RAFAEL LUCIANI sábado 13 de diciembre de 2014
Qué significado tiene la Natividad?,
¿qué nos puede ofrecer para construir la paz social? Ofreceremos dos entregas
sobre este tema.
Luego del año 70 d.C., tras la destrucción de Jerusalén, quedó la pregunta por esa paz que no llegaba y había sido anunciada por Jesús. Siempre surgían nuevos movimientos violentos. Algo parecido a lo que ocurre en nuestros días. En ese contexto, las comunidades judeocristianas, inspiradas en la espiritualidad de los anawin, recuerdan a Jesús y renuevan su fe en Él como el único Mesías no violento ni revolucionario político. Asumen la tarea de redactar los relatos de la Natividad para recordarnos que cuando nos consume la desesperanza, Jesús no ofrece la paz del «pan y circo», sino una que nos hace libres y fraterniza, pero sólo si cada uno lo quiere y asume sin temor (2 Tim 1,7).
Una realidad conflictiva
Jesús nace entre el año 6 y 4 a.C., entre marzo y abril, justo antes de la muerte de Herodes El Grande. El emperador era Augusto, sucedido luego por Tiberio. El prefecto en el año 15 d.C. era Valerio Grato, quien nombra a Caifás como sumo sacerdote en el año 18 d.C. Caifás hará una alianza con Pilato, el nuevo prefecto a partir del año 26 d.C.
Luego de la muerte de Herodes, en el 4 a.C., la región entró en un proceso de inestabilidad sociopolítica y empobrecimiento económico, agravado por una crisis religiosa. Se cuestionaba la presencia romana que deificaba al César oprimiendo a los que se le oponían. El mismo Juan el Bautista describirá la situación de corrupción, extorsión y falsa religiosidad (Lc 3,10-15).
¿Era posible la paz?
Para la cultura mediterránea, la paz era lo que César Augusto había logrado: él había unificado al Imperio trayendo «la paz al mundo», pero lográndola por medio de la violencia, la dominación de los pueblos, el saqueo de los bienes y la esclavitud. Era una paz que favorecía la abundancia de pocos y la escasez de bienes para muchos, haciendo uso de la moneda romana para generar mecanismos cambiarios que producían inmensos beneficios económicos. Todo bajo una estricta censura política respecto de cualquier disidencia.
Las comunidades de Mateo y Lucas releen sus vidas a la luz de Jesús como el anuncio de una «Buena noticia» que les había sido dada y reafirman que sí es posible construir un «mundo más humano» donde reine la justicia y el bienestar (Mt 5,9-10).
La impotencia de un niño
Jesús nace en la pobreza. Carente de símbolos de poder o estatus. El anuncio del ángel acontece en medio de condiciones adversas. Nace uno que representa a Dios y está en medio de los pobres, el Emmanuel. Esa es la gloria que se anuncia esa noche porque Dios tomará postura en esta historia.
La fragilidad del niño en un pesebre contrastará con el poder de César Augusto, a quien se le llamaba «El salvador del mundo». Los primeros cristianos se preguntarán: ¿cuál es la verdadera salvación?, ¿la que controla y ofrece dádivas?, ¿pan y circo?
El niño marcará un nuevo camino para lograr la paz entre los hombres de buena voluntad. Su humanidad desmontará los intentos por ideologizar la religión y sacralizar la política.
Doctor en Teología
rlteologiahoy@gmail.com
Luego del año 70 d.C., tras la destrucción de Jerusalén, quedó la pregunta por esa paz que no llegaba y había sido anunciada por Jesús. Siempre surgían nuevos movimientos violentos. Algo parecido a lo que ocurre en nuestros días. En ese contexto, las comunidades judeocristianas, inspiradas en la espiritualidad de los anawin, recuerdan a Jesús y renuevan su fe en Él como el único Mesías no violento ni revolucionario político. Asumen la tarea de redactar los relatos de la Natividad para recordarnos que cuando nos consume la desesperanza, Jesús no ofrece la paz del «pan y circo», sino una que nos hace libres y fraterniza, pero sólo si cada uno lo quiere y asume sin temor (2 Tim 1,7).
Una realidad conflictiva
Jesús nace entre el año 6 y 4 a.C., entre marzo y abril, justo antes de la muerte de Herodes El Grande. El emperador era Augusto, sucedido luego por Tiberio. El prefecto en el año 15 d.C. era Valerio Grato, quien nombra a Caifás como sumo sacerdote en el año 18 d.C. Caifás hará una alianza con Pilato, el nuevo prefecto a partir del año 26 d.C.
Luego de la muerte de Herodes, en el 4 a.C., la región entró en un proceso de inestabilidad sociopolítica y empobrecimiento económico, agravado por una crisis religiosa. Se cuestionaba la presencia romana que deificaba al César oprimiendo a los que se le oponían. El mismo Juan el Bautista describirá la situación de corrupción, extorsión y falsa religiosidad (Lc 3,10-15).
¿Era posible la paz?
Para la cultura mediterránea, la paz era lo que César Augusto había logrado: él había unificado al Imperio trayendo «la paz al mundo», pero lográndola por medio de la violencia, la dominación de los pueblos, el saqueo de los bienes y la esclavitud. Era una paz que favorecía la abundancia de pocos y la escasez de bienes para muchos, haciendo uso de la moneda romana para generar mecanismos cambiarios que producían inmensos beneficios económicos. Todo bajo una estricta censura política respecto de cualquier disidencia.
Las comunidades de Mateo y Lucas releen sus vidas a la luz de Jesús como el anuncio de una «Buena noticia» que les había sido dada y reafirman que sí es posible construir un «mundo más humano» donde reine la justicia y el bienestar (Mt 5,9-10).
La impotencia de un niño
Jesús nace en la pobreza. Carente de símbolos de poder o estatus. El anuncio del ángel acontece en medio de condiciones adversas. Nace uno que representa a Dios y está en medio de los pobres, el Emmanuel. Esa es la gloria que se anuncia esa noche porque Dios tomará postura en esta historia.
La fragilidad del niño en un pesebre contrastará con el poder de César Augusto, a quien se le llamaba «El salvador del mundo». Los primeros cristianos se preguntarán: ¿cuál es la verdadera salvación?, ¿la que controla y ofrece dádivas?, ¿pan y circo?
El niño marcará un nuevo camino para lograr la paz entre los hombres de buena voluntad. Su humanidad desmontará los intentos por ideologizar la religión y sacralizar la política.
Doctor en Teología
rlteologiahoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico