Páginas

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Felipe Pérez M.: “Un ajuste tímido y parcial no va a parar la hiperinflación” por @vsalmeron


Por Victor Salmerón


Tras desempeñarse como ministro de Planificación de Hugo Chávez, entre mayo de 2002 y abril de 2003, se ha convertido en una de las voces más críticas de la política económica que lleva adelante Nicolás Maduro. No duda en señalar que se trata de un modelo de derecha, puesto que beneficia a los “ricos corruptos” y advierte que sin un programa de cambios profundos este gobierno será recordado como “el más nefasto de la historia”.


Doctor en Economía por la Universidad de Chicago, Felipe Pérez Martí analiza la discusión a lo interno del PSUV, propone medidas y afirma que los venezolanos corren el riesgo de sufrir una inflación digna de las peores pesadillas.

Usted fue uno de los primeros economistas en advertir del peligro de una inflación desbocada. El 7 de marzo de 2014 afirmó que el país se deslizaba hacia el inicio de una hiperinflación. Ese año la inflación fue de 68,5% y en 2015 hay que hablar de proyecciones, porque el directorio del Banco Central de Venezuela oculta las cifras, pero ha habido un incremento sustancial en el costo de la vida y todo apunta a un salto de 200% en los precios. ¿Qué espera que ocurra en 2016?

Para 2016 hay que considerar dos escenarios. Uno en el que siga la situación tal como está y otro en el que haya un cambio de política económica. Creo que las políticas económicas son insoportables (no sólo insostenibles), pero si siguieran habría un proceso hiperinflacionario porque están dadas las condiciones para que ocurra: en primer lugar un déficit fiscal endémico superior a 10% del PIB durante más de cinco años; en segundo lugar, la monetización de ese déficit; en tercer lugar, como el dinero local va dejando de tener valor, las personas se protegen buscando reserva de valor de sus ingresos y su riqueza, comprando divisas y acaparando bienes. Esto es un comportamiento racional y esperado tanto de los empresarios como los consumidores, a quienes no se puede culpar por eso. En términos teóricos, representa una baja en la demanda real de dinero, e implica que el dinero aumenta su velocidad de circulación, y los precios crecen más rápido que lo que crece la emisión de dinero; el motor fundamental aquí son las expectativas inflacionarias.

Una cuarta condición es la indexación salarial. Paradójicamente en un gobierno que se autocalifica de izquierda, el impuesto inflacionario, usado para cerrar la brecha fiscal gigante y endémica,  lo han pagado más que todo los pobres y la clase media: ha sido un proceso más regresivo en la distribución del ingreso que en otros lugares con crisis inflacionarias similares. Pero los trabajadores ya se han estado dando cuenta de que este gobierno no representa sus intereses, sino al contrario, y las protestas se han ido generalizando para pedir protección del salario real. No cabe duda de que la situación es hiperinflacionaria, y si las condiciones se mantienen se desbocaría y podría llegar a unas cifras entre 1.000% y 2.000% o incluso más el próximo año. Cuando estos procesos se destapan las proyecciones puntuales tienen poco significado, hay que hablar de rangos.

Ha sido positivo que el Gobierno no haya indexado los salarios. Si lo hubiese hecho le habría añadido leña al fuego.

Un proceso inflacionario significa  un impuesto: es una transferencia  desde el sector privado al sector público, pues con ese dinero emitido, el gobierno compra bienes, servicios, trabajo de los ciudadanos, y estos reciben un papel moneda a cambio que es depreciado en su poder de compra. Entonces el problema de la indexación tiene que ver con quién paga ese impuesto en el espectro de la distribución del ingreso y la riqueza dentro de la población. 

Actualmente lo están pagando más los pobres y la clase media asalariada, y en menor medida quienes no viven de un salario sino de ingresos variables que se indexan para cubrir costos de producción. De haber habido una indexación salarial, los precios habrían crecido más, pero los pobres habrían pagado menos en términos relativos; el efecto regresivo hubiese sido menor.
Pero el asunto no es si indexar o no. El asunto es corregir las causas de la hiperinflación, que es otra cosa.

Hablemos de lo que se está discutiendo en el Gobierno. Nicolás Maduro nombró a Jesús Faría, Tony Boza y Luis Salas como organizadores del Congreso Económico de Pensamiento Socialista donde se discutieron alternativas para enfrentar la crisis. Según ha señalado el propio Faría, su propuesta es simplificación cambiaria, disciplina fiscal y tender puentes con el sector privado. ¿Esas medidas lograrían sacar a la economía del túnel de recesión e inflación descontrolada?

Esas medidas irían en la dirección correcta, y entramos con esto al segundo escenario de lo que puede pasar el próximo año, pues esto implica un cambio de la política económica actual,  pero es un programa muy tímido y parcial, se necesita un ajuste completo.

Con el ajuste incompleto continuarían los controles, pero al mover el tipo de cambio el gobierno obtendría más bolívares por cada dólar con lo que disminuiría el déficit fiscal y el Banco Central emitiría menos dinero. ¿De esa forma no desaparece el peligro de hiperinflación?

Un ajuste tímido y parcial no va a parar la hiperinflación. Si no controlas las expectativas el componente principal de la hiperinflación va a estar presente. Luego hay que tomar en cuenta que si el ajuste en el tipo de cambio no es el adecuado la brecha fiscal va a continuar y por tanto seguiría la emisión de dinero en medio del control, algo que genera inflación cuando el proceso hiperinflacionario ya ha cogido vuelo, como en nuestro caso. Una hiperinflación hay que frenarla en seco, no poco a poco, de lo contrario, envías la señal de que vas como a tientas, sin saber lo que haces y eso transmite que no crees en lo que estás haciendo y por eso lo haces con timidez, con paños calientes que no curan la enfermedad.

Además agrega a esto que sin un acuerdo con la oposición va a empeorar la conflictividad política y no basta llegar a un acuerdo chucuto con el sector privado donde los empresarios sólo van a solicitar divisas baratas, pues aunque suba el nivel de 6,30 a 30 o 40, esto representa un regalo, y una oportunidad tremenda para seguir sobrefacturando, y deja intacta la estructura de incentivos para la corrupción entre quienes otorgan esas divisas.

Otro factor a considerar es que si permanece el control de cambio el dólar paralelo seguirá presente y continuará su impacto sobre los precios. Hay que aprovechar la crisis como una oportunidad para frenar la hiperinflación en seco, repito. No puede haber un ajuste parcial, incompleto, porque termina no habiendo ninguno en este contexto, y hasta puede empastelar más la cosa.

¿No hay espacio para la gradualidad?

No hay espacio: eso reflejaría que el gobierno no cree en el programa de ajuste, y que realmente no conoce la causa de los problemas. La situación está tan grave, que hay que estar muy claro en cuáles son las causas, y cuál es su solución. Y esa solución hay que aplicarla con toda la fuerza, con toda la decisión, y con todos los recursos a tu disposición, en particular los acuerdos políticos: el gobierno solo no puede solucionar esto, incluso si propone el ajuste completo en términos técnicos: es necesario coordinar un equilibrio Pareto-superior; que implique que la oposición y el sector privado, y los trabajadores, aprueban los cambios, y los impulsan de común acuerdo.

De hecho, el ajuste implica un cambio de dirección: de beneficiar a los poderosos corruptos (en lo económico y en términos de poder político), el cadivismo, el contrabando de gasolina, y el petróleo regalado a Petrocaribe, pasas a beneficiar a los débiles, los que están peor: los pobres, la clase media, los empresarios trabajadores. Pasas de una gestión de gobierno de derecha corrupta a una de izquierda productiva.

Para finalizar tu pregunta sobre la gradualidad: todos los procesos hiperinflacionarios se paran de un solo golpe. El ajuste es muy rápido, pues cambian las expectativas de un día para otro.

