Ramón Flores 09 de septiembre de 2018
@liderhumano
En
verdad se entiende la desconexión que con la realidad denota Nicolás Maduro, al
asegurar que los venezolanos que en oleadas abandonan el país por el desastre
humanitario generado por el chavismo tras 20 años en el poder, se van “con 15
mil dólares” en sus bolsillos, luego de vender “su casa y dos carros”. Él, que
“duerme como un bebé” con su cada vez más voluminosa contextura, está
acostumbrado a ver las rutilantes “pintas” de Delcy Eloína, que diariamente
exhibe teléfonos, zapatos, carteras, lentes y joyas que exceden los 10 mil
dólares; así como los costosos y variados relojes –por solo nombrar uno de sus exquisitos
“gustos”, del hermano de la vicepresidenta, el psiquiatra Jorge Rodríguez.
Y es
que mientras ese derroche de glamour “capitalista” se manifiesta en cada uno de
los funcionarios que integran el entorno más íntimo de Nicolás, la realidad de
este “socialismo” cruje en los niños y ancianos que buscan qué comer dentro de
las bolsas de basura en el bulevar de Sábana Grande en Caracas o en las
adyacencias del mercado municipal de Maturín, en el estado Monagas.
Cuando
los hermanitos Rodríguez, cegados por “su venganza”, tildan como “normal” al
masivo movimiento migratorio de venezolanos que prendió las alarmas del mundo,
lo hacen desde las comodidades que les brinda el poder con camionetas blindadas
e infinidad de escoltas, sin sufrir las calamidades de un Metro colapsado o
tener que transportarse en “perreras”. Tampoco tienen que preocuparse porque la
caja de alimentos de los Comités Locales de Administración y Producción (CLAP),
les llegó o no, o se la aumentaron “sin anestesia” –como al pueblo más
humilde-, de 0,25 bolívares soberanos a 150 bolívares soberanos.
Son
esas realidades, que aunadas a una hiperinflación que solo en agosto pasó del
200%, la escasez de medicinas, el hampa desbordada y la actual sensación de
buena parte de nuestra generación de relevo de que en Venezuela no hay futuro
para ellos, las que explican esa migración sin precedentes en la historia de
Latinoamérica, que empresas como Consultores 21 ubican en más de cuatro
millones de compatriotas que decidieron abandonarlo todo para encontrar en otro
destino lo que su país “socialista y chavista” es incapaz de darles.
Por
más que lo intenten, ni las escatológicas cadenas de Nicolás, ni la macabra
sonrisita de los hermanitos Rodríguez al hablar sobre el plan “vuelta a la
patria” -que evidentemente es un show mal montando por el régimen con sus
militantes infiltrados en Lima-, podrán tapar esas imágenes que han impactado
al mundo que recogen la vorágine de esos millones de venezolanos hambrientos
que en muchos casos se van solo con lo que llevan puesto, rumbo a Colombia,
Perú, Ecuador, Chile, Argentina y Uruguay, entre otros destinos.
Sobre
esto quedan dos preguntas sin respuestas: ¿Por qué Maduro y su combo “condenan”
a los venezolanos que lavan pocetas en el extranjero y callan ante aquellos que
“lavan” dólares o les sirven de testaferros a los corruptos de su régimen? ¿El
plan “vuelta a la patria” también incluye a Rosinés que está en Francia, a los
hijos del psiquiatra que están en Australia y en México, o está destinado solo
para los hijos de los “pendejos”, como diría nuestro fallecido intelectual,
Arturo Uslar Pietri?
Ramón
Flores
Diputado
a la Asamblea Nacional
Presidente
del Parlamento Amazónico
@liderhumano
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