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miércoles, 22 de septiembre de 2021

¿Ajedrez o bolas criollas? El juego político opositor enfrenta un dilema por @polis360

Por Piero Trepiccione

Negociaciones por todos lados

La oposición venezolana está inmersa en múltiples negociaciones actualmente. La más emblemática y mediática en términos comunicacionales es la que se realiza en México. Obviamente los focos internacionales están puestos allí pero no por ello, otros temas de la agenda son menos importantes para redefinir el rumbo que ha de tomar el país y es allí donde entran las decisiones en el marco del proceso de elecciones de gobernadores y alcaldes pautado para noviembre próximo. La oposición está entrampada en varios estados y municipios donde se han tenido enormes dificultades para poder seleccionar opciones unitarias, que garanticen una mayor coherencia en la estrategia de reconexión popular que se intenta ahora. Y las encuestas comienzan a indicar victorias de los candidatos del Psuv en muchos lugares, justamente, por la dispersión de candidaturas opositoras. Ante ello, vale la pena revisar la forma en que se pactan los acuerdos de cara a eventos electorales.

Estrategia o “boche clavao”

En ese sentido, vale la pena tomar como ejemplo dos tradicionales juegos conocidos ampliamente en Venezuela, para describir la forma mediante la cual se procesan las diferencias en materia candidatural. En el ajedrez, la clave es la estrategia, que es la que al final, debe determinar el rumbo de los acontecimientos. En este juego  es fundamental desprenderse de ciertas piezas para alcanzar el objetivo final. Usted puede sacrificar caballos, alfiles, torres, peones e inclusive, la dama, con el fin de poder acercarse a un jaque mate victorioso. Puede parecer en algún momento que se pierden cosas, pero al final se gana mucho. En las bolas criollas se opera más bien con cierta picardía. Y aunque el juego se basa en ir arrimando bolas lo más cercanas posibles al “mingo”, que es el gran elector, al final, existe la figura del “boche clavao”, cuyo fin es acabar con todo lo previamente jugado y dejar sin nada al contrario. Pero se corre un gran riesgo de pegarle al mingo y acabar con todo. En este sentido, no existe ningún tipo de desprendimiento, sino alcanzar el objetivo aun llevándose por delante lo que sea y con el riesgo de acabar sin nada. Aunque el juego de las bolas criollas es muy divertido y popular en muchos lugares de Venezuela, en política es mucho más inteligente, práctico y útil jugar al ajedrez.

Definiendo candidaturas

Un daño enorme que se le ha hecho a la política venezolana es la aplicación del llamado “cuotismo” en la definición de candidaturas partidistas. El “cuotismo” se parece más a las bolas criollas que al ajedrez, por ello sus resultados a lo largo de la historia han sido nefastos. Este fenómeno consiste en poner candidatos a las diferentes posiciones de elección popular que respondan más a las cuotas internas del liderazgo partidista, que a la conexión popular necesaria para alcanzar más victorias. Es una práctica macabra que se aferra más a preservar el poder individual que a impulsar procesos de democratización y fortalecimiento de la participación ciudadana. “Cuotismo” fue por ejemplo la candidatura de Alfaro Ucero en 1998, que no tenía ninguna posibilidad de victoria electoral pero que – según los gobernadores adecos de la época- garantizaba seguir manteniendo el control del partido. Y pare usted de contar historias tristes de esta naturaleza con el agravante que aun hoy en día se siguen repitiendo, sino veamos lo que ocurre en Caracas, Miranda, Táchira, Lara, entre otros lugares del país, donde el espíritu de las bolas criollas puede más que la lógica del ajedrez. Y de esta manera, es difícil lograr el necesario desprendimiento para alcanzar la victoria final.

19-09-21

https://efectococuyo.com/opinion/ajedrez-o-bolas-criollas-el-juego-politico-opositor-enfrenta-un-dilema/

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