Páginas

viernes, 9 de noviembre de 2018

Círculos de convivencia por @CECODAP @FERNANPEREIRAV



Por Fernando Pereira


Toparse en la entrada de un liceo con adolescentes que llevan peinados de distinto calibre, cabellos pintados en diferentes tonalidades, piercings en todas las dimensiones y con distintas prendas de vestir pues no usan uniforme escolar puede despertar las alarmas de cualquier adulto.

Traspasada esa barrera es inevitable volver a ver la dirección que traías anotada de un centro educativo en las afueras de Madrid para chequear si  no te has equivocado de centro. Estamos buscando el IES Miguel Catalán, un liceo público que está en el itinerario en el marco del intercambio gracias al apoyo de la Unión Europea. Las instalaciones rompen nuestros estereotipos. Están en buenas condiciones, ambientes estéticamente agradables que te plantean que lo público no tiene que ser sinónimo de precariedad.

Ángel García, su director nos recibe amablemente y explica que son un centro de educación media y de formación profesional en distintas disciplinas (electricidad, electrónica, formación mecánica); pero además tienen unos años impartiendo educación bilingüe (castellano e inglés).

“Pretendemos que el centro sea un lugar de convivencia y tolerancia. Ofrecemos una enseñanza en valores: solidaridad, respeto, igualdad…” El directivo le ponía palabras a uno de los motivos fundamentales de nuestro interés.

“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar al mundo” Paulo Freire

Un cartel con esa frase nos dio la bienvenida al Departamento de Orientación. Juan de Vicente, su jefe, insiste de entrada que todo el mayor esfuerzo se debe concentrar en la prevención, en actuar a tiempo. Le comentamos que eso es un deseo en cualquier centro educativo; pero la pregunta es: ¿cómo se logra?

“Fomentamos lo que llamamos estructuras de participación. Son equipos de alumnos de un mismo nivel que tienen como objetivo desempeñar una función específica en el aula y en el centro. El alumnado de cada una de estas estructuras proviene de las diferentes clases de un mismo nivel, se adscriben de forma voluntaria a una u otra estructura, pero es obligatorio que participen durante todo el curso en la misma.

Todas las estructuras son coordinadas por grupos de adultos (profesorado y/o personas que trabajan para el centro) en una reunión que tiene lugar la primera tutoría de cada mes. Con las que estamos trabajando son: Equipo de delegados. Círculos de convivencia. Ciberalumnado. Agentes de salud. Corresponsales de juventud. Agentes de igualdad. Homo-Reciclator. Banda del patio”.

Mejorar el clima de convivencia

Nos parece interesante la descripción del trabajo de los equipos, como promueven alianzas con la alcaldía y organizaciones comunitarias para la formación y acompañamiento durante el año escolar; pero nos interesa especialmente la figura de los Círculos de Convivencia.

De Vicente nos explica que es un equipo de unos 20 alumnos (5 por aula aproximadamente) centrado en la mejora del clima de convivencia en el aula y en el centro. Está bajo la coordinación de un docente del centro que han recibido formación en Mediación y Resolución de Conflictos.

Funciones:
  • ·        Acoger al alumnado nuevo que se incorpora al centro durante el curso
  • ·       Observar y detectar cualquier situación contraria a la convivencia en el      aula
  • ·        Informar e intervenir cuando se produce alguna situación contra la            convivencia
  • ·        Llevar y dinamizar en el aula acciones de mejora de la convivencia           dentro de los planes preventivos
  • ·        Evaluar el clima de convivencia del aula

De un cuadrado a un círculo

Pensamos que lo planteado representa un cambio de paradigma. De pensar que la convivencia se logra en una oficina cerrada, de dos frente a un escritorio donde hay reprimendas, se gerencia los castigos y levantan actas a un grupo que debe participar, discutir, trabajar, anticipar, prevenir, promover.

Nos gana la idea y pensamos cuántos conflictos no se podrían prevenir en la medida en que los estudiantes participen en la prevención de las violencias presentes en el centro y en la promoción de un clima social de convivencia.

Juan nos advierte: “Este es un trabajo que solo es sostenible si está dentro del horario de clases y cuenta con adultos acompañantes. La convivencia no se puede dejar para los ratos libres y sobre las espaldas de un profesor bien intencionado”.

La educación tiene que darle tiempo y espacio para aprender a convivir sino quiere que la discriminación y violencia tomen los pupitres.

08-11-18




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico