marco de una economía con honda participación del Estado como distribuidor de los ingresos fiscales y como controlador y regulador del mercado; ampliando su perfil rentista en relación al sector hidrocarburos, con  poca participación del “ resto de la economía”. Todo ello debe complementarse,  haciendo mención al decrecimiento económico experimentado en los últimos tres trimestres (signo claro de una recesión!!) y que para 2014, según el Banco Mundial, el crecimiento de la economía venezolana será de un 1,1% (1% para 2015), con el consecuente efecto sobre el mercado laboral (empleo y salario).

A pesar de tal panorama, el Instituto Nacional de Estadística (INE) como resultado de la aplicación de su metodología de características particulares afirmó, en su informe del mes de abril 2014 (publicado el 28 de mayo), que la economía durante el lapso abril 1999-abril 2014 fue capaz de absorber la totalidad de la población económicamente activa y de incorporar a la ocupación parte de la población desocupada; de igual modo indican que la tasa de desocupación en abril 2014 descendió a 7,1%, según lo cual el aparato productivo soportó el cierre de cuantiosas empresas y la disminución de patronos; por su parte la población ocupada se situó en 13,1 millones de personas de las cuales 5,3 millones (40,7%) se ubicó en el sector informal mientras que 7,8 millones (59,3%) se localizó en el sector formal.

La estimación de la INE en cuanto a la participación de la informalidad dentro de la población ocupada, difiere de otras estimaciones realizadas por instituciones no oficiales que sitúan  la tasa en un 60% para un total de 7,3 millones de trabajadores. Tal disparidad en las estimaciones, debe encontrarse en que el INE incorpora como ocupada a cualquier persona que estuviese trabajando hasta unas 15 horas en la semana anterior a la aplicación de su encuesta; e igualmente consideran ocupada a todo aquel que esté inscrito en una misión. Pensamos que tal metodología facilitó que afirmaran que en los últimos 15 años de Gobierno Revolucionario se ha mejorado las condiciones de la calidad d vida de los venezolanos….”.

Segunda reflexión: Resulta de suma importancia conocer cuál es la percepción del venezolano en relación a tan construida afirmación.

En fin, la precariedad laboral magnificada por un salario de muy poca esperanza y con manifiesta pérdida del poder de compra, coloca en entredicho la posibilidad de movilidad social a más del 43% de la población. Tal afirmación puede inferirse de un estudio (Datanálisis) donde refleja que en la estructura poblacional por estratos según su ingreso promedio nominal mensual, el A/B (Bs 64.000) representa el 2,2% de la población; el C (Bs 25.000) el 18%; el D (Bs 10.860) el 36,3% y el E (Bs 6.380) el 43,5%. Léase que el 80% de la población no percibe ingresos suficientes para cubrir la canasta básica total.


Econ. Jesús Alexis González


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