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viernes, 21 de septiembre de 2018

Gritos ignorados en El Valle por @CECODAP @FERNANPERERIRAV



Por Fernando Pereira


El amanecer del sábado se volvió asombro y dolor en los hogares venezolanos tras difundirse la noticia del brutal asesinato de cuatro niños en el barrio El 70 en la Parroquia El Valle. Tres de ellos eran hermanitos y el otro vecino.

Cuatro gritos sofocados por la saña de un martillo. Se atribuyó la responsabilidad a un vecino que los había engatusado ofreciéndoles golosinas para abusar sexualmente de ellos según indicaron las experticias.

La indignación se volvió condena, dolor, desconcierto, plegaria. También indignación y rabia. Se abogó porque alguien hiciera justicia acabando con el monstruo. Se celebró cuando las autoridades informaron que había sido abatido.

¿Se hizo justicia? ¿se resolvió el caso?

Estos sucesos nos hacen preguntar si los niños dieron señales previas de alerta, si algún vecino o allegado había observado algún comportamiento sospechado de este hombre hacia los niños. ¿Alguien lo alertó? ¿se optó por el silencio para no meterse en problemas?

Estos hechos nos muestran como la sociedad,  con su silencio, se puede hacer cómplice.


Criminalización de la familia

¿Dónde estamos como sociedad si nos esforzamos es en atribuir responsabilidad a los padres? Sin conocer detalles las redes sentenciaron a la madre que deja solos a los hijos por irle a llevar comida a un padre preso. Alguna autoridad policial se hace vocero de esta tendencia anunciando que la detuvieron preventivamente y analizan si responsabilizarla por negligencia.

Otros tantos comentarios atribuyen la responsabilidad a la falta de valores en el hogar y consolidación familiar

¿Y la responsabilidad del Estado?

¿Por qué una mamá tiene que llevarle la comida al esposo preso? ¿Quién señala el incumplimiento gubernamental para proveer la alimentación a las personas detenidas en puestos policiales?

¿Dónde están los programas de cuidado diario y recreación dirigida en las comunidades? ¿Por qué no se han creado los programas de atención contemplados en la Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescente para apoyar a las madres solas o familias que requieren apoyo para atender a sus niños?

¿Desde cuándo no existe una campaña destinada a la prevención del maltrato y abuso infantil para saber qué hacer y a dónde acudir? ¿Por qué no contamos en el país con una línea de denuncia de casos de violencia hacia la niñez? ¿Cuál autoridad está evaluando por qué la gente no está denunciando casos de violencia? ¿Será por la baja efectividad en la respuesta a las denuncias?

Son deudas pendientes desde que la Lopnna entró en vigencia en el año 2000. Dieciocho años después seguimos esperando la capacitación de los funcionarios policiales, de salud, justicia, educación, sistema de protección del niño, líderes comunitarios. No se cuenta con programas educativos para las familias sobre pautas de crianza sin violencia ni terapéuticos para la atención de las víctimas.

Los niños y adolescentes deben estar formados en preescolares, escuelas, liceos en estrategias de autoprotección, educación sexual, comunicación asertiva para aprender a decir no a las proposiciones que les hacen sentir mal, que sus partes íntimas no pueden ser tocadas, saber acudir a un adulto de confianza cuando alguien les hace proposiciones inadecuadas.

Me pregunto ¿qué nos pasa cómo sociedad al quedar inertes ante casos que se repiten sin que se haga nada? Pareciéramos hipnotizados comprando la narrativa de que son casos aislados y que desadaptados mentales hay en todas partes del mundo.

La verdad es que no hacemos nada para que el abuso siga imperando en medio del silencio y la inercia. Guanare se conmocionó en 2011 con el martirio de Dayan (5 años); El Valle se conmocionó en 2018 con el de Humberto y Roxana (ambos de 10 años); Julianyerli (4 años); y Jonas (1 año); recordemos esos nombres, que retumben en el alma nacional. Venezuela, ¿cuándo pasaremos de la conmoción a la reacción para que sus gritos no sean ignorados?

20-09-18




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