Piero Trepiccione 05 de octubre de 2019
@polis360
La propuesta del jesuita y teólogo Pedro Trigo acerca
de los “Ocho
pasos para promover la democracia” se identifica plenamente con la
necesidad de incorporar a la práctica cotidiana unas acciones que sin duda
consolidarían la noción de democracia como “modo de vida” permeando todas las
instituciones del Estado y también de la sociedad. Tenemos serias limitaciones
en las estructuras partidistas, institucionales y en los demás espacios de
participación política y ciudadana actualmente en el país. Esa falta de
práctica de la cultura democrática se refleja en nuestras estructuras
organizativas.
- En tal sentido,
este análisis se convierte en una propuesta pertinente para el país y
para Latinoamérica y así lo convalidan las actuales
circunstancias. En él, se reflexiona que existe una necesidad de superar
aspectos que afectan severamente el ejercicio de la democracia y que
tienen que ver con: La desmotivación cuando siento que el
grupo no me define, no hablo no me expreso porque soy un mero turista, me
define mi yo.
- No escucha, porque supone que sabe lo que va a decir,
porque no le interesa lo que el otro tiene que decir.
- No dialogo porque evito la confrontación, porque no
hay disposición para desprenderse de las posturas personales. Sin dialogo
no hay construcción de consensos.
- No hago lo define el grupo porque no me siento
representado por el grupo y no se evalúa porque no quiero enemistarme,
porque voy a quedar mal, porque es más relevante mi imagen que la
consecución de los objetivos del grupo. Ello, naturalmente nos lleva a no
procesar conflictos y acumular problemas que luego estallan agravando las
situaciones cotidianas.
El centro educativo puede ser un espacio
particularmente propicio para la promoción e implementación de la cultura
democrática. Asimismo, la familia debe convertirse en un espacio ideal para
impulsar su desarrollo. No somos espectadores ajenos a la dinámica social, sino
que estamos inmersos, y desde dentro nos toca actuar. Es imperativo que nos
hagamos ciudadanos que reconocen a los otros como ciudadanos. Aunque parecen
obvios los pasos planteados, supone un reto complejo que exige una conciencia,
primero individual y luego colectiva, para poder lograr la implementación de la
cultura de la democracia.
Supone un desprendernos del yo para encontrarnos con
los otros y convertirnos en nosotros. La familia es el primer
espacio para identificar nuestros niveles de práctica de la cultura de la
democracia, ahí hallamos evidencias de las actitudes arraigadas en cada uno de
nosotros como individuos y que luego proyectamos en la sociedad. La escuela la
identificamos como un espacio privilegiado para la promoción de los valores de
la democracia.
La cultura democrática va más allá de lo
electoral. Debe asumirse desde lo personal, desde la igualdad y desde
los derechos. Los discursos pueden ayudar a que mejore su práctica. La
coherencia entre práctica y discurso y comprensión que tengamos de la
democracia para mejorarla. Regocijarnos en el hecho de la diferencia como
manifestación de la biodiversidad es un elemento esencial que engloba el
ejercicio de la ciudadanía.
Educar para la democracia
La democracia es vital que se asuma
desde lo intercultural como una forma clara de inclusión entre los pueblos. La necesidad
de fortalecer en el imaginario colectivo y especialmente en los jóvenes el
concepto de libertad y de democracia es clave para su reafirmación y
reoxigenación en el tiempo. Los sectores populares deben ser un foco
clave para el fortalecimiento de la cultura de la democracia promovida con
marcadas diferencias por los partidos, las organizaciones sociales,
comunitarias y demás, que son destellos en medio de las dificultades actuales.
El fortalecimiento de los procesos educativos han
de ser la clave para impedir el retorno a prácticas fascistas que puedan
resquebrajar procesos democráticos de la región. Las cátedras de ciudadanía y
democracia deben ser protagonistas en los procesos formativos dirigidos hacia
toda la sociedad y más especialmente hacia los jóvenes.
Piero
Trepiccione
@polis360
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