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martes, 20 de agosto de 2013

Asamblea en caída libre


Por Mario Villegas, 18/08/2013
Columna de Puño Y Letra

Cuando veo algunas sesiones de la Asamblea Nacional, como las bochornosas del martes 30 de abril y del martes 13 de agosto, termino preguntándome si, en vez de una derrota, no fue para mí una fortuna no haber sido electo diputado en las elecciones parlamentarias de 2010, a las que concurrí como candidato suplente por la Unidad Democrática en el circuito Valle-Coche-Santa Rosalía.

Definitivamente, el que hemos visto estos días no es un parlamento digno del pueblo venezolano, cuya representación popular ha venido descendiendo en caída libre hasta los fosos más profundos de la degradación institucional. Una democracia, cualquiera sea su signo ideológico y por imperfecta que pueda ser, no puede considerarse tal ni funcionar con elemental eficacia, mientras en su seno prevalezcan el fanatismo, la irracionalidad, el irrespeto al adversario y a las normas, la doble moral, la descalificación y la procacidad.

Lo digo tres años después de haber sido candidato, de modo que no es producto de un atrasado reconcomio ante la derrota recibida sino de la tristeza que produce constatar la progresiva descomposición de un parlamento al cual siempre atribuí gran valor como expresión de la voluntad popular y cabeza plural de los poderes del estado, cuyas incidencias cubrí por varias décadas como profesional del periodismo.

Todos los temas, por delicados e irritantes que sean, pueden tener salidas saludables para la democracia si sus debates se conducen con ánimo constructivo y, sobre todo, con el debido respeto de los parlamentarios entre sí y para con el país.

No llego al extremo de pedir, como angustiosamente ha hecho mi querido amigo Claudio Fermín, que los diputados se hablen con el respeto con que lo hacen cuando se dirigen a sus esposas e hijos. Tal vez todavía estemos lejos de semejante lindura, pero cuando menos debemos exigirles que les profesen a sus colegas el elementalísimo respeto que merecen los ciudadanos que los eligieron democráticamente.

Por muy optimista que cualquiera pueda ser, en esta materia prolifera el escepticismo. Mientras el chavismo no modifique su estrategia de confrontación brutal y la directiva parlamentaria no actúe con criterio institucional, estaremos cada vez más cerca de nuevos episodios bochornosos en  la AN antes que de un verdadero giro hacia la tolerancia y la democrática coexistencia.

Amar y votar

Palabras de estímulo y conmovedora confianza recibí por twitter, correo electrónico, mensajes de texto y llamadas telefónicas, a propósito de mi artículo “Entre Ernesto y Antonio”, en el que expliqué las razones políticas que me llevaron a pronunciarme a favor de la candidatura de Antonio Ledezma para la Alcaldía Metropolitana. A todos mi más profundo agradecimiento.

Pero también recibí no pocos insultos de algunos chavistas que consideran una traición a mi familia que no vote por Ernesto, otros que me reprochan apoyar a un hombre que viene del bipartidismo y algunos que hasta me acusan de recibir dinero por semejante posición. Tal vez si me hubiese pronunciado a favor de Ernesto habrían dicho que soy un hombre sumamente honesto, gran patriota, magnífico profesional y excelso heredero de mis apellidos.

Les recuerdo que no asumo posiciones por conveniencias de orden personal o familiar sino por convicciones políticas. Justamente por convicciones políticas, el Partido Comunista, por ejemplo, apoyó en 1993 la candidatura de uno de los dos fundadores del bipartidismo, Rafael Caldera, a quien el mismo PCV acusaba de asesino en otros tiempos. ¿Si los comunistas, hoy miembros distinguidos de la alianza chavista, pudieron apoyar a Caldera, por qué no puedo yo darle mi voto independiente a Ledezma?

Pero, además, si de conveniencias personales se tratase, tal vez lo mejor habría sido saltar la talanquera que el propio presidente Nicolás Maduro me ha arrimado dos veces en sus discursos públicos.

Mi hermano Ernesto, por su parte, le ha terminado de tapar la boca a quienes me cuestionan. “No necesito su voto sino su amor”, dijo.

Y en eso nadie debe tener la más mínima duda. Nuestro amor es infinito y a prueba de cizañas.


Mario Villegas
mariovillegas100@gmail.com
@mario_villegas

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