Aparte de Jesús Faría en las discusiones del PSUV se ha hecho presente otra ala del partido liderada por el economista Tony Boza quien considera que el control de precios no ha funcionado por la manera en que se ha implementado y que la verdadera causa de la inflación, así lo afirma en su libro La Guerra Contra el Pueblo, es la tasa de ganancia de los empresarios. ¿Está de acuerdo?

Es un argumento falaz que carece de base teórica y empírica, no existe una sola teoría que lo fundamente y en ningún país ha ocurrido semejante cosa. La inflación en un contexto como el nuestro es un fenómeno monetario. Hay consenso total en la profesión, entre quienes saben de esto (y modestia aparte debo decir que conozco algo el asunto), en que cuando aplicas una política monetaria abusiva que financia un déficit fiscal gigante surge la inflación, allí la teoría cuantitativa del dinero opera por completo. Y en esto hay completo consenso, por ejemplo, entre keynesianismo y neoclasicismo. Incluso Marx estaba consciente de esto.

Si vemos el tema microeconómico habría que decir que incluso los monopolios no pueden ajustar sus tasas de ganancia como quieran, porque aún teniendo la demanda asegurada sólo pueden incrementar el precio hasta un nivel después del cual experimentan pérdidas. El precio óptimo de un monopolio también es máximo en términos matemáticos; es una curva que tiene un pico como una montaña: si pretendes ir más allá del pico, comienzas a bajar. Así, los precios no pueden subir sin límite, como en un proceso inflacionario. Mucho menos un proceso hiperinflacionario, como el nuestro.

También habría que decir que es cierto que cuando el gobierno llegó existía una estructura industrial dada, que ya tenía sus monopolios, oligopolios y monopsonios. Ya los precios habían llegado a su máximo. Pero si en vez de fomentar el surgimiento de nuevas empresas, lo que haces con tu política económica es disminuir su cantidad, como ha ocurrido por los errores de política económica e institucional, lo que haces es impulsar el surgimiento de nuevos monopolios en las industrias en que había competencia, sobre todo en el área de las importaciones: creas condiciones para que haya una “inflación microeconómica”, es decir, que aumenten los precios, pero hasta cierto límite, claro.

En un contexto inflacionario es lógico que las empresas ajusten sus precios de venta. Pero esto es una reacción al entorno, no una causa de esa subida. Repito que ni siquiera un monopolio puede hacer eso en una economía de mercado. El culpable de la inflación es el gobierno, sin duda alguna. No las empresas.

Un aspecto que llama la atención es que esta ala del PSUV que lidera Tony Boza considera que la emisión de dinero por parte del Banco Central para cubrir el déficit del gobierno es una causa menor en la inflación, que primero se mueven los precios y después la liquidez para adecuarse a ese incremento.  Este argumento lo desarrolla José Gregorio Piña en su libro El Mito de la Maquinita. ¿Qué opina?

(Risas). Piña no es economista es un administrador, un completo charlatán en materia económica, como algunos otros, con apariencia más seria, que ha tenido el gobierno desde Chávez, como Giordani, Merentes, o el mismo Armando León, con toda su gestión para justificar el control de cambios,  el financiamiento monetario del gobierno, y la pérdida de independencia del Banco Central. Definitivamente esa discusión es desquiciada. Al igual que en lo anterior no hay una sola teoría económica seria que respalde semejante cosa, ni siquiera la keynesiana.

Son apologetas de los errores del gobierno, lo que quieren es justificar la emisión de dinero como forma de cubrir el déficit y no como una política monetaria activa que sirve para suavizar ciclos económicos, promover el desarrollo cuando el mercado por sí solo no provee el crédito necesario, porque no es eficiente por sí solo y  tiene fallas. Esta afirmación es simplemente una apología de la política económica del gobierno. Primero aumentan los precios, pero ¿por qué aumentaron los precios? Eso es lo que tiene que explicar Piña.

