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lunes, 22 de octubre de 2012

La excusa comunicacional

Por Mario Villegas, 21/10/2012
Columna de Puño y Letra 


El presidente Hugo Chávez pretende esconder la ineficacia de su gobierno tras una vieja maña cuartorrepublicana: echarle la culpa de su mediocre gestión a la escasa y mala comunicación de su dizque fantástica obra de gobierno. Y pide desplegar una política comunicacional “científica” que insólitamente él asocia con lo que en el chavismo bautizaron años atrás como “guerrilla comunicacional”.

En los tiempos del bipartidismo también era común escuchar en boca de los mandatarios y de sus conmilitones que los encargados de dar a conocer la obra de gobierno no cumplían debidamente tan importante misión. O sea, el producto de la gestión oficial era fabuloso pero resultaba pésimamente publicitado. De allí que el pueblo estuviese mal informado y los candidatos del partido de gobierno terminaran siendo derrotados en las siguientes elecciones presidenciales. La excepción fue el gobierno de Jaime Lusinchi, a cuyo ministro de información, Carlos Croes, se le atribuyó haber construido una imagen positiva de la obra de aquel gobernante, la cual le permitió a Lusinchi salir de Miraflores con buenos números de popularidad. Fue el único mandatario, después de Rómulo Betancourt, que pudo entregar la banda presidencial a un sucesor de su mismo partido: Carlos Andrés Pérez II. Veinticinco días más tarde, el 27 de febrero de 1989, “El Caracazo” demostró que la procesión venía por dentro.

Ni antes ni después de la llegada de Colón, ningún gobierno había tenido tal poderío comunicacional como el del actual Presidente. Dinero a borbotones para financiar opulentas campañas publicitarias, varias televisoras oficiales de señal abierta y unas cuentas oficiosas, muchas estaciones radiales propias, sopotocientas emisoras “comunitarias” perfectamente cuadraditas con el gobierno, agencias de noticias, unidades de comunicación rojas rojitas en cada despacho público nacional, lo mismo que en oficinas regionales, municipales y parroquiales, al igual que en embajadas y consulados, así como en cada empresa de capital estatal, todas prestas a multiplicar las bondades del Comandante y de su idílico gobierno, asesores y attachés de prensa por doquier, ilimitadas cadenas presidenciales de radio y televisión, aparte de espacios gratuitos en todos los medios radioeléctricos por vía de la Ley Resorte, son parte de la descomunal estructura con que ha contado el régimen para dar a conocer su acción de gobierno. Sin olvidar otro montón de dispositivos comunicacionales encaminados en la misma dirección: murales y vallas publicitarias, libros, revistas, folletos y folletines, manuales, material POP y pare de contar… Toda una maraña propagandística pagada con nuestro petróleo y nuestros impuestos.

Traigo de nuevo una frase de José Vicente Rangel de cuando no se había convertido en fanático gobiernero: “Mientras más pobre e infecunda es la obra de un gobierno, mayor es el empeño publicitario, el interés por destacar sus facetas, por acreditar sus bondades”.

Los seis millones y medio de venezolanos que votaron por Henrique Capriles no lo hicieron porque estaban mal informados de la obra del gobierno chavista sino porque cuestionan sus resultados y rechazan su forma de gobernar.

Más allá de que ciertamente la política comunicacional del gobierno haya fracasado, especialmente en cabeza de su máximo comunicador, el propio presidente de la República, lo que se impone no son sólo cambios cosméticos en el accionar informativo de la actual administración sino en la esencia misma de sus concepciones antidemocráticas y de sus políticas públicas, que deben tener como objeto la efectiva solución de los graves problemas que aquejan a los venezolanos, sin odiosas discriminaciones.

BREVES

-Ambiciones politiqueras y personales juegan a fracturar la unidad de la oposición en Caracas y a dinamitar la candidatura de Ismael García. Brincando o no la talanquera pueden terminar haciéndole el trabajo al gobierno.

-En julio fue secuestrado en Maracaibo Carlos Américo Valente, hermano del colega periodista Jesús Valente. Su familia afirma que la respuesta de las autoridades “ha sido prácticamente nula” y pide la intervención del nuevo Ministro del Interior y Justicia, Néstor Reverol.

Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001

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