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lunes, 31 de enero de 2011

¿Qué pasó en La Limonera y que pasará en los terrenos de Makro?


Nota Aclaratoria: La Limonera es un desarrollo habitacional del gobierno central, ubicado en el Municipio Baruta, subiendo desde La Trinidad vía la Universidad Simón Bolívar. Se comenzó la construcción en el año 2005, en sus inicios contemplaba la construcción de 4,500 viviendas, con el tiempo ha descendido la cantidad a 1,400. Hasta el momento no se ha adjudicado ningún apartamento.

Por Kiomara Scovino

Interesante sería saber qué ha sucedido con la adjudicación de los apartamentos del inicialmente denominado Desarrollo Endógeno La Limonera, llamado luego Desarrollo Socialista la Limonera debido al evidente fracaso de la endogeneidad prometida.

El conjunto se construiría en etapas sobre un terreno accidentado e inestable de aproximadamente 100.000 m2, sin servicios ni vialidad suficiente que respaldara semejante intervención urbana en un contexto ya saturado. Era fácil predecir el enorme impacto negativo en la dinámica del sector, a pesar de la mil millonaria inversión que aún no toca fondo.

La asignación de las aproximadamente 1.400 unidades de vivienda ha sufrido cambios. Al principio, antes de que las cooperativas fueran consideradas capitalistas, eran estas las beneficiarias a través de sus respectivos proyectos socio productivos que generarían empleo para quienes allí mismo residirían. Luego fueron los consejos comunales los calificados para optar a viviendas para sus comunidades, y aparecieron estos como arroz, algunos ciertos, otros de maletín, por lo que hubo que hacer una revisión exhaustiva de los aspirantes. No tardaron en aparecer los archirevolucionarios, como si lo radical definiera el perfil para poder disfrutar de un apartamento, que por cierto, aspiran todos a que sea propio.

Finalmente, cuando tomaron forma y dimensión los primeros edificios sobre el costoso urbanismo, aunque todavía sin agua y otros servicios, comenzaron los pugilatos por estar en la lista cambiante en buen lugar, y no faltaron los recién aparecidos, entre ellos según cuentan los propios aspirantes, surgieron militares y camaradas bien posicionados en el tren gubernamental. Ha habido trifulca, bastante, y dicen que aún falta. Acusaciones y retaliaciones han caracterizado los avances intermitentes de las obras, y dada la importancia que han cobrado estas unidades de vivienda en medio de tanta demanda, el caso amerita una exhaustiva contraloría social, recordando que para eso la idearon, justo para la participación ciudadana en pro de la eficacia y transparencia en los asuntos de interés colectivo, y hay que hacerlo.

Lo asombroso de todo esto es que luego de cinco años de iniciadas las obras del Desarrollo Socialista La Limonera, en medio de la incertidumbre, y sin haber alcanzado hoy día ni el 25% del conjunto ofrecido, ni haber tomado las medidas correspondientes para resarcir el daño que se le está ocasionando al entorno por el impacto vial y la saturación de los servicios, se esté pensando en una nueva incursión urbanística al margen de normas y consultas, bien sean técnicas o ciudadanas. Se pretende densificar con nuevas edificaciones multifamiliares, ahora al parecer para damnificados, el sector Las Minitas parte baja, es decir, los accidentados 130.000 m2 adyacentes a la autopista de Prados del Este actualmente en litigio entre las empresas Makro y Aeromall, con un final seguramente de remate o expropiación, quedando indefectiblemente en manos del estado para intentar allí una apurada respuesta a la necesidad de vivienda no abordada por las autoridades nacionales de manera adecuada ni oportuna.

Sin planes urbanos ni consulta incluyente, sin sosiego para tomar decisiones acertadas desvinculadas de lo populista electoral, sin sentido alguno de responsabilidad con la ciudad y la calidad de vida de todos, así mismo dispone el régimen de los inmuebles que le sean de interés para resolver sus deudas, a pesar del derecho de todos a lo público, a lo privado, a la movilidad, a la funcionalidad, a la seguridad, al ambiente, a lo estético, en fin, a lo que llaman hoy día una ciudad humanizada.

Puro discurso. Lo que importa es mantener el señuelo político y la ilusión a cualquier precio. Preparémonos entonces para la debacle, porque 1.000 nuevas viviendas con acceso directo desde la colapsada autopista de Prados del Este, para 1.000 familias de bajos recursos, sin equipamiento para la educación, la salud, el deporte, la cultura y el esparcimiento, serán por lo menos 5.000 nuevos seres humanos hacinados, incorporados al mal vivir, nuevos violentados en sus derechos básicos, encaminados a la frustración, al desarrollo a medias, en medio de la inseguridad personal y tiempo ocioso para su incorporación a la delincuencia, que se sumarán adicionalmente a los 60.000 residentes del sector popular circundantes en condiciones lamentables también en materia de equipamiento urbano. No se saldan viejas deudas con los habitantes. Se crean nuevas.

Ojalá entendieran los promotores de la zozobra, que no se ordena una ciudad compulsivamente detrás de un micrófono pensando en elecciones. Y no se hacen ciudadanos prósperos sin aportar oportunidades a su cotidianidad desde la infancia. No bastan las arengas ni las promesas, porque el futuro no se decreta con exclusión, se acuerda con inclusión, y se construye con responsabilidad, para convivir en armonía.

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