Ni siquiera se han dado cuenta de que emitir dinero bajo un control de cambios contradice los objetivos de ese control; mantener fijo el precio de la divisa.  Ya basta de abusos y de abusadores. Que respeten a la profesión económica, y al pueblo que se ve afectado por esas ignorancias crasas.

Entre los asesores de Nicolás Maduro se encuentra el economista español  Alfredo Serrano Mancilla quien el 4 de mayo de este año en una entrevista concedida a Telesur habló de Venezuela y defendió el sistema de tipos de cambio múltiples: “No es posible aplicar un único tipo de cambio para diferentes objetivos, es como tratar igual a desiguales, sería muy injusto. La política cambiaria venezolana en ese sentido ha sido muy respetuosa con los principios de justicia”. ¿Otra afirmación desquiciada?

Alfredo Serrano Mancilla no sabe de economía. No sabe de lo que está hablando. Y el título de doctor que una universidad española le otorgó en esta disciplina habla muy mal de esa universidad (conozco bien el ambiente académico español, pues he sido profesor por ocho años en las tres universidades de más alto prestigio allá: la Pompeu Fabra, la de Alicante, y la Carlos III de Madrid). Es como un médico que diga que va a aplicar un solo remedio para curar males distintos no directamente relacionados. Es totalmente falso creer que puedes usar el tipo de cambio como una herramienta para curar todos los males de la economía (justicia distributiva, fomento productivo, becas, remesas, viajes, subsidios, etc). Ni siquiera es correcto  creer que se debe emplear el régimen cambiario para redistribuir la riqueza.

De hecho, tengo que corregirme yo mismo: sí que se puede usar para redistribuir la riqueza. Pero de los pobres hacia los ricos. Los ricos corruptos, claro, que se han llenado hasta la saciedad con las tremendas oportunidades de arbitraje que el régimen de cambios múltiples ha traído consigo. Me pregunto si todavía a estas alturas hay alguien que cree lo contrario. Si Mancilla lo cree, está mancillando su nombre. No se lo recomiendo, pues en Venezuela, ni en el mundo entero (excepto probablemente el Presidente Maduro, quien está cautivo de la ignorancia transmitida por estos “doctores” que de economía no saben nada) se cree tal barbaridad.

Para que quede claro: lo que están haciendo con el régimen de cambios múltiples es otorgarles recursos a los ricos, a los corruptos, a través del tipo de cambio subsidiado. Están regalando el dinero que debe ir a los pobres.

¿Por qué se opuso al control de cambios cuando fue ministro?

El control de cambios puede justificarse en ciertas circunstancias. Es como cuando se cierra la taquilla de un banco por una corrida. Yo era jefe del gabinete económico cuando se implementó el control. Estuve en desacuerdo total, pero tuve que calármelo. Armando León, miembro del directorio del Banco Central en ese entonces, fue quien convenció a Chávez.

La razón es que había una fuga contra el bolívar, por cierto que motivada políticamente: se corrió el rumor de que iba a haber cesación de pagos de la banca, algo falso, que yo quería demostrar como tal, y Chávez no estuvo de acuerdo en esperar dos días.

El control de cambios tiene que ser algo temporal. No puede ser algo permanente, como no puede ser permanente que un banco cierre su taquilla, a riesgo de dejar de ser un banco. En el caso de un país, pierde su soberanía monetaria.

El control no tiene nada que ver con eso de usarlo como mecanismo de redistribución, y de mil políticas económicas. Se usó simplemente, como mecanismo de control político, para negar divisas a sus enemigos, y darlas a sus amigos. Tremendo entuerto, con apologetas ignorantes. Ya basta.

Otra afirmación importante de Tony Boza, en declaraciones al diario La Verdad, es que “97 por ciento de las divisas las crea y las oferta el Estado venezolano. Por tanto el Estado está condenado a tener un control cambiario” porque no hay condiciones para que exista un mercado. ¿No es así?

No tiene ningún sentido,  y es totalmente falso que no pueda existir mercado cambiario en Venezuela. Hay una oferta que se cruza con la demanda. Lo que pasa es que la oferta en Venezuela no es la convencional, de pendiente positiva, sino es que es vertical. Pero esa oferta se cruza con la demanda, que tiene pendiente negativa, y así se forma el precio en ese mercado, el tipo de cambio.

