Por Alexis Alzuru
Para presionar la fecha del
revocatorio o la renuncia del presidente las mejores cartas que se tienen son
de carácter pacíficas no violentas; tampoco es el 350 de la Constitución. De
hecho, los esfuerzos que la AN viene realizando para probar la nacionalidad de
los padres de Maduro o lograr la reincorporación de los diputados inhabilitados
son formas pacíficas de forzar las decisiones del CNE y la dimisión del presidente.
La revocatoria de los magistrados de la Sala Constitucional es otro ejemplo de
lo que se puede hacer sin pisar el peine de la confrontación abierta. Quizá
haya que agregar nuevos recursos para aumentar el asedio sobre el gobierno. Las
regionales pudieran transformarse en un factor de coacción adicional.
Propinarle otra aplastante
derrota al PSUV convertiría a Maduro en una pieza que los rojos tendrían que
transar cuanto antes para evitar males peores. Lo cierto es que hay varios
objetivos pacíficos que de conquistarse potenciarían la pegada de la oposición;
al tiempo que dejarían un margen estrecho de defensa a un gobernante que
agoniza porque perdió el respaldo de la gente.
Radicalizar la crisis
política apoyándose en acciones pacíficas traería muchos beneficios; entre
otros que los interpelados serían los dueños del poder no los segundones con
los que se ha interactuado. El anonimato de los que mueven los hilos del
chavismo es uno de los factores que mantiene el juego trancado. Se requiere
forzar la barra para que muestren sus rostros. Hay que sacar de sus madrigueras
a los militares, jueces del TSJ, grupos económicos y dueños de medios que han
sostenido al presidente de manera artificial.
Hay que entenderse con los
dueños del poder. Por supuesto, sin crearse falsas expectativas; pues lo
predecible es que en un escenario más adverso que el actual los grupos que
respaldan al gobierno formulen exigencias incómodas. A lo mejor solicitan que
la transición se inicie en 2017. En cualquier caso, lo relevante es reconocer
que hay alternativas al 350 para presionar el cambio.
En Venezuela, al igual que
en Colombia, serán mecanismos pacíficos los que al final sentarán a quienes
pueden negociar una salida al conflicto. Mientras que las bravuconadas
mantendrán el esquema de estos años donde se ha probado que los oficialistas
que declaran no son quienes deciden. Por cierto, los que amenazan con activar
el 350 deberían recodar que la desobediencia civil se expresa en gestos
simbólicos de contenido moral y no en actos de violencia.
¿El firmazo y su validación
no fueron manifestaciones de desobediencia civil? Fueron miles los ciudadanos
que arriesgaron trabajos, contratos, amistades y su seguridad personal cuando
decidieron respaldar con sus nombres aquellos procesos. Esas firmas
fueron un extraordinario gesto de desobediencia porque cada quien aceptará las
consecuencias de sus acciones. ¿Hay un acto moral mayor que asumir la propia
responsabilidad? Por eso, es obligante preguntarse ¿qué significará para
algunos activar el 350? Sobre todo, si el CNE decide que el revocatorio no es
este año entonces ¿qué propondrán quienes asoman la desobediencia civil como
próximo paso? ¿Tomarían las calles? ¿Convocarían barricadas? O ¿Corregirán su
opinión según la cual el revocatorio solo tiene sentido en 2016?
A Maduro no lo quiere nadie.
Sin embargo, de ese hecho no se infiere que la población esté dispuesta a
participar en guarimbas. Lo cierto es que el tiempo corre y los escenarios se
modifican por minutos; pues los acontecimientos se suceden a toda velocidad.
Basta pensar que el presidente entendió que el bachaqueo, aun cuando es
economía negra, le sirve para comprar tiempo y una paz social resbalosa;
recursos que él necesita para evitar que el barco se le hunda este año. Ahora
bien, para los venezolanos el peor de los mundos sería que tampoco en 2017 se
concretara la salida pacífica de Maduro.
02-07-16
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