sábado, 13 de octubre de 2012

No es tan sencillo


Por Adriana Vigilanza, 10/10/2012

El nefasto amanecer del 8 de octubre, un silencio lúgubre embargaba toda Caracas y probablemente, a toda Venezuela. Fue el grito de voces acalladas. Porque la certeza del triunfo de Capriles ya flotaba en el ambiente. Pero su aceptación sin ambages del triunfo del eterno Presidente, nos desconcertó. En lo particular, no puedo dejar de pensar en que “no me cuadra”.

Es verdad que, para mí, la elección entre Capriles y Chávez estaba fácil. Soy abogado y me enseñaron a respetar unas cosas que se llaman “Constitución” y “leyes”. Además, soy Católica. Así que también me enseñaron a respetar la vida y la propiedad ajena. El chavismo, ni respeta la Constitución, ni respeta la vida o los bienes de quienes lo adversamos. Y como Capriles es abogado y católico, pues era mi esperanza de reencontrarme con el Derecho y la paz, en mi país. Por eso me causa tanto desasosiego el resultado electoral.

En todo caso, como mujer de leyes sí puedo afirmar que ese resultado no provino de una elección auténtica. Empezando porque nunca sabremos si la máquina respetó el voto de cada elector, pues al día de hoy, ya proclamado Chávez, no ha aparecido sino el 2.5% de las Constancias de Verificación Ciudadana. Esta es la constancia donde los testigos dejan sentado que abrieron las cajas que fueron sorteadas al azar, al final del proceso electoral, para revisar si concordaban la papeleta donde aparece el voto de cada elector, en ellas depositado, con los votos que computó la máquina y que se reflejan en el Acta de Escrutinios, que la máquina emite y se transmite al CNE. Contar con esta constancia es la única real garantía de respeto al voto, si éste se ejerce, como en Venezuela, a través de una máquina. La auditoría técnica de la máquina y su sistema, no es garantía alguna para el ciudadano de a pie, pues él no tiene capacidad para entenderla. Menos, en un entorno de exagerada corrupción, como el que se sufre en Venezuela.

Lo cierto es que el sistema electoral actual (“SAI”), es muy vulnerable a esta realidad. Un Presidente que tiene los recursos del petróleo a su absoluta disposición y que no lo piensa para usarlos en compra de votos y en formar su propio aparato represivo. A eso se añade que la falta de cultura –y valores- de una parte importante del electorado, lo hace muy manipulable, con dinero (el que esté ejerciendo el poder dispone de eso sin límites) o con miedo. Lo que lastima es saber que los que se prestan a vender su voto y los que se prestan a hostigar a los disidentes son, en su mayoría, venezolanos.

En este sentido, Chávez se aprovechó de un caldo de ignorancia y necesidades, “perfeccionándolo” para que trabaje para él. Ese caldo, en buena medida, es culpa de lo que él llama la “Cuarta República”. Pero él no lo cambió, sino que lo aderezó con odio y adoctrinamiento mediático. Si “la Cuarta” se volvió clientelar, al menos no adoctrinaba y no sembraba odio. Y si violaba la Constitución, era en ocasiones muy contadas y no siempre con éxito. La separación de poderes, aunque sea medianamente, existía. En fin, la “Revolución” se quedó con lo malo de “La Cuarta”, pero destruyó sus virtudes: el pluralismo político, la infraestructura construida a lo largo de 40 años, la igualdad entre venezolanos. Y nos dividió en 2 bandos bajo el más absurdo de los criterios: que los que no lo queremos a él, estamos al servicio de los EEUU. Cuando el 80% del petróleo que le permite a él la compra de los abusadores y de conciencias, viene de los EEUU.

Aparte de eso, con Chávez el venezolano conoció el verdadero abuso de poder. Jamás en nuestra historia democrática, salvo con Chávez, hubo una campaña basada casi exclusivamente en amenazas, de toda naturaleza, por cierto, bajo la etiqueta de un corazón, algo bien cínico. Amenazas a los empleados públicos. Amenazas a los beneficiarios de “!misiones”. Amenazas sobre el supuesto “paquete neoliberal” del candidato Capriles. Y peor que eso, amenazas a la integridad física de los votantes, a través de grupos armados pagados con dinero público (que descaradamente hasta usan vehículos con el logo de la estatal petrolera, PDVSA), que merodeaban los centros de votación, secuestraban testigos, obligaban a la gente a ir a votar y a votar por Chávez. En una cuenta de correo que se creó para estas denuncias, verifica441@gmail.com, ¡ya hay miles de ellas!

Pese mi enorme frustración con el resultado electoral del 7 de octubre y pese que lo califico de fraudulento.-porque fraudulento es todo lo que he descrito- es gratificante saber que por lo menos 6 millones de venezolanos, que es imposible que seamos todos “oligarcas” o empleados de los EEUU, estamos decididos a salir del régimen. Y podemos también afirmar ahora, sin dudas, que muchos otros lo deben estar también, sólo que en ellos privó el miedo. Por ahora

Eso contrasta con la valentía de jóvenes humildes que, absolutamente destrozados por la perspectiva de que Chávez los mande seis años más, salieron a la calle a manifestar su incredulidad sobre los resultados electorales del 7 de octubre. Algunos de ellos acudieron a la Plaza Altamira, en Caracas. Al abordarlos nos decían: “Prefiero morir ahora, defendiendo mi voluntad y mi patria, que esperar a morir en manos del hampa, que es el destino más seguro para un joven venezolano”. Oír esto nos partió el alma.

Desde la oposición formal, desafortunadamente, nadie se solidarizó con esa gente. Antes bien, se les regañó duramente Los medios muy poco los tomaron en cuenta. Algunos comentaristas muy Caprilistas, incluso se burlaron de ellos. Por poco no se parecen al innombrable conductor de “La Hojilla”. La protesta fue calificada por un Alcalde de oposición de "inoportuna" e "inconveniente". Pero ¿acaso no son dignos de explicaciones?‘. A las 7:30pm el Jefe de Campaña de Capriles, Armando Bricket, dijo que “venían horas de alegría”, Y no había pasado 1 hora cuando el comando del candidato farsante (el reelecto), lo desmintió. Hasta esa hora, Capriles aventajaba al candidato-eterno. Después de poco tiempo, esa tendencia se revirtió. ¿Cómo entender eso?

La oposición debe investigar todo lo ocurrido y especialmente, por qué hay tan pocas Constancias de Verificación Ciudadana. Por respeto a esa gente que puso todo su empeño y esperanza en salvarse del comunismo, apostando por Capriles, debe exigir más garantías al CNE. Ya tiene con qué. No compartimos esa tesis que dice que no hay que exigir condiciones electorales porque eso genera abstención. Abstención y suspicacia genera que ni siquiera se lo intente.

Aunque tengamos que seguir votando, pues esa es nuestra arma de esta lucha, creo que el 8 de octubre los únicos que nos sentimos verdaderamente perdidos fuimos los ciudadanos que respetamos la moral y las leyes.

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