Pero aquí hay algo más. El gobierno en Venezuela tiene un poder monopólico. Y esa oferta vertical puede ser establecida donde el monopolio quiera. De hecho, si el gobierno utilizara su capacidad monopólica debería ofrecer menos dólares en el mercado para hacer que el tipo de cambio se coloque por encima del nivel competitivo. Así podría extraer toda la ganancia cambiaria posible, recordemos que un monopolio no puede subir el precio sin límite: sólo hasta un óptimo, para garantizar un máximo de ganancia.

Ese sería un argumento técnico y de economía política contra la afirmación de Boza. El argumento conceptual es que si el gobierno estuviese condenado a tener control de cambio estaría condenado a no tener soberanía monetaria. No puedes controlar el precio de las divisas y emitir dinero a voluntad. Es incompatible que tengas control de cambio y una política monetaria activa.

¿Desde su punto de vista, qué debería hacer el gobierno?

Se necesita un programa que incluya lo cambiario, monetario, fiscal, institucional, productivo, la compensación social a los más vulnerables. Y encima de esto, necesitas un gran acuerdo político. Es una propuesta de izquierda, repito, por la que toda Venezuela está clamando, muchos sin saberlo, pues la que tenemos es de derecha corrupta. Ir a medio camino es no querer beneficiar a los más débiles, y seguir beneficiando a los cadivistas, los contrabandistas de gasolina, y a los países no-solidarios de Petrocaribe.

En el tema cambiario liberar el tipo de cambio de una sola vez y eliminar el control. El tipo de cambio de equilibrio, basado en causas fundamentales, como  la productividad interna,  está entre 100 y 150 bolívares por dólar esto es lo que arrojan las distintas metodologías. Mi propuesta es un sistema de bandas explícitas, dentro de las cuales flota libremente el tipo de cambio. Esto funcionó cuando yo lo impulsé mientras estuve en el gobierno (las bandas no eran explícitas, pues el Banco Central no me lo permitió, pero deben serlo).

Al colocarse el tipo de cambio en este nivel el gobierno recibe los bolívares que tendría que recibir por cada dólar y esto se complementa con el incremento del precio de la gasolina y el fin de las transferencias de Petrocaribe. Así se acaba con el déficit fiscal que está en torno a 18% del PIB y el Banco Central deja de tener la necesidad de emitir dinero inflacionario.

¿Qué cosas concretas tendría el acuerdo político que propone?

Con el acuerdo político cambiarían las expectativas, por eso es necesario un acuerdo con la oposición a fin de que haya respaldo de la oposición al programa de ajustes económicos, colocar personas confiables en las instituciones, en el Consejo Nacional Electoral, la Fiscalía General de la República, la Contraloría, el Tribunal Supremo de Justicia, árbitros mutuamente confiables que no sólo favorezcan a uno de los equipos en el juego democrático. Para que la economía funcione, debe haber un entorno institucional adecuado. Si no hay justicia, reglas de juego claras de operación, por ejemplo, la inversión privada no ocurre.

A Nelson Merentes, por cierto,  y al resto del directorio del Banco Central de Venezuela hay que solicitarle la renuncia de inmediato y sustituirlos con personas capacitadas e independientes. Sólo una persona en ese directorio se salva por su idoneidad.

Si el gobierno realmente quiere que el ajuste económico funcione, y con eso se corrijan los errores, y el pueblo se beneficie, debe renunciar a querer controlar todos los poderes como lo ha hecho, no gobernando para todos, sino con exclusión. No debe iniciar una guerra institucional como la que está haciendo con los nombramientos inconstitucionales de los magistrados como lo ha hecho. Eso no sólo no conviene al país, pues no mejora su situación económica

Actualmente hay pocas reservas internacionales líquidas, menos de 2 mil millones de dólares, y las reservas totales suman 14.600 millones. ¿Así se puede eliminar el control de cambio, no habría una gran demanda de divisas?

