lunes, 30 de agosto de 2010
Chávez, despídete del 2012
Por Ana Julia Jatar
La verdad es que el Gobierno tiene que estar desesperado: en plena campaña electoral tiene a las dos terceras partes del país molestas con su desempeño; y al tercio que lo apoya, desilusionado. No hay que ser un genio para prever que el 26 de septiembre muchos de los molestos saldrán a votar para sacar a las focas de la Asamblea Nacional, mientras que los desilusionados tratarán de pasar agachados. En resumen, muchos votos en contra de Chávez y mucha abstención a su favor. Sí, veo al Gobierno muy mal y si acá faltaba alguna prueba del “desespermetro” de Esteban, la visita esta semana a su oráculo en La Habana comprueba el alto nivel de su fiebre. Desafortunadamente para él, Fidel no puede ayudarlo mucho en esta oportunidad porque ya exportó a Venezuela todo el talento que tenía. En efecto, en 2003 salvó a su discípulo de una derrota en el revocatorio presidencial al recomendarle que alargara la cosa un añito mientras llegaban los médicos cubanos junto a las misiones y les funcionaban.
Pero para estas elecciones Barrio Adentro ya es un fracaso, el G2 poco asusta y ni hablar de darle un empujoncito al 26S para fechas más afortunadas sin que ello implique salirse de la Constitución. Por eso el desespero. Qué quiere decir perder el 26 de septiembre para este gobierno? Veamos.
En mi criterio, existen dos parámetros para definir la derrota de Chávez en las próximas elecciones: 1.- los candidatos de la Mesa de la Unidad logran captar más de 50% de los votos independientemente del número de curules que logren en la Asamblea Nacional; y 2.El Gobierno no consigue mantener el control de las dos terceras partes del Parlamento. El Gobierno sabe que ambas cosas sucederán a pesar de todos los abusos, los chanchullos y el ventajismo que lo caracteriza.
Esta derrota política de Chávez luego de la del referéndum para la reforma constitucional del 2 de diciembre de 2007 puede significar el fin de sus aspiraciones para 2012. Si la mayora vota en contra de él y pierde en el voto popular, puede surgir otra figura que lo rete dentro del PSUV. Es decir, mientras más insiste en convertir a estas elecciones en un plebiscito, más pierde si las pierde.
Sólo 35% aprueba el desempeño de Chávez. Y para colmo, la tendencia es a la baja. Ello coloca su popularidad a los niveles que tenía durante el Firmazo y el Reafirmazo. Muchos dirán que el apoyo de un tercio de la población es todavía una cantidad considerable, y lo es.
Sin embargo, lo que nos dice la historia reciente es que cuando los porcentajes de aprobación llegan a esos bajos porcentajes, el rechazo representado por el sector más organizado del país se articula y se activa para castigar al Gobierno. Quizás por ello su respuesta desesperada siga siendo la que conocemos: la del amedrentamiento, la amenaza y el abuso de poder como el que exhibió grotescamente en el acto de juramentación de las patrullas revolucionarias, en el cual ordenó demoler a la contrarrevolución. ¿Cuál contrarrevolución? ¿La de 80% del país que está en desacuerdo con su proyecto marxista? ¿La de 80% de los venezolanos que se opone a sus ataques a la propiedad privada y a la libertad de expresión? ¿La Venezuela que apoyó la foto de la morgue hacinada de cadáveres publicada por este diario como tributo al dolor de un país y como rechazo y condena a la funesta insensibilidad de este gobierno? No, lo que tiene que entender Esteban es que ya no puede demoler a un país que le reclama su indiferencia ante la muerte, el crimen, la pobreza y el desabastecimiento. Por eso se las va a cobrar completicas el 26 de septiembre y la rabia subterránea que usted pretende ensordecer con miedo se tornará en esperanza en el acto de votar.
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