viernes, 19 de julio de 2013

Vivir juntos: modo de empleo

Jan Bielicki 17 julio 2013

¿Qué significa la cohesión social de un país y de qué depende? Según un estudio realizado en 34 países industrializados, la felicidad colectiva no proviene siempre de donde se espera.

Ahora que la campaña electoral está en pleno apogeo, casi todos los partidos hablan de "justicia social". Todos reaccionan ante el sentimiento que tienen muchos electores de que ya no existe equidad en este país, así como ante la preocupación que, según los sondeos, comparten tres cuartas partes de los ciudadanos alemanes de que la sociedad se está desmoronando: la Alemania superior y la Alemania inferior, los ricos y los pobres, el este y el oeste, los guetos de inmigrantes y los lugares de prosperidad. Sin embargo, los resultados de Alemania no son tan negativos en materia de cohesión.

Si bien no se encuentra en la primera posición del palmarés internacional, el país se sitúa en la mitad superior de la clasificación. Es el resultado de un nuevo y ambicioso estudio comparativo, para determinar el grado de cohesión de 34 países industrializados. Para establecer este "barómetro de la cohesión social", presentado por la Fundación Bertelsmann el 16 de julio, un grupo de sociólogos de la universidad Jacobs de Bremen han desarrollado su propio índice para ilustrar y comparar el nivel de cohesión entre unas sociedades y otras. El resultado es que, en materia de cohesión, los países escandinavos se encuentran en las primeras posiciones del estudio comparativo, mientras que los países del sudeste de Europa ocupan los últimos puestos.

En Dinamarca es donde la cohesión social es más sólida, seguida de cerca por Noruega, Finlandia y Suecia. Las siguientes posiciones las ocupan países tradicionalmente de acogida y de obediencia anglosajona, como Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos. En cambio, en Rumanía, Grecia y Bulgaria es donde la cohesión entre los grupos sociales deja más que desear.

Amistad, confianza, aceptación

La clasificación es secundaria para los investigadores reunidos en torno a los sociólogos Klaus Boehnke y Jan Delhey. Su principal objetivo es medir lo que a primera vista no se puede medir: el grado de cohesión de una sociedad. Para ello, han adoptado como modelo una serie de indicadores de referencia, como el índice de desarrollo humano, en el que se basa Naciones Unidas para evaluar el bienestar de una población. Entonces, ¿en qué consiste la "calidad de la vida en común dentro de una población que reside en un espacio geográfico delimitado"?

Según los investigadores, se compone de tres niveles: las relaciones sociales entre los individuos, los vínculos emocionales que mantienen con la colectividad y por último, su sentimiento de responsabilidad con respecto al interés general. Por lo tanto, los investigadores han querido determinar en primer lugar cuáles eran las interconexiones entre las personas, en qué medida confiaban en sus semejantes y cuál era su grado de tolerancia ante personas y modos de vida distintos, por ejemplo, ante los inmigrantes. Según los investigadores, esta tolerancia es uno de los principales vectores de cohesión en las sociedades modernas, caracterizadas por la diversidad.

A continuación, se interesaron por la forma en la que la gente se identificaba con la sociedad, la confianza que tenían en el Estado, en los responsables políticos, en los jueces, en los policías, en los médicos y luego en el nivel de equidad que asociaban a su sociedad. En tercer lugar, querían saber en qué medida la gente ayudaba a sus semejantes, respetaban las leyes y las normativas y se implicaban en la vida de la colectividad.

Los científicos aislaron 58 factores, desde determinar si a los ciudadanos les molestaría tener como vecino a una persona de otro color, hasta saber en qué medida las personas respetaban el código de circulación. También recopilaron los resultados de una docena de sondeos, encuestas y bases de datos realizados en todo el mundo desde 1989, antes de sintetizarlos progresivamente para elaborar su índice.

La prosperidad, vector de la cohesión

Las cifras publicadas hoy ofrecen algunos resultados que a primera vista apenas sorprenden y otros que, comparativamente, sí llaman la atención. De esta investigación se desprende claramente que la prosperidad y una redistribución equitativa de los ingresos son vectores de cohesión. Los países más ricos por lo general ocupan las primeras posiciones de la clasificación y los más pobres, las últimas. Los países caracterizados por grandes diferencias salariales, como Grecia o Polonia, no destacan por su grado de cohesión.

El estudio invalida de una forma sorprendentemente clara el temor de que un alto nivel de inmigración pondría en peligro la estructura interna de la sociedad. Así, países que acogen a muchos inmigrantes, como Canadá, Australia o Suiza, presentan una sólida cohesión social, al contrario que Rumanía o Bulgaria, en los que sin embargo la inmigración es escasa. En definitiva, el estudio llega a la conclusión de que la proporción de inmigrantes no influye de un modo notable en el grado de cohesión de un país. La disposición de una sociedad a aceptar la diversidad de sus miembros y sus culturas resulta un criterio mucho más determinante.

Las conclusiones de la investigación no confirman el supuesto de que la cohesión social se apoyaría fundamentalmente en la existencia de una base intacta de valores culturales y morales. Más bien apuntarían en la dirección contraria: en la mayoría de los países en los que la religión desempeña a diario una función importante, por ejemplo, Rumanía, Grecia, Portugal o Italia, la cohesión social es más bien débil. En cambio, en los países de los seis primeros puestos de la clasificación, la religión ocupa un lugar relativamente restringido en la vida diaria de los habitantes.

Las cifras del barómetro tampoco dejan lugar a dudas en un aspecto: en los países en los que la cohesión es fuerte, los habitantes tienen una imagen mucho más positiva de su vida que los demás, de ahí la conclusión poco científica de los autores del estudio: "La cohesión crea felicidad".

Traducido por Jean-Baptiste Bor


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