Nuestra propuesta es establecer unas bandas donde el dólar fluctúe libremente entre un piso y un techo. Si alguien quiere comprar en el límite superior de la banda se le aplica un impuesto de 100%, por ejemplo si la banda superior es 200 bolívares,  entonces los dólares le costarían 400 bolívares. A ese precio, que es la mitad del paralelo, tendrías que vaciar toda la base monetaria para comprar mil millones de dólares, lo cual es imposible. El sistema sería inexpugnable.

¿Y no habría que aumentar las tasas de interés?

Tendrían que liberar las tasas de interés para que superen la inflación y el cálculo que hemos hecho es que después de liberar precios, ajustar la gasolina y las demás medidas, la inflación sería de 40%. Lo importante es que se controle el spread y se eviten las quiebras bancarias, con una administración adecuada del tema de los créditos morosos e impagables, en particular eliminando la represión financiera y el financiamiento del gobierno por esa vía perversa, con similitudes al impuesto inflacionario. Esto es perfectamente controlable, contrariamente a lo que piensan algunos colegas que tienen miedo a un ajuste rápido.

Subir las gasolina, liberación del dólar, liberación de precios. ¿No habría un rebote de la inflación en el primer momento?

En el pasado cada vez que se ha ajustado el tipo de cambio después de un control ha sucedido que la tasa libre aumenta hasta niveles muy cercanos al tipo de cambio paralelo y eso ha generado la inflación, que va aparejada con el valor del tipo de cambio libre.

Pero en este momento la cosa es muy diferente. Desde hace mucho tiempo el dólar paralelo se ha colocado muy por encima del precio real de equilibrio, entonces en la práctica, cuando observas el tipo de cambio promedio, la devaluación ya ocurrió y la inflación ya se produjo.

Lo que estamos proponiendo no se puede interpretar entonces como una devaluación, sino como una sinceración del tipo de cambio, y todas las ventajas que esto conlleva. De hecho, el tipo de cambio de equilibrio se coloca a un nivel muy parecido al promedio de las tasas de cambio actuales.

¿No habría inflación con el ajuste cambiario?

Por el lado del tipo de cambio habría prácticamente cero inflación, pues aunque algunos precios van a subir, los que están fijados de acuerdo al tipo de cambio de 6,30 bolívares, otros, muy numerosos, los que están de acuerdo al dólar paralelo, van a bajar. Materialmente hablando nadie va a comprar un celular por ciento cincuenta mil bolívares si lo puede importar directamente y pagar veinte mil bolívares; lo mismo para los cauchos, baterías, computadoras.

Además, de los bienes que se importan a 6,30, muy pocos le llegan a la población. Si todas esas divisas, inutilizadas por la corrupción de mil maneras, se usan para importar bienes reales, hay un incremento notable de oferta que hace bajar los precios directamente, tanto por consumo directo, como por disponibilidad de insumos para producción nacional, que aumentaría muy rápidamente por la gran capacidad ociosa que hay: con precios atractivos, de mercado, la producción nacional va a aumentar mucho. La inflación se frenaría en seco, de 200%, a 40% el primer año. Luego pasaría rápidamente a un dígito, en el transcurso del año posterior del ajuste.

¿No haría falta financiamiento externo por parte del Fondo Monetario Internacional, cuando se toma en cuenta que las importaciones ya están en niveles bastante bajos y el pago de la deuda externa pesa bastante en las cuentas públicas?

Aquí no hay un problema de solvencia o de liquidez. Lo que hay es un problema de política económica desquiciada, loca. Un poco de cordura haría milagros. Un programa integral propiciaría el ingreso de capitales, empresas extranjeras comenzarían a invertir, venezolanos traerían de vuelta sus capitales fugados buscando seguridad. Con un programa bien hecho las perspectivas son de crecimiento de 10% durante los próximos cinco años. Y la razón es que estamos en el sótano ocho. De ese nivel a la planta baja el tránsito es muy rápido, pues es sencillamente una restauración, y el aprovechamiento de inmensas oportunidades no aprovechadas.

