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viernes, 27 de noviembre de 2015

Tiempos de Libertad, @hmcaminante



Lorenzo Figallo Calzadilla, 27/11/2015

La casta XXI ha demostrado que cuando está en comandita tiene gusto por humillar. Hay un disfrute, demuestran dureza, amenazan, castigan, limitan libertades, minimizan, dividen. No respetan la vida. Como una aplanadora van arrasando en términos humanos, sociales, económicos, culturales, ambientales, alimentarios, históricos, familiares. Necesitan subyugar para dominar todos los escenarios. Al tocar las fibras básicas de la sociedad buscan paralizar el movimiento de las personas. Así es el poder absoluto. Nunca escucha al otro, ni trabaja en función de sus necesidades básicas, solo se hace lo que desea el gendarme de turno conjuntamente con su cúpula. Son responsables del dolor de un país y en su afán le pasan por encima. Levantan muros con ladrillos de tormento.

Para ello, han desarrollado un sistema represivo policial y militar. La ausencia de comida, medicina y empleo es otro método infalible en cuestiones de control social. Existe una maldad implícita en el ejecutor de tales medidas.  Han intentado vejar a la sociedad. Pese a todo el despliegue de vileza llevada a cabo desde el palacio, la resistencia de la gente ha sido ilimitada e incansable. Ha habido una respuesta paciente, contundente y de ideas. No han podido desestructurar el inconformismo existente, pese a su armamentismo, militarismo y apoyo crucial de dictaduras internacionales. La respuesta es clara; con escasos recursos se dibuja, pinta, escribe, habla y canaliza el inmenso descontento. La calle manifiesta un malestar inconmensurable.

El régimen utiliza toda la capacidad que le permiten los recursos del Estado para hacer propaganda. Tienen vallas por todas partes, un sinfín de pautas publicitarias, disfrazan la campaña electoral con programas de gobierno, ubican a sus precandidatos en inauguración de obras, hacen entregas de donativos, venden productos expropiados o importados a bajo costo. La farsa está activa. Hay apuro en el régimen, angustia, miedo. De allí la amenaza física o verbal constante de los representantes. Cada cadena presidencial o programa de radio y televisión de cualquier actor oficial es para amedrentar a la diversidad del pensamiento, sentimiento, expresión.

Ahora bien, sería interesante ver caminar solos por las calles, sin espalderos, a la crema de Miraflores y su entorno de altos funcionarios, para observar si tienen la misma “valentía exacerbada” que muestran detrás del micrófono. ¿Nos mirarán de frente? ¿Se atreverán a vejarnos? Estamos cansados de los insultos e irrespeto constante. La historia está repleta de personajes que después de ejercer un poder oprobioso corren y se escapan en las primeras de cambio. En el fondo son grandes cobardes.

A la vida en cualquier de sus expresiones nadie la puede ultrajar. Denigrar al otro es un acto de bajeza humana incalculable. Hemos resistido, lo seguiremos haciendo. Se ha desarrollado una conciencia social inimaginable en contra de las acciones del poder central, eso los tiene desesperados. Se irán porque han engañado a una tierra y su gente. Toda perversidad tiene su fin. La ignominia no vencerá.

Entre tantas otras formas de protesta pacífica votaremos decididamente, será un quiebre inicial dirigido a promover un gran cambio para el bien de la sociedad. Debemos encaminarnos hacia tiempos de libertad individual, colectiva y de respeto a la alteridad en toda su manifestación.


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