El mismo FMI ha dicho que nosotros mismos podemos salir de esto. Soy de la misma opinión, pues con un programa como el que propongo se abrirían  las puertas del mercado internacional de capitales, a precios razonables, pues el riesgo país se colocaría a niveles estándares latinoamericanos.

Con eso se cubre las necesidades de financiamiento y las importaciones, en un año problemático, con las divisas provenientes del petróleo. En fin, creo que no necesitamos al FMI pero en determinadas circunstancias no estaría en contra de utilizarlo. Pero que en esta materia también hay que llegar a un acuerdo nacional. Primero entre los economistas, y también entre los líderes políticos: no es una decisión que es conveniente tomar unilateralmente por una facción política sin contar con consensos nacionales.

La población más vulnerable sufriría un impacto importante por la corrección de precios.

Al cerrarse el déficit el gobierno tendría más recursos para implementar subsidios y mejorar las condiciones de los sectores más vulnerables. En un primer momento proponemos subsidiar a todos y luego subsidiar sólo a quien lo necesita. Es urgente aplicar las reformas, el ajuste, y detectar a las familias más necesitadas tomaría al menos un año, por lo que no podemos esperar a eso. Así, como medida temporal, se pondría en práctica un subsidio sustancial por persona, por venezolano, independientemente de su condición social,  para cubrir los costos del ajuste del precio de gasolina a niveles internacionales, y por el salto inicial de precios por la eliminación del control. 

Es alto el gasto, pero te ahorras tanto por el despilfarro actual de los subsidios que van a manos de los corruptos, y no del pueblo, que tienes con qué, como lo dicen nuestros cálculos.

Plantea salir del control de cambio, del control de precios, colocar en las instituciones a personas confiables, acuerdo político con la oposición. Esto se traduce en acabar con el control de la economía y la concentración de poder. ¿Nicolás Maduro se va a mover en esta dirección que es cambiar la columna vertebral del chavismo?

Esa es una excelente pregunta. O ellos se reinventan por completo y reconocen la realidad, que la política económica es de derecha porque está beneficiando a los ricos corruptos y no a los pobres, o van a salir del juego político muy rápido. No sólo van a perder como gobierno sino como movimiento político porque en el futuro la población va a recordar a este gobierno como el más nefasto de toda la historia. Van a dilapidar el capital político del chavismo si no reconocen la realidad. El pueblo habló el 6 de diciembre, y lo mejor es que oigan, no que sigan ciegos y sordos, y no se den cuenta de que han sido utilizados por los buscadores de renta, para propio beneficio, aún a costa del resto del país.

¿Entre el ajuste tímido de Jesús Faría y el reforzamiento de los controles que propone Tony Boza cuál cree que va a ser el camino que tomará Maduro?

En el mejor de los casos lo que veo es que Nicolás Maduro va a hacer un ajuste tímido, parcial y sin consenso nacional. Eso sería nefasto, un paño caliente que no va a solucionar para nada los problemas económicos.

Le recomiendo a Nicolás Maduro, sinceramente, como le dije en la carta  que impulse un ajuste integral, y que se deslastre de tanto charlatán, ignorante y corrupto que lo rodea. Hagan las cosas bien hechas y salgamos de este marasmo. Todos los apoyaremos si lo hacen.

Además habría que decir hay que el ajuste coyuntural es sencillo si hay voluntad política y racionalidad, después habría que acometer de una vez la solución de nuestra enfermedad estructural: la maldición del oro negro.

Pero resolver el problema del rentismo requiere voluntad política, liderazgo y consensos entre los actores determinantes en esta crisis. Por ejemplo, si la oposición accede al gobierno, va a tener incentivos a seguir usando la renta petrolera con motivos electorales. Sobre esto, le escribí una carta a Chúo Torrealba.

28-12